Contemplar su gloria
Tema nº 4
William Brace

Vichy, 27 al 30 Sep. 2001


Tratando de aportar ideas en relación al tema anterior, más específicamente descubriendo aspectos que nos amplíen la respuesta a la pregunta que formulábamos: “si Dios sabía en su omnisciencia que Lucifer iba a pecar, ¿por qué lo creó?”, os diré que Dios, evidentemente, lo sabía todo, sabía incluso que crearlo, ya sea a él o a cualquier otra criatura inteligente y con libre albedrío, implicaba un precio carísimo: crear era morir. Dios sabía que le costaría la vida de su Hijo.

Cuando nos hacemos este tipo de preguntas, por desgracia pensamos siempre en cómo nos afecta o repercute en nosotros. Decimos así, “¡si Dios no hubiese creado a Lucifer, nosotros [yo] no tendríamos los problemas que tenemos!”, siempre el nosotros, o el yo por delante. De esto está llena nuestra mente y nuestro corazón. Pero hermanos, olvidamos el efecto que le produce nuestro comportamiento a Dios.

Os sugiero un pensamiento: los 144.000, es decir, los que han de pasar por la gran tribulación, los que entren por la fe en el lugar santísimo, no estarán preocupados por ellos mismos, no harán jamás preguntas que  reflejen su propia preocupación o su propio interés, sino que su preocupación principal será la gloria del Señor.

Continuaré con la presentación de un tema que quizá muchos de vosotros ya conozcáis, pero es demasiado importante como para no repetirlo una y otra vez.

Romanos 11:35-36

¿Quién le dio a él primero, para que le fuera recompensado?, porque de él, por él y para él son todas las cosas”

¿Creéis en lo que acabáis de leer? ¿Creéis en ese texto?

Tendemos a pensar con orgullo que hay ciertas cosas, ciertos aspectos, en nuestra salvación, de los cuales somos responsables. Esa tendencia en ocasiones se expresa así, cuando decimos casi inconscientemente: “Oh Dios, si estoy hoy aquí, en la iglesia, en tu pueblo, en tu verdad, es gracias a ti, pero yo también tengo algo que ver: tomé la decisión correcta por ti, mi inteligencia de alguna manera contó para reconocerte y hacerme cristiano”. Queridos hermanos –repito- ningún redimido hablará y cantará así. Nadie dirá en el reino de los cielos: “el 90% de lo necesario para que yo estuviera aquí, lo hizo Dios; del 10% restante me encargué yo”. Podéis tener la seguridad de que nadie pensará de ese modo. Ni siquiera nos jactaremos de haber aportado a nuestra salvación un 1% de nuestra justicia propia, sino que diremos lo que Pablo dijo por inspiración en Romanos 11:35-36.

Estuvimos tratando lo relacionado con el problema del pecado, pero ahora veremos el remedio de Dios para el pecado, porque el pecado es repulsivo para Dios y le produce indecible dolor y sufrimiento. Por tanto tiempo como continúe existiendo el pecado, el Señor continuará sintiendo ese gran dolor. Afortunadamente, él mismo tiene una solución, porque él es el Creador, y el Cordero inmolado desde el principio del mundo.

Lucas 15:4-7

¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso, y al llegar a casa reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: ‘Gozaos conmigo, porque he encontrado a mi oveja que se había perdido’’. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento”

Es una maravillosa y profunda verdad, ¿no os parece ?

He sido adventista desde hace muchos años, me he diplomado en la universidad, he predicado durante mucho tiempo, pero esta verdad tan profunda no penetró en mi corazón y mi mente hasta después de muchos años. Podéis pensar que es una cuestión de falta de recursos intelectuales. Puede ser. Se nos presenta en estos versículos a Dios tal como él es, es decir, iniciando y terminando él mismo el proceso de nuestra salvación. No somos nosotros de ninguna forma los que lo iniciamos con nuestra fe; no empieza por allí el asunto, sino que es Dios quien establece el don en nosotros en primer lugar; es Dios quien establece la fe. ¿Creéis que Dios es vuestro Creador?

Voy a hacer ahora una pregunta muy importante: ¿hay alguno de entre vosotros que sea espiritista o haya practicado el espiritismo?

Veamos cuales son las implicaciones de creer que Dios es nuestro Creador. Vayamos a Juan 3:16

De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna”

Vayamos ahora a Apocalipsis 13:8

Y le adorarán todos los habitantes de la tierra, cuyos nombres no están escritos en el Libro de la Vida del Cordero que fue muerto desde la creación del mundo”

El Cordero fue muerto desde la creación del mundo. Significa que tan pronto como hubo pecado, hubo un Salvador. Si soy reflexivo, esto me dice que la salvación tiene una base incondicional, y si es incondicional, ha de ser también universal.

Como sabéis, hay muchas creencias divergentes en cuanto a este punto. Los calvinistas creen que Dios ha destinado a unos a salvarse, y a otros a perderse. Los arminianos creen que Dios ha ofrecido la salvación, que él está alejado, que nos hace saber acerca del “don” retenido en espera de algo, y que si somos lo suficientemente rápidos y listos, podemos alcanzarlo. Pero hermanos, las Buenas Nuevas son mucho mejores que todo eso. Y quiero demostrároslo a partir de la Biblia.

Romanos 5:12-19 (mantengamos abiertas nuestras Biblias aquí)

Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Antes de la Ley ya había pecado en el mundo; pero donde no hay Ley, no se inculpa de pecado. No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir. Pero el don no fue como la transgresión, porque si por la transgresión de aquel uno muchos murieron, la gracia y el don de Dios abundaron para muchos por la gracia de un solo hombre, Jesucristo. Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó, porque, ciertamente, el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación. Si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación que produce vida. Así como por la desobediencia de un hombre muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos”

Este concepto de la justificación legal, temporal, universal, forense o corporativa, resulta muy difícil de entender y aceptar por parte de muchos adventistas, porque les da la sensación de que hace la salvación demasiado fácil. Esperamos estar en el cielo algún día, y de alguna forma nos gustaría sentir que somos responsables o que es gracias a algo en nosotros, por lo que finalmente estaremos allí. Pero hemos leído en Romanos 11:35-36 que todo es de Dios, de él, gracias a él y para él. Y estoy agradecido de que sea así, porque sé que ni siquiera mi fe puede salvarme. E. White nos recordó que no podemos convertir a la fe en nuestro salvador.

Trataremos de hablar de la fe más adelante, pero ahora quiero hablaros de la justificación. Como sabéis, la justificación tiene dos facetas: (1) la que es objetiva, legal o corporativa; (2) y la subjetiva o justificación por la fe.

Quiero compartir con vosotros una preocupación, y creo que la comparten muchos de los que simpatizan con el mensaje de 1888. Esto os servirá también para poder compartir esto con otros que no son adventistas, para exponerlo en términos comprensibles. Cuando se habla de justificación y santificación, lo frecuente es tener al auditorio aburrido o dormido. Como pastor que ha tenido la oportunidad de dar muchos sermones evangelísticos, conozco el desafío de tener que presentar estos temas a personas que no están especialmente despiertas desde el punto de vista espiritual.

Vayamos ahora al texto (Rom. 5:12-19) Podríamos traducir así el versículo 15: “el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno [Adán] todos mueren, abundaron mucho más para todos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo.” El texto griego emplea el artículo definido “los muchos”. El texto no dice que “murieron muchos”, sino que “murieron los muchos”. Estos “los muchos”, en el contexto y en el lenguaje griego significa “todos”. Leed ahora el versículo 19:

Así como por la desobediencia de un hombre [los] muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, [los] muchos serán constituidos justos”

Estos “los muchos”, que son “todos”, es lo que más nos cuesta creer. Leamos ahora el versículo 18:

Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación que produce vida”

E. White dice que “en el don incomparable de su Hijo, Dios rodeó al mundo entero con una atmósfera de gracia tan real como el aire que respiramos” (CC 68), y la Biblia nos dice una y otra vez que todo hombre, mujer y niño que haya vivido alguna vez, es porque ha recibido el don de la vida. No porque se le haya ofrecido el don,  sino porque le ha sido dado. No es simplemente una oferta, sino un don; un regalo mediante Jesucristo. La maravillosa Buena Nueva es que Dios ha puesto el don de la vida en las manos de cada ser humano. Deducimos pues que hay una sola forma en la que el hombre puede perderse. ¿Cuál es? mediante la incredulidad (Marcos 16:16; Juan 3:18). Cuando despreciamos el don tal cual Dios nos lo da, y lo desechamos, eso constituye nuestra perdición.

1 Juan 4:14, Hebreos 2:9 y 15 y 1 Timoteo 4:10

Y nosotros hemos visto y testificado que el Padre ha enviado al Hijo para ser Salvador del mundo”

...para que por gracia de Dios gustase la muerte por todos... y librar a los que por el temor de la muerte estaban por toda la vida sujetos a servidumbre”

...esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen”

Gustó la muerte por todos [en realidad, no antropos sino pantos], libró a todos los que estaban en servidumbre. Es Salvador de todos. Os pregunto: ¿creéis esto? ¿O bien albergáis la orgullosa pretensión de que lo convertís en Salvador “vuestro” al dar el primer paso y creer en él? Recordad: no hemos leído que gustó la muerte por los creyentes; no hemos leído que libró a algunos que estaban sujetos a servidumbre; y no hemos leído que es el Salvador posible, o el que ofrece la salvación. Hermanos: el evangelio es la única realidad existente, porque Dios es la única realidad.

1 Juan 2:1-2

Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis. Pero si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo, el justo. Él es la propiciación por nuestros pecados, y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”

¿No son acaso los textos leídos muy Buenas Nuevas? Así que, podemos decir que “en Cristo” hemos sido salvos.

2 Corintios 5:14

El amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron”

Amigos, Pablo dice que si Uno murió por todos, luego todos murieron. A Pablo, pensar y escribir eso le resultaba totalmente lógico; no le suponía ningún problema la gloriosa realidad de que “en Cristo” toda la raza humana murió aquel viernes en la cruz del Calvario.

Para muchos, incluyendo a teólogos,  este concepto paulino de “en Cristo”, es una idea “mística”. Y ahora estoy pensando en un teólogo muy conocido, que me dijo precisamente eso, que era una idea “mística”. Tuve que responderle que el mismo misterio que rodea al concepto de “nosotros muriendo en Cristo”, rodea también al concepto de “Cristo en nosotros, esperanza de gloria”. Le pregunté: ¿Cuál es la diferencia entre decir que nosotros estuvimos en Cristo, y decir que Cristo esté en nosotros? No puede ser que uno sea un concepto “místico”, y el otro bíblico. O los dos son “místicos”, o los dos son bíblicos. Ambos están más allá de lo que la mente human puede comprender, como sucede también con el concepto de que estamos “en Cristo” por la fe, al creer en él. Es tan bíblico, y tan místico, como la realidad de que todos estuvimos “en Cristo” por la gracia.

2 Timoteo 1:9 (Ver también Col. 2:13; Efe. 2:1 y 5)

Que nos salvó y llamó con vocación santa, no conforme a nuestras obras, mas según el intento suyo y gracia, la cual nos es dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos

Ésta es una gloriosa verdad que Dios ha proporcionado a su iglesia. Veamos Tito 2:11

La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a toda la humanidad”

La salvación a sido manifestada o traída a todos los hombres.

¿Conocéis la historia de la mujer junto al pozo en Samaria? Esa mujer junto al pozo quiso compartir con los samaritanos las Buenas Nuevas, tras haberlas conocido a partir de su entrevista con Cristo. Ved cuál fue el testimonio de los que estuvieron oyendo a Cristo durante dos días:

Juan 4:39-42

Muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: ‘Me dijo todo lo que he hecho’. Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedara con ellos, y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron por la palabra de él, y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por lo que has dicho, pues nosotros mismos hemos oído y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo”

Es curioso: personas a las que se podría llamar “bebés en Cristo”, o creyentes recientes, reconocieron a Cristo como al Salvador del mundo, y sin embargo hoy, a muchos de nosotros nos parece imposible aceptar eso, ¡por “difícil de entender”! Como ya dije antes, a muchos de nosotros nos parece inconveniente que la Buenas Nuevas sean realmente tan buenas, y que el “mundo”, que “todos” estén en su alcance. Pero creo que unas Buenas Nuevas tales han de traer reavivamiento a cada alma, a cada creyente cuyo orgullo no se interponga a la aceptación de la verdad de que “todo proviene de Dios”.

2 Corintios 5:17-19

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación: Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación”

Pregunto: ¿Podemos reconciliarnos con Dios? -Es imposible. Tenemos la idea errónea de que es con nuestra fe como podemos reconciliarnos con Dios, pero no es así. La Biblia nos dice que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo mismo al mundo entero, ya que la reconciliación o justificación es una obra exclusiva de Dios. Dios nos miró, y vio que éramos absolutamente incapaces de hacer una cosa así. Nos vio como a la mujer sirofenicia o cananea, y vio que nuestras vidas nos llevaban a la destrucción, que no éramos capaces siquiera de tenernos en pie. Pero él es el Gran Médico que sanó del pecado al mundo entero. Desafortunadamente, el mundo no quiere aceptar esta realidad, pero ni uno solo tiene por qué perderse. Por favor, que nadie entre nosotros desprecie este don dado en Jesucristo.

Al principio os pregunté si erais creacionistas, si aceptabais el relato de la creación. También os he preguntado si erais espiritistas. ¿Recordáis?

Creo que en las horas finales de este mundo, habrá un pueblo que verá y considerará a Dios como a su Creador y Redentor; porque, ¿sabéis?: una cosa y la otra no se pueden separar. El hecho de que Dios nos haya dado el Sábado, tiene muchísimas más implicaciones de las que habíamos percibido hasta ahora. El Sábado nos dice que Dios es Creador y Redentor. Solemos hablar del Sábado señalando a Dios como a nuestro Creador, y simplemente en términos de haber creado este mundo. Pero debemos recordar también que Dios es Creador de nuestra salvación, y no sólo eso, sino que es también Creador del medio -la fe- por el cual nos apropiamos de esa salvación.

A pesar de todo esto, aún hay algunos que piensan que Dios simplemente nos ofrece la salvación, que hizo únicamente provisión para nuestra salvación. Tengamos cuidado a la hora de entender y aplicar la palabra “provisión”. Es cierto que hizo “provisión”, pero hay más de una forma de entender este término, así que seamos prudentes.

Es importante reconocer que lo que Dios nos ha dado es mucho más que una simple oferta provisional. Y algunos dicen: “¡Oh, sí!, está ahí, pero no significa nada a menos que yo lo acepte”. Cuando pensamos así, estamos minimizando lo que Dios nos ha dado y el precio que le costó, y por el contrario estamos exaltando nuestra respuesta, lo que nosotros hacemos. La fe, ciertamente, es importante. Hablamos de la justificación por la fe, y verdaderamente lo debemos hacer. Pero aquellos que creen que la realidad de la salvación no empieza hasta que “yo” acepto a Cristo como a mi Salvador personal, sin darse cuenta están haciendo a Dios un espiritista.

Dios es espíritu, pero no es espiritista. Creo que hemos de ser espirituales, pero de ninguna forma espiritistas. Distinguimos bien entre la espiritualidad y el espiritismo. E. White tuvo una importante visión, y vio a Jesús hablando con el Padre, y preguntó a Jesús: “¿tiene el Padre forma?”

¿Alguien recuerda esa visión? ¿Qué respondió Jesús? Su respuesta fue afirmativa. Jesús dijo, “sí, mi Padre tiene forma”. En otras palabras, tiene lo que podemos entender por sustancia. Y Dios nos ha dado la sustancia, la realidad, de la salvación. Si creéis que la salvación no es ninguna realidad hasta que vosotros no la aceptáis por vuestra fe, estáis diciendo en realidad, inconscientemente, que vosotros mismos habéis tenido la facultad de crear la realidad de la salvación, de convertirla en sustancia, al “crear” vuestra fe. Sin embargo, la salvación existe por sí misma como una realidad para la raza humana entera, sea que la aceptemos, o que no. Puesto que Jesucristo es el Don de la salvación, así es de real nuestra salvación, tan real como Jesucristo, quien es nuestra salvación.

A veces nos hemos dejado influenciar por la filosofía griega, y pensamos que la única realidad es aquella que existe en nuestra mente. Os pongo un ejemplo: mirad algún objeto que tengáis delante vuestro. El pensamiento griego dice que ese objeto no tiene realidad hasta que yo lo capto con mi mente, y fuera de mi concepción, ese objeto no tiene realidad (así razona la filosofía griega).

Muchos, hoy en día, dicen que el santuario celestial no existe en realidad en el cielo, no tiene una realidad física, sino que existe solamente lo que podríamos llamar “la idea” del santuario. Así que, consciente o inconscientemente, tratan de deshacerse de lo real, y espiritualizan el concepto de santuario celestial. Pero no se paran ahí, porque ahora algunos también espiritualizan la realidad del Sábado, y dicen, “si realmente quieres guardar el Sábado literalmente, como día físico, entonces eres un legalista, porque lo único importante no es el día físico, sino ‘la idea’ del Sábado”. Tenemos por desgracia personas que han llegado a estas conclusiones, porque no se dan cuenta de la realidad de Dios y de la realidad del Evangelio, una realidad objetiva, que existe por sí misma, soberana e independiente de nuestra respuesta. Recordad que cuando se trata del Evangelio, vosotros no sois los creadores, sino los creyentes. Es decir, es Dios el que lo ha creado, y os lo ha dado como una realidad, lo ha puesto en vuestras manos, y nos dice: “Ten este regalo del Evangelio. Cuídalo. Ámalo. Aprécialo”.

Isaías 44:22

Yo deshice como a una nube tus rebeliones y como a una niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí”

Es el privilegio de toda alma, oír en esas palabras inspiradas la voz del Buen Pastor, hablando personalmente a su corazón. Es tu privilegio, mi amigo y hermano, no solamente creerlo para ti, sino darle esa Buena Nueva al mundo. Recuerda: y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación”.

E. White nos muestra una interesantísima percepción en cuanto al origen del pecado. Nos dice en Patriarcas y Profetas que Lucifer no apreció lo que Dios le había dado, no hubo en él agradecimiento, su corazón no desarrolló gratitud, y esta es parte de la razón por la que cayó en el pecado; si no la razón, el mecanismo por el que cayó.

Así que, cuando vosotros y yo comprendemos lo que costó a Dios darnos el don de la salvación en su Hijo, y la realidad de que siendo aún pecadores, Cristo murió por todos nosotros, que dio su Don por los impíos -como dice Pablo en Romanos 5:6- no importándole lo que nosotros éramos... Cuando apreciamos esto, triunfamos, y lo más importante: triunfa él en nosotros. Si fracasamos en tener aprecio y gratitud por este maravilloso Don, entonces lo deshonramos ante el universo, y nos condenamos a la muerte eterna.

Para concluir os quería pedir que abrierais vuestras Biblias en Génesis 15:1-6

Después de estas cosas Abram recibió palabra del Eterno en visión, que le dijo: ‘No temas, Abram. Yo soy tu escudo, y tu galardón sobremanera grande’. Y Abram respondió: ‘Señor, Eterno, ¿qué me has de dar siendo que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es el damasceno Eliécer?’ Y agregó Abram: ‘Mira que no me has dado prole, y mi heredero será un siervo nacido en mi casa’. Entonces el Eterno le dijo: ‘No heredará ese hombre, sino un hijo tuyo será tu heredero’. Y lo sacó fuera y le dijo: ‘Mira el cielo, y cuenta las estrellas, si las puedes contar’. Y agregó: ‘Así será tu descendencia’. Y Abram creyó al Señor, y eso se le contó por justicia”

Es un relato bien conocido. Lo hemos leído muchas veces. Abram no era todavía el padre de la fe. Se le había prometido un hijo. Jehová le dijo: ‘ven, echa un vistazo al cielo en la noche’; le mostró las estrellas, más de las que puede contar una persona, y le dijo: ‘tu descendencia será así: incontable’. Luego viene el famoso texto del versículo 6: "Y Abram creyó al Señor, y eso se le contó por justicia". Esta es la primera vez que aparece en la Biblia la palabra “creyó”, o “creer”. ¿Sabéis cuál es la palabra original en el hebreo? “Amén”. Sí, eso es lo que dice el original. Así que, cuando Dios le hizo esta demostración, esta promesa a Abram, mostrándole el incontable número de estrellas en el firmamento, Abram estuvo tan agradecido, tan sobrecogido, que clamó “Amén”.

Esto es lo que Dios espera de ti y de mí, cuando comprendemos la realidad de la Salvación, es decir, lo que le costó a Dios nuestra Salvación. Si al apreciar esta salvación tan grande nuestros corazones se desbordan en agradecimiento y claman, “¡Amén!” (que así sea), eso es lo que Dios desea y espera, y ciertamente lo que merece, porque “el Cordero es digno”. Y también esta es mi oración hoy; que vosotros y yo seamos el Amén de Dios en las horas finales de la historia. Él es el único y gran Dios, y nos ha dado lo equivalente a lo que él es. No sólo nos ha dado todo lo que somos y tenemos. No. En el don eterno de su Hijo nos ha dado todo lo que él es y todo lo que él tiene. Y nosotros, que éramos y somos indignos, somos los recipientes de este don sublime. El Señor nos llama para que lo demos a conocer al mundo, para que le expliquemos cuán buenas y maravillosas son las Buenas Nuevas. ¡Amén!

 

Descargarlo
www.libros1888.com