Autoestima: filosofía espiritista
(LB, 22 marzo 2019)

Comentarios adicionales al libro ‘Esperanza para la familia’ propiciadas por un diálogo reciente

 

Respecto a las cosas buenas que citas, que pueden estar en diversos ramos del saber (incluida la psicología), mi comentario es que, efectivamente, quedan aún cosas buenas en lo que nos rodea. Eso es lógico, puesto que en última instancia todo procede de Dios. Todo lo que hoy comprobamos que es malo, algún día, en un tiempo anterior, fue bueno. Absolutamente todo. Eso es igualmente aplicable a Satanás, quien fue perfecto en todos sus caminos hasta que se halló en él maldad (su problema no fue nada parecido a un defecto de fabricación).

¿Sería sabio estudiar a Satanás con la finalidad de averiguar qué queda de bueno en él, a fin de retenerlo? Disculpa que ponga ese ejemplo aparentemente tan disparatado. Digo aparentemente, porque alguien podría encontrar cosas buenas en Satanás, como por ejemplo firmeza de propósito o perseverancia. Desde luego, quien piense que amarse a uno mismo / fomentar la autoestima es algo positivo, tendrá muchas más razones para encontrar cosas buenas en Satanás. Evoco ese escenario para hacer notar que esa sería una forma, no ya amplia, sino inapropiada de interpretar 1 Tesalonicenses 5:21.

El contexto inmediato de “examinadlo todo” es “las profecías” y “el Espíritu”. No parece referirse a cualquier asunto y de cualquier procedencia. El texto que lo sigue, especifica: “Apartaos de toda especie de mal”. “Apartaos” pone límites a “examinad”, que suele conllevar la idea de aproximarse. A algunos les cuesta aceptar que el texto se esté refiriendo a examinar las profecías y el Espíritu, ya que en ese caso “retened lo bueno” implicaría la existencia de mal (en las Escrituras) que no se debería retener. Pero realmente, no sólo es que en la Biblia aparezca el mal, sino que el mal es descrito a menudo con detalle y crudeza: aparece la rebelión de Lucifer, cómo le siguió en su rebelión la tercera parte de los ángeles, cómo pecaron Adán y Eva, cómo Caín mató a Abel, cómo la maldad de los habitantes de la tierra atrajo el diluvio destructor, cómo apostató Israel y posteriormente Judá, cómo su pueblo profeso crucificó a Cristo, cómo los discípulos lo abandonaron y Judas lo traicionó suicidándose después, están descritas las siniestras maniobras del misterio de iniquidad, etc. Todo eso, aun siendo francamente malo, está escrito para nuestra admonición, y debemos examinarlo, reteniendo lo bueno: las lecciones que Dios quiere que aprendamos a partir de ello.

Aplicar “examinadlo todo” a teorías paganas o neo-paganas, o a “cultura” en general, influida como está por el error, no está muy alejado de ese ejemplo exagerado que he puesto al principio, máxime sabiendo que la sociedad “espiritual”, “cristiana”, que nos rodea es una habitación de demonios, guarida de todo espíritu inmundo y albergue de todas aves sucias y aborrecibles (Apocalipsis 18:2): es espiritismo en su moderno disfraz cristiano. Satanás tiene ciertamente una versión refinada del espiritismo, adecuada para seducir a quienes no creemos en la inmortalidad natural del alma. Al contrario de lo que solemos pensar, no creer en la inmortalidad natural del alma no nos hace inmunes al principio básico de la ideología del primer rebelde, que es el amor a uno mismo.

Pero más allá de la amplitud que se pueda dar al concepto de “examinad”, lo que hace el libro ‘Esperanza para la familia’ no es examinarlo todo, sino difundirlo todo: la verdad, junto con el error. Y no se trata de error inocente, sino nada menos que de la ideología básica del espiritismo, tal como está infiltrada en la sociedad atea y en la falsamente cristiana: ‘Ámate a ti mismo, fomenta tu autoestima’. Eso es lo que permea gran parte de la enseñanza típica católica y post-protestante en la actualidad, así como la cultura mística oriental de la que ambas están cada vez más contaminadas. Sería maravilloso que la literatura procedente de nuestras instituciones estuviera libre de esa plaga, pero por desgracia no es posible afirmar que tal sea el caso. Al contrario, la impresión que da es que hay un esfuerzo conjunto y combinado para promover esa ideología desde algunas de nuestras instituciones.

‘Amate a ti mismo’ fue la doctrina que pervirtió a Lucifer y lo convirtió en Satanás. La autoestima es egoísta, y el egoísmo está en el centro del pecado. La misma enseñanza aparece también en el diálogo de la serpiente con Eva. En Mateo 16:21-24 Jesús nos da una idea clara e inconfundible de cuál es el principio fundacional del cristianismo (la cruz: la negación de uno mismo; vers. 24), puesto en contraste con el principio fundacional de Satanás, expresado en aquella ocasión por Pedro (‘Amate a ti mismo, evita la ignominia, preserva tu dignidad’; vers. 22).

La idea de amarse a uno mismo y el fomento de la autoestima está claramente presente en el libro ‘Esperanza para la familia’, y constituye doctrina básica espiritista. Es enseñanza que no procede de la Biblia, sino del enemigo de la Biblia. “Si alguno quiere venir en pos de mí, tome su cruz y niéguese a sí mismo”, fue el claro mensaje de Jesús. ¿Es posible imaginarlo diciendo al mismo tiempo ‘ámese a sí mismo’?

Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, a hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su vida, no puede ser mi discípulo (Lucas 14:26).

Los que somos más firmes debemos sobrellevar las flaquezas de los flacos, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en bien, a edificación. Porque Cristo no se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperan, cayeron sobre mí (Romanos 15:1-3).

El amor… no busca lo suyo (1 Corintios 13:4-5).

Es ciertamente impensable que la publicación de ‘Esperanza para la familia’ no haya pasado el filtro de varios o quizá muchos consejeros, y de ser así, no puedo evitar cuestionar el discernimiento de estos. Consejeros debió también tener la casa publicadora adventista en tiempos de Ellen White hacia 1900, a pesar de lo cual tuvo que escribir:

Siento terror al ver hasta dónde ha llegado nuestra casa publicadora. Las imprentas en la institución del Señor han estado imprimiendo las teorías del romanismo y otros misterios de iniquidad destructores del alma. Hay que purgar la imprenta de ese material objetable. Tengo un testimonio del Señor para quienes han puesto ese asunto en manos de los obreros. Dios los tiene por responsables de presentar ante hombres y mujeres jóvenes el fruto del árbol prohibido del conocimiento del bien y del mal… Casi he llegado a temer abrir la Revista [Adventista], por miedo a que Dios limpie la casa publicadora mediante el fuego (8 Testimonies, 91).

En este punto me resulta inevitable recordar esto:

Si Dios tiene alguna nueva luz que comunicar, permitirá que sus escogidos y amados la comprendan, sin necesidad de que su mente sea iluminada oyendo a aquellos que están en tinieblas y error (Primeros escritos, 124).

La gran mayoría de la cristiandad que rechazó el clamor de media noche, las iglesias que rechazaron la verdad del santuario en especial, están en “tinieblas y error”; de una forma particular desde 1844. Constituyen la Babilonia caída; una caída que la profecía presenta como irreversible. Ahora bien, si por “tinieblas y error” se refiere al cristianismo que rechazó esas verdades especiales, ¿qué no será de la “sabiduría” secular, de las ciencias de la mente, surgidas a hombros del evolucionismo, de la negación de Dios, de la negación de la existencia de Satanás y del pecado, a hombros del hipnotismo y del espiritismo?

No creo que sea apropiado aplicar a eso “examinadlo todo”.

Se me indicó que el pasaje de Colosenses 2:8 se aplicaba especialmente al espiritismo moderno: ‘Mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo y no según Cristo’… Se creen poseedores de un poder capaz de realizar grandes obras… Sus principios y su fe son ‘conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo’. Jesús no les ha enseñado esta filosofía. Nada de esta índole puede hallarse en sus enseñanzas. Él no dirigió la mente de los pobres mortales a sí mismos, como si poseyeran algún poder. Siempre la dirigía hacia Dios, el Creador del universo, como fuente de su fortaleza y sabiduría… Los que enseñan el espiritismo se presentan de forma agradable y seductora para engañaros (1 Joyas de los Testimonios, 96).

Es otra forma de decir que los hombres amadores de sí mismos que vendrán en los postreros días, tendrán apariencia de piedad (2 Timoteo 3:1-5) al presentar su versión del evangelio “conforme a los elementos del mundo y no según Cristo”. No se presentarán como espiritistas, pero se trata de espiritismo en la enseñanza, en el concepto. Observa en la siguiente cita que la advertencia no es concretamente contra el espiritismo manifiesto, del que huiríamos como de la lepra, sino contra sus “doctrinas” o “teorías”:

Ya nos alcanzan los peligros de los últimos días, cuando algunos, sí, muchos, se apartarán de la fe, escuchando a espíritus seductores y a doctrinas de demonios. Sed cautelosos tocante a lo que leéis y a cómo escucháis. No toméis ni una partícula de interés en las teorías espiritistas. Satanás espera obtener la victoria sobre todos los que se dejen engañar por su hipnotismo. Él comienza a ejercer su poder sobre ellos tan pronto como empiezan a investigar sus teorías (Carta 123, 1904; Ministerio médico, 132; Medical Ministry, 101).

Lo expresado en la frase: “No toméis ni una partícula de interés en las teorías espiritistas”, entiendo que acota significativamente el concepto de “examinadlo todo”.

Es bueno recordar cómo Ellen White fue reticente a leer el libro de Kellogg. Por insistencia de su hijo, accedió a leer unas pocas páginas, confirmando que el libro contenía precisamente aquello contra lo que el Señor le había advertido. Puesto que la mayoría de nosotros no ha leído el libro, no podemos tener una idea cierta de lo que contenía, pero no debía ser nada burdo ni disparatado, ya que, pese a la clara e insistente advertencia de Ellen White en contra de ese proceder, pastores adventistas están actualmente ensalzando y recomendando el libro ‘Living Temple’, de Kellogg (no de forma oficial o institucional, gracias a Dios).

Al final incluyo algunas citas de Ellen White relativas a la crisis panteísta de Kellogg de 1901 (que fue una versión refinada del espiritismo, especialmente diseñada para desviar al adventismo), seguida de otro grupo de citas escritas en 1904. Veo importante lo que escribió en esa fecha posterior, ya que advirtió que lo sucedido en aquella crisis se repetiría al final del tiempo (alfa y omega, en terminología de Ellen White).

Habría de estar ciego para no reconocer en la actual incursión de la ideología emergente, el cumplimiento de esa anunciada crisis omega, y habría de ser infiel si no levantara mi protesta al respecto.

Respecto al punto tercero, entiendo que la Biblia nos anima a creer que Dios instituyó el matrimonio, a creer que él nos unió en matrimonio (a los que estamos casados), también a creer que Dios se preocupa de una forma particular, personal y constante de nuestro matrimonio, y a creer que él tiene poder para mantenerlo o restaurarlo llegado el caso. Todo eso es tener fe en Dios. Pero la expresión ‘cree en tu matrimonio’ tiene otro tenor, forma parte de un recurso psicológico al uso, que no es muy distinto a la idea de creer en uno mismo. “Cree en tu matrimonio” se lo puede decir un ateo a un matrimonio ateo en crisis, y es precisamente un consejo común en el mundo. Requiere un cierto malabarismo encajar eso en la enseñanza de Cristo, cristianizar ese recurso psicológico. De ahí mi rechazo, aun sin ser esa mi objeción principal al libro. Creo que ahí el autor se expresa de forma poco afortunada. Disculparía ese lenguaje (cree en tu matrimonio) en la espontaneidad de una conversación informal, pero escrita en un libro que defiende los valores cristianos, la encuentro fuera de lugar.

Veo una diferencia entre (1) tener fe, en el sentido de apoyarse en Dios y desconfiar de uno mismo, y (2) creer en la propia fe de uno, que es creer en uno mismo. ‘Cree en tu matrimonio’ o ‘creed en vuestro matrimonio’, lo veo claramente en la segunda categoría, y no me parece que en ese punto esté bien citado Marcos 9:23, ya que el versículo siguiente (24) especifica que el padre del muchacho no tenía precisamente confianza en su fe (“Creo, ayuda mi incredulidad”).

Entiendo que para ti, “cree en tu matrimonio” no signifique eso que critico, pero la pregunta es: ¿Qué entenderá el lector de ese libro que se está proponiendo para hacer obra misionera?

Si empleamos el mismo vocabulario que la sociedad utiliza al referirse a ese concepto espurio, ¿podemos esperar que los lectores no se sientan reforzados y asegurados en su error, al leerlo expresado en esos mismos términos en un libro? Para el lector, “cree en tu matrimonio” será equivalente a ‘cree en ti’; en definitiva, en una afirmación de uno mismo. No puedo imaginar a Jesús dando un consejo como ese, ni lo encuentro en parte alguna de la Biblia.

Me hablas de un problema semántico respecto a la autoestima. Podría ser parte del problema, y si ese es el caso, es importante reconocerlo y resolverlo. Afirmas: “La autoestima debe venirnos por el valor que Dios nos da a través de su creación y su redención”.

El valor que Dios nos da por creación y redención no nos lleva a la autoestima, sino a estimar al Creador y Redentor, y en la misma medida a nuestro prójimo, igualmente redimido por Cristo.

La definición que da la RAE de “autoestima”, es:

“Valoración generalmente positiva de sí mismo” (https://dle.rae.es/?id=4SXaTku).

Eso contrasta con lo escrito en la página 29 de El camino a Cristo:

En presencia del carácter puro y sin mancha de Cristo, el transgresor se aborrece a sí mismo. Cuanto más cerca estéis de Jesús, más imperfectos os reconoceréis (Id, 64).

Ellen White escribió a propósito del episodio en que Daniel contempló la gloria de Dios:

El alma así conmovida odiará su egoísmo y amor propio, y mediante la justicia de Cristo buscará la pureza de corazón… ¿Estáis en Cristo? No, si no os reconocéis como errados, desamparados y condenados pecadores. No, si estáis exaltando y glorificando al yo (4 Testimonies, 48).

El aprecio derivado de ser hijos de Dios por creación y redención —que es algo positivo—, Ellen White no lo identificó con la “autoestima” (self-esteem), sino con el “respeto propio” (self-respect). En sus escritos se aprecia una distinción diáfana entre ambos conceptos, y ella empleó una palabra distinta para cada uno de ellos.

“Self-esteem” aparece casi 350 veces en su literatura. He revisado una tras otra las declaraciones hasta la nº 145, y el resto de forma aleatoria. Ni en una sola ocasión he encontrado que emplee “autoestima” de forma positiva aplicada a la persona. Sólo la nombra para condenarla, al contrario que hace con el respeto propio. Ese estudio hay que hacerlo en inglés, tal como lo escribió Ellen White, ya que los traductores al castellano, quizá por miedo a ofender ese ídolo tan intocable de la autoestima, en muchas ocasiones tradujeron “self-esteem” evitando emplear la palabra “autoestima”. En lugar de dar a conocer la repulsa sin paliativos de Ellen White hacia la autoestima, en innumerables ocasiones tradujeron “amor propio”, “orgullo” o incluso “respeto propio”, allí donde ella escribió “autoestima”. Eso es muy llamativo, ya que en inglés y en castellano existe una palabra para cada uno de esos conceptos, y esos términos tienen un equivalente directo en los dos idiomas: self-esteem = autoestima; self-love = amor propio; pride = orgullo. Es claro y es sencillo.

La diferencia es marcada: “respeto propio” deriva de la conciencia de tener a Dios por Creador y Redentor; eso jamás lleva a la exaltación del yo —a la jactancia—, ya que reconoce inmediatamente que su situación ante Dios no es diferente ni superior a la de ningún otro ser humano. Tal cosa no sucede con “autoestima”, en la que uno valora lo que le es peculiar, sus logros, aquello que le lleva a verse de forma favorable ante los demás. Ahí, la jactancia no queda excluida sino propiciada. Esto último es lo que el mundo entiende por “autoestima”, y así lo reconoce la RAE en su diccionario terminológico.

Si queremos expresar el bello concepto del respeto propio, pero empleamos el término que el mundo utiliza cuando se refiere a la autoestima, si en lugar de llamarle “respeto propio” —como hizo Ellen White—, le llamamos a eso “autoestima”, ¿acaso los que nos leen o escuchan no entenderán lo que todos entienden por “autoestima”?, ¿no percibirán que estamos dando la aprobación a su concepto de autoestima, que es el mayoritario? No podemos ser ambiguos empleando una palabra que todos entienden de una determinada manera, para argumentar posteriormente que en realidad para nosotros significa otra cosa. Eso es movernos en la confusión, y es confundir a otros.

Pero temo que no se trate simplemente de un problema semántico. Escribes: “La autoestima, que no supone necesariamente amarse a sí mismo de una forma egoísta o egocéntrica, sino valorarse como ser humano en la dignidad que le corresponde, es no sólo saludable sino indispensable”.

Lamento no poder estar de acuerdo en que la autoestima sea saludable ni indispensable. Quizá sea saludable o indispensable para sobrevivir en una sociedad sin Dios —o con un falso dios—, pero es lo más inapropiado que hay para comparecer ante Dios. Habría de rechazar enseñanzas básicas de la Biblia, así como más de trescientas declaraciones del Espíritu de profecía, para aceptar eso. El clamor de quienes han tenido el privilegio de acercarse a Cristo, ha sido ‘no soy digno’, o ‘soy indigno’. ‘El Cordero es digno’, será el canto de los redimidos por la eternidad. Preservar la dignidad no es la motivación o el deseo de quienes han conocido a Cristo. El seguidor de Cristo no tiene preocupación por su dignidad (en el sentido de reputación), sino por su carácter. Eso no es incompatible con que Dios lo pueda declarar “digno” de heredar la vida eterna.

Hasta que no te sientas en disposición de sacrificar tu propia dignidad, e incluso de deponer tu vida a fin de salvar al hermano que yerra, no habrás echado la viga de tu propio ojo, de forma que estés en la condición de poder ayudar a tu hermano (Thoughts from the Mount of Blessing, 128; En El discurso maestro de Jesucristo, 109 se ha traducido erróneamente “self-dignity” -propia dignidad- por “orgullo”).

Bienaventurados los pobres en espíritu”, “bienaventurados los que lloran”, “los que tienen hambre y sed de justicia”… No parece una invitación a la autoestima o a la preservación de la dignidad.

Vale la pena recordar el episodio del fariseo y el publicano. ¿De quién de los dos se puede decir que poseía la saludable e indispensable autoestima debida a su dignidad? —Del fariseo. Sin embargo, aquel que cualquier psicólogo habría dictaminado que tenía un lamentable bajo nivel de autoestima, una ‘anomalía’, fue precisamente el que descendió justificado.

¿Qué es la justificación por la fe? Es la obra de Dios que abate en el polvo la gloria del hombre, y hace por el hombre lo que este no puede hacer por sí mismo (Testimonios para los ministros, 456).

El evangelio de la autoestima no es el evangelio de Cristo, sino el evangelio de quien exaltó el yo por encima de Cristo, el evangelio de quien hizo “una valoración generalmente positiva de sí mismo” estando ante la inmediata presencia del Dios eterno. Eso le costó al querubín cubridor la expulsión del cielo. Su principio no parece el más recomendable para quienes apreciamos el cielo.

El propio Cristo se vació de sí mismo, se anonadó a sí mismo tomando forma de siervo —hecho semejante a los hombres—; y hallado en la condición como hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Si hubiera tenido autoestima, si se hubiera amado a sí mismo, si hubiera elegido hacer valer su dignidad, pudo haber permanecido en el cielo en lugar de sacrificarse por nosotros y venir a este mundo a recibir burla, desprecio, persecución, rechazo, a ser abofeteado, escupido, desnudado y crucificado. Si él hubiera tenido autoestima, si se hubiera amado a sí mismo, estaríamos perdidos. Ya no existiríamos.

Ante el Getsemaní y el Calvario, se cura la enfermedad de la autoestima, que es la manifestación del yo, y florece la verdadera humildad, que incluye el respeto propio: el aprecio, no por lo que yo he logrado, por mi fe o por nada que haya en mí, sino por lo que Dios ha hecho y está haciendo en Cristo por mí y por los demás.

Quizá sea por eso que Jeremías 23:6, al desvelar el lema, el resumen del carácter de la obra de Dios en los últimos días, no sitúa el énfasis en un supuesto amor equivocadamente dirigido hacia nosotros mismos, ni siquiera en la ‘obediencia nuestra’ o en la ‘fe nuestra’, sino en “Jehová, justicia nuestra”.

Hablad de Jesús; piérdase el yo en Jesús. Hay demasiado bullicio y agitación en nuestra religión, mientras que se olvidan el Calvario y la cruz (5 Testimonies, 133).

Pocos reciben la gracia de Cristo con humillación del yo, con un sentido profundo y constante de su indignidad. No pueden beneficiarse de las manifestaciones del poder de Dios, pues eso reforzaría en ellos la autoestima, el orgullo y la envidia. Ese es el motivo por el que el Señor puede hacer tan poco por nosotros ahora. Dios quiere que procuréis de forma individual la perfección del amor y humildad en vuestros propios corazones (5 Testimonies, 50).

 

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Dios no nos ha encomendado la obra de publicar teorías satánicas

Ellen G. White, Manuscript 124, 1901
(“Satanic Literature”, December 8, 1901)
MANUSCRIPT RELEASES, vol. 6, M. 390, pp. 277-279

 

Escrito en el contexto de nuestra crisis panteísta de 1900: el “alfa”.

 

Satanás está vigilando todos los puestos de avanzada para ver dónde puede entrar furtivamente. Ha estado obrando durante años con todos sus engaños de impiedad, para encontrar un lugar donde asentarse en la Casa Publicadora Review and Herald. Y lo ha encontrado. Se le ha permitido entrar en el lugar mismo que siempre debió ser considerado como un lugar santo, sagrado, el templo de Dios desde donde el Señor pudiera enviar claros y resplandecientes rayos de luz a todo el mundo. Satanás ha logrado poner en manos de los empleados de nuestras casas publicadoras un tipo de literatura que tiene por objeto engañar, si es posible, a los mismos escogidos. Se ha traído a la oficina de nuestra casa publicadora material que contiene errores peligrosos, y esos errores han sido perpetuados al imprimirlos en nuestras salas y publicarse en forma de libro. Esos principios del mal han influenciado las mentes de los que han manejado este asunto. Como resultado se perderán almas para la causa de Dios. Algunos ya casi han perdido su capacidad de discernimiento entre la verdad y el error (6 Manuscript Releases, 277).

Hasta los hombres mismos que están procurando exaltar sus propios sentimientos como si fueran ciencia maravillosa, se sorprenden de que los hombres en puestos de responsabilidad en nuestra casa publicadora -una casa dedicada a la defensa de la verdad de Dios-, hayan consentido en imprimir sus libros… los empleados han manejado libros que contienen teorías espiritistas desmoralizadoras. Han dedicado su tiempo a asuntos extraños, muchos de los cuales están llenos de ciencia satánica. No han aprendido la lección de Nadab y Abiú, cuyos sentidos se embotaron por el vino y fueron incapaces de distinguir entre el fuego sagrado y el común.

Dios no nos ha encomendado la obra de publicar teorías satánicas. Se me ha representado ese tipo de literatura como contrarrestando los medios que debieran utilizarse siempre para enfrentar al enemigo en su propio terreno. Se ha permitido que libros que contienen falsas teorías salgan de un despacho controlado por los Adventistas del Séptimo Día, mientras que los libros mismos que los administradores debieron de ser activos y celosos en hacer circular por doquiera han permanecido en las estanterías sin usarse. Cuando la verdad pura se mezcla con el cieno de los engaños satánicos, ¿cómo puede obrar Dios para el avance de su causa? El hecho mismo de que la literatura satánica haya procedido de las imprentas de la Casa Publicadora Review and Herald es una victoria para las fuerzas de Satanás, puesto que aparentemente cuenta con la aprobación de la institución, y el enemigo lo aprovechará para favorecer que otros acepten ese asunto objetable (6 Manuscript Releases, 278).

La introducción de este tipo de asuntos me ha sido señalada destacadamente como siendo la forma más efectiva de desmoralizar a los que comienzan. Revela una decidida carencia en quienes se encargan de estas cuestiones. A fin de finalizar primeramente la obra mundana, se han puesto de lado libros a los que se debiera haber dado circulación en estos tiempos críticos. Se ha permitido que ingrese la literatura misma que Dios ha condenado específicamente…

Algunos en posiciones de responsabilidad no están controlados por el Espíritu Santo. El Señor tiene por administradores infieles a aquellos que han estado de acuerdo en introducir en la casa publicadora ese tipo de literatura. Pastores infieles han dejado desprotegidos a los principiantes que trabajan en la casa publicadora. Se han sembrado semillas del mal en los corazones de los principiantes y de todos los que han manejado esa literatura, semillas que brotarán y crecerán, “primero la hoja, luego el grano, y, después la mazorca de maíz completa”. El error continuará extendiéndose de esa forma (Manuscrito 124, 1901).

Hermanos, volvamos a la cordura. Estamos apartándonos de Dios en más de un sentido. ¡Cuán avergonzada me he sentido al leer un número reciente de Signs of the Times! La primera página presenta un artículo sobre Shakespeare, un hombre que murió pocos días después de una juerga con borrachera, perdiendo su vida mediante la indulgencia de su apetito pervertido. En el artículo se afirma que hizo muchas cosas buenas. Se exalta al hombre. Se coloca al mismo nivel el bien y el mal, y se publica en una revista en la que nuestro pueblo suele llevar el mensaje del tercer ángel a muchos que no pueden ser alcanzados mediante la Palabra hablada (6 Manuscript Releases, 279).

La publicación de ese artículo me impidió anoche el sueño. Me produjo una angustia mortal. Si nuestros hermanos carecen de discernimiento para ver la maldad de esos asuntos, ¿cuándo van a tenerlo? ¿Cómo es posible que no comprendan el tenor de esas cosas? Debemos permanecer en la elevada plataforma de la verdad eterna. No se debe quitar el filo a la espada de la verdad. Debemos seguir un camino directo, manejando la verdad a modo de poderosa cuchilla a fin de separar del mundo a hombres y mujeres que permanecerán como pueblo peculiar de Dios (6 Manuscript Releases, 280).


 

Recordad: la historia se va a repetir 

Ellen G. White, Manuscript 5, 1904
MANUSCRIPT RELEASES, vol. 13, M. 1074, pp. 379-381

 

Las citas que siguen tienen importancia crítica, ya que anuncian el futuro surgimiento de una crisis (“omega”) asombrosísima, de la misma naturaleza que aquella que en los años 1900 Ellen White llamó “alfa”.

 

En su Palabra, el Señor declaró lo que haría por Israel si este obedecía su voz. Pero los dirigentes del pueblo cedieron a las tentaciones de Satanás y Dios no pudo darles las bendiciones que había previsto otorgarles, debido a que no obedecieron a su voz, sino a la voz y el plan de Lucifer. Esta experiencia se volverá a repetir en los últimos años de la historia del pueblo de Dios que él ha establecido por su gracia y poder. En las escenas finales de la historia de esta tierra, hombres a quienes Dios ha honrado grandemente actuarán según los pasos del antiguo Israel (13 Manuscript Releases, 379).

Recordad: la historia se va a repetir. Los peligros que en el pasado enfrentó el pueblo de Dios, volverá a enfrentarlos en mayor intensidad. Satanás ha obtenido influencia sobre hombres a quienes Dios ha honrado por sobre toda inteligencia humana, tal como hizo con Salomón…

Teorías erróneas leudaban lo que habían presentado los sacerdotes y gobernantes. El evangelio del Antiguo Testamento había sido malinterpretado por los maestros que procuraban acomodar la presentación a su condición espiritual, en vez de exaltar la verdad y esforzarse por conducir el pueblo que decía ser el escogido de Dios a los principios santos que él les había dado…

El Señor estaba guiando a su pueblo de regreso a la verdad pura. Las Escrituras muestran lo que habían perdido y continuarían perdiendo a menos que regresaran a la Palabra, rehusando olvidar lo que un día habían oído (13 Manuscript Releases, 380).

Lo mismo sucede en nuestro tiempo. Apartarse de los principios correctos cegará el entendimiento en cuanto a qué es la verdad (13 Manuscript Releases, 381).

 

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La autoestima: la nueva Reforma

Puesto que la teología de la autoestima no procede de la Biblia (que enseña lo contrario), quizá sea de ayuda rastrear al origen histórico reciente de esa enseñanza, o al menos, saber cómo se infiltró en el cristianismo y en lo que tiene que ver con nuestra iglesia. Lo que sigue es parte de un libro que identificaré más adelante. Leemos en su capítulo tercero, titulado “Mega/Giga iglesias y el último gran engaño” (p. 51-54):

Hace cincuenta años [escrito en 2005], en 1955, Robert Schuller se instaló en Garden Grove, California, para fundar la congregación de la Iglesia Reformada de América. Con su esposa como organista y un capital de quinientos dólares, alquiló el teatro Orange Drive-in y ofreció servicios dominicales desde la terraza del bar. Mediante la implementación del “pensamiento posibilista”, la congregación creció y finalmente fundó la internacionalmente reconocida Crystal Cathedral. Sus servicios semanales, denominados “La hora del poder”, se televisan en la actualidad a través de un mayor número de cadenas que cualquier otro servicio eclesiástico.

A la vista de asuntos que hemos tratado con anterioridad, es significativo este concepto expresado en uno de los sermones de Schuller:

¡La santa Biblia confiere el poder emocional del optimismo! Conseguir que la gente se vuelva optimista es un grandísimo logro en el pensar psicológico y psiquiátrico contemporáneo. Algunos de mis queridos amigos, Martin E. Seligman por nombrar a uno de ellos, son especialistas en eso.

En una entrevista con Wendy Schuman, una productora de Beliefnet, Martin Seligman, recién elegido presidente de American Psychological Association, admitió no creer en Dios, y dijo:

Parte de mi preocupación es el enorme número de personas que como yo mismo carecen de creencias religiosas, sin embargo, quieren vivir una vida con significado.

A pesar de eso, Seligman es alguien a quien Schuller llama “mi querido amigo”, y alguien cuyos conceptos están incorporados en la predicación de Schuller.

¿Cuál es la visión de Schuller sobre el evangelismo? En “Comparte tu fe”, un sermón que predicó el 30 de septiembre del 2001, Schuller afirmó:

Durante 2.000 años, la religión se ha visto siempre a sí misma en la misión de dar a conocer a todos nuestras creencias, asegurarles que lo que creemos es la verdad, y procurar convencer a otros de que no poseen la verdad en su totalidad, así como de que deben convertirse y venir a ser como nosotros. Los protestantes han procedido así contra los católicos. Los católicos contra los protestantes. Los cristianos contra los musulmanes y los cristianos contra los judíos. Ese tipo de religión ha de derrumbarse tal como sucedió a las torres gemelas en el atentado terrorista del 9 de septiembre del 2001. No puede continuar.

Schuller cree que la segunda venida de Jesús tuvo lugar en Pentecostés, por lo tanto, no acepta su retorno escatológico al fin del mundo. Presento aquí algo más de su teología, tomada de su libro: “La autoestima: la nueva Reforma”:

·       Sí, lo que necesitamos en la iglesia cristiana mundial es nada menos que una nueva reforma. Mientras que la Reforma del siglo XVI puso el foco en la sagrada Escritura como única regla de fe y práctica, la nueva reforma nos enfocará en el sagrado derecho de cada persona a su autoestima (p. 38). 

·       El pecado es cualquier acto o pensamiento que me robe, o robe a algún otro ser humano la autoestima (p. 14).        

·       La persona está en el infierno cuando ha perdido su autoestima (p. 15).   

·       Por lo tanto, la autoestima, o “el orgullo de ser un ser humano”, es hoy la mayor y más básica necesidad para la raza humana (p. 19).

·       Es precisamente en este punto donde ha errado la teología clásica: en su insistencia de “centrarse en Dios”, en lugar de “centrarse en el hombre” (p. 65).          

·       La teología clásica define el pecado como “rebelión contra Dios”. Esa definición no es tan incorrecta como superficial e insultante hacia el ser humano (p. 65).     

·       Nacer de nuevo significa que debemos cambiar desde una autoimagen negativa a una positiva, de la inferioridad a la autoestima, del temor al amor, de la duda a la verdad (p. 68).

·       El plan maestro de Dios gira en torno a las más profundas necesidades de los seres humanos: la dignidad, el respeto propio, el valor propio y la autoestima (p. 71-72).        

·       La teología de la Reforma fracasó en aclarar que el núcleo central del pecado es la falta de autoestima… Al mismo tiempo, todo credo, toda interpretación bíblica y toda teología sistemática que asalte u ofenda la autoestima de las personas está fracasando heréticamente en ser verdaderamente cristiana (p. 135-136). 

·       El gran error de la teología clásica es no comenzar por el valor del individuo, sino tratarlo como un “pecador carente de valor”. El resultado ha sido la glorificación de la vergüenza humana en la teología cristiana (p. 180).

 

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En lo anterior encontramos una reveladora exposición del principio del amor al yo y del repudio al principio de la cruz (que ilustra la abnegación que caracteriza a Dios). Si otras cosas no lo han hecho ya, eso debiera abrir los ojos de quienes son incapaces de distinguir entre la Palabra de Dios y la cultura que nos rodea; y la cultura que nos rodea es espiritista en esencia: está enraizada en la filosofía satánica del amor a uno mismo, en la autoestima. Una lectura de Isaías 14 y de Ezequiel 28 debiera bastar para entender quién es el autor de esos principios.

Cuando Pedro invitó a Jesús a que se amara a sí mismo evadiendo la cruz, Jesús le respondió (Mateo 16): “Apártate de mí, Satanás”. No hay necesidad de concluir que Pedro estuviera poseído por un demonio. Lo que Pedro estaba haciendo es no poner la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres; es decir, estaba hablando y comportándose de acuerdo con la cultura, no sólo de aquella época y de aquel lugar, sino con la cultura de cualquier época y lugar en este mundo desde la entrada del pecado; estaba hablando según la naturaleza humana, y la naturaleza humana está corrompida por el pecado desde hace seis mil años: no responde a la voluntad de Dios, sino a la de Satanás.

Para hacernos merecedores del reproche que Jesús hizo a Pedro: “Apártate de mí, Satanás”, no es necesario que vayamos a visitar a un médium en una sesión espiritista clásica: basta con que expresemos el principio básico de la cultura humana universal, el principio básico de nuestra naturaleza humana, el principio básico de la filosofía espiritista: ‘Ámate a ti mismo, céntrate en ti mismo, ten compasión de ti’: la autoestima.

Ese es el principio cuya paternidad corresponde a Lucifer convertido en Satanás, y de ahí la expresión “apártate de mí, Satanás” aplicada al pobre Pedro, que no pensaba estar siguiendo a Satanás ni quería hacer tal cosa, pero que no estaba pensando como Dios lo hace, sino como hace la sabiduría humana. Pedro intentó aplicar a Jesús una lección de psicología “cristiana”: ‘Señor, si tienes que cumplir una gran misión de amor en favor del mundo, primero te has de amar a ti mismo’: “Ten compasión de ti mismo. ¡En ninguna manera esto te acontezca!

Respecto a la sección reproducida del libro de Schuller, es importante señalar que Rick Warren pasó tiempo junto a él tras acabar su formación en el seminario y antes de fundar Saddleback. Warren concede crédito a Schuller por el concepto de dar a las personas aquello que les gusta, sabiendo adecuar un programa que satisfaga sus necesidades. El libro Una iglesia con propósito, de Rick Warren, incluye una recomendación de Schuller en su portada. De forma tan desgraciada como reveladora, el libro de Warren está siendo vendido y recomendado en nuestras librerías de iglesia, y está siendo utilizado para programas de formación y edificación espiritual (lo mismo que libros de otros líderes no adventistas pertenecientes al movimiento de la iglesia emergente, que mantienen el mismo principio básico del amor al yo).

Schuller es autor de más de treinta libros, incluyendo cinco de ellos que han estado en la lista de los más vendidos en New York Times. Cada año, Schuller forma cientos de pastores acerca de cómo hacer crecer una iglesia, algunas veces junto a Rick Warren y Bill Hybels.

 

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Lo reproducido hasta los tres asteriscos es parte del capítulo de un libro publicado por Pacific Press en 2005, cuyo autor es Thomas Mostert, quien fue presidente de Pacific Union Conference, formó parte del Comité de directores de salud de la universidad La Sierra y el seminario Pacific Union College, acredita una licenciatura en teología por Southern Missionary College y una maestría en divinidades por la universidad Andrews.

En ese libro, Thomas Mostert analiza la incursión en la Iglesia adventista de un tipo de espiritualidad sin religión en el que están especializadas las mega-iglesias de Estados Unidos, siendo un ejemplo el fragmento que he traducido, en el que se aprecia qué lugar prominente ocupa el dios ajeno de la autoestima en todo el cristianismo contemporáneo, esa perversión del evangelio de Cristo que presenta su amor como insuficiente, de forma que debes añadirle tu propio amor a ti mismo, y que presenta como incapaz el perdón de Cristo, al que debes añadir tu propio perdón hacia ti mismo. Ese mismo falso evangelio de la psicología mundana y la autoestima, que infecta todo el mundo cristiano (Apocalipsis 18:2), es el que está llamando a la puerta del adventismo bajo el señuelo de hacerlo capaz de alcanzar al mundo postmoderno. El objetivo del libro de Thomas Mostert es ayudar a las personas a reconocer el espiritismo en sus formas modernas pseudocristianas, dentro del adventismo.

El título de su libro es: “¿HEREJÍA ENMASCARADA? ¿ESTÁ EL ESPIRITISMO INVADIENDO HOY LAS IGLESIAS ADVENTISTAS?” (Hidden Heresy? Is Spiritualism Invading Adventist Churches Today?) El contenido del libro es tan inquietante como su título, y ciertamente clarificador. Los que siguen son títulos de algunos de sus capítulos:

·       ¿Eres capaz de identificar el espiritismo moderno?

·       Peligros de mezclar la verdad con el error

·       Espiritismo en ropaje moderno

·       Planes de Satanás para la iglesia remanente

Por desgracia, parte de quienes durante años se han acudido a esas mega o giga iglesias obsesionadas con el crecimiento numérico, que sustituyen el evangelio de Cristo por el de la autoestima, son pastores adventistas en período de formación, que después han traído los conceptos aprendidos allí a nuestra iglesia, a nuestros seminarios, enseñándolos a su vez a otros, y estos a otros.

Esa es sin duda parte de la explicación de cómo es posible que comités de “expertos” estén dando el visto bueno a la publicación de libros que contienen el error de la doctrina básica del espiritismo, y que dichos libros se estén empleando, nada menos, en campañas misioneras. Cito tres de esos libros que ocupan librerías de nuestras iglesias, y que se han empleado en esfuerzos misioneros:

·       DESCUBRE TU VALOR: LA IMPORTANCIA DE LA AUTOESTIMA Y CÓMO DESARROLLARLA

·       EL PODER DE LA ESPERANZA

·       ESPERANZA PARA LA FAMILIA

Los tres son libros que presentan una nueva orientación, orientación que con dolor he procurado señalar en este y otros escritos.

A los tres citados se puede añadir el libro de lecturas devocionales UN CORAZÓN ALEGRE, publicado oficialmente en el año 2020 para el mundo hispanohablante, del mismo autor que los anteriores.

A propósito de la crisis panteísta, Ellen White escribió:

No os engañéis, muchos se apartarán de la fe prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios. Tenemos ahora delante de nosotros el alfa de ese peligro. La omega será de una naturaleza asombrosísima (1 Mensajes selectos, 231).

Se me ha instruido que hable con claridad. “Hazle frente”, es el mensaje que se me ha dado. “Hazle frente firmemente y sin demora”. Pero no hemos de hacerle frente sacando a nuestros obreros del campo para que investiguen doctrinas y puntos de diferencia. No hay tal investigación que debamos hacer. En el libro Living Temple se presenta el alfa de herejías mortíferas. La omega seguirá y será recibida por los que no estén dispuestos a prestar atención a la amonestación que Dios ha dado (1 Mensajes Selectos, 233).

El enemigo de las almas ha procurado introducir la suposición de que había de realizarse una gran reforma entre los adventistas del séptimo día, y que esa reforma consistiría en renunciar a las doctrinas que están en pie como las columnas de nuestra fe y que había de comenzar un proceso de reorganización. Si se efectuara esta reforma, ¿qué resultaría? Los principios de verdad que Dios en su sabiduría ha dado a la iglesia remanente serían descartados. Sería cambiada nuestra religión. Los principios fundamentales que han sostenido la obra durante los últimos cincuenta años serían considerados como error. Se establecería una nueva organización. Se escribirían libros de una nueva orientación. Se introduciría un sistema de filosofía intelectual. Los fundadores de ese sistema irían a las ciudades y harían una obra maravillosa (1 Mensajes selectos, 238).

¿Quién tiene autoridad para comenzar un movimiento tal? Tenemos nuestras Biblias. Tenemos nuestra experiencia, testificada por la operación milagrosa del Espíritu Santo. Tenemos una verdad que no admite transigencias. ¿No repudiaremos todo lo que no esté en armonía con esa verdad? (1 Mensajes selectos, 239).

La psicologización de la iglesia viene con el precio siniestro de incorporar la ideología básica espiritista disfrazada: el peor veneno para un pueblo remanente que debiera estar haciendo el llamado a salir de Babilonia, y que en lugar de eso está distribuyendo libros que articulan los principios fundamentales de esta. Suponiendo que esa conducta lograra hacer crecer numéricamente la iglesia, no nos estaría acercando un ápice a la resolución del conflicto de los siglos ni a la segunda venida de Cristo.

Ojalá que el Señor nos dé discernimiento para que veamos dónde, y hasta dónde hemos caído, y aceptemos el remedio que lleno de amor nos ofrece el Testigo fiel, y que se resume así:

Arrepiéntete (Apocalipsis 3:19).

  

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