Contemplar su gloria
Tema nº 1
William Brace
Vichy, 27 al 30 Sep. 2001
Hablo muy poco francés a pesar de ser canadiense. Me siento feliz de encontrarme entre vosotros hoy.
¿Cuántos de vosotros estuvisteis aquí cuando vine en 1995? Estoy encantado por veros de nuevo. ¿Cuántos estáis aquí por primera vez en una convención sobre el mensaje de 1888? Muy bien. Veo que hay muchos. Os doy la bienvenida. Espero que sean momentos inspiradores.
Como introducción, quiero evocar una escena. Quisiera referirme a lo sucedido en Nueva York el pasado 11 de septiembre. Me ha tomado dos días el venir desde Boston aquí. Tenía previsto llegar ayer, pero cuando estaba a punto de embarcarme en el avión, tuve que esperar 6 horas porque hubo una amenaza de bomba. Encontraron unos objetos punzantes en la maleta de alguno de los pasajeros del avión, de forma que empezaron a registrar y a buscar cualquier otro objeto que pudiese ser sospechoso o peligroso. Finalmente cancelaron el vuelo. A las cuatro de la madrugada hube de regresar a casa. Y tuve que esperar varias horas hasta poder tomar por fin el avión. He llegado esta mañana y el hermano George ha venido a recogerme al aeropuerto. Perdonadme pues, si no estoy en mis plenas capacidades debido a que llevo dos días casi sin dormir. Creo que esta noche me pondré en la cama con auténtico placer.
En la últimas dos semanas con toda seguridad habréis presenciado escenas dramáticas en las noticias televisadas. En Estados Unidos están empezando a pasar muchas cosas que no habían sucedido antes. Lo sucedido el 11 de septiembre es uno de los acontecimientos más terroríficos que ningún norteamericano había presenciado jamás. Quizá hayáis contemplado el hundimiento de las torres gemelas. Os puedo asegurar que ha significado para América una tremenda conmoción. Hasta cierto punto, el terrorismo ha sido el modus vivendi de muchos grupos en diversos países de Europa; la mayoría de vosotros estáis ya acostumbrados, pero lo que sucedió en Estados Unidos ha sido motivo de conmoción incluso mucho más que lo sucedido en Pearl Harbor. Las personas están aún aterrorizadas. La tierra de América ha sido siempre un bastión por la libertad, pero ahora están empezando a suscitarse leyes en los congresos, leyes restrictivas, que limitan los derechos de las personas, sobre todo de los que no son ciudadanos americanos, restringiendo su libertad.
Hace años, en una de mis visitas a Rusia, hablé a algunos de los estudiantes de los seminarios, y una de las preguntas que me hacían era en cuanto a las leyes dominicales. Estos estudiantes habían oído a un predicador norteamericano, que había venido a Rusia antes que yo, asegurándoles que estaba aprobada una ley dominical en los Estados Unidos... Les dije que no, que eso no era así, que no era cierto.
Temo siempre ser malinterpretado. No estoy diciendo que en Estados Unidos se esté a punto de aprobar una ley dominical. Recordad: no es eso lo que estoy diciendo.
Lo que sí os aseguro es que estamos un paso más cerca de las escenas finales. Hemos sabido que al menos nueve adventistas han muerto en los atentados. La mayor parte de ellos trabajaban en las torres gemelas, y es muy triste para nosotros el saber que algún miembro de la familia adventista ha perecido. El copiloto del vuelo 93 que se estrelló en Pensylvania era adventista. Como sabéis, algunos de estos vuelos partieron de Boston. Sé de hermanos que han perdido familiares, colaboradores y amigos. Es algo muy triste; sin duda alguna es un tiempo de prueba. Para ser sincero os diré que dudé en venir. Estuve orando, pidiéndole a Dios cuál era su voluntad, si tenía que venir aquí o no. Algunos miembros en mi congregación estaban anímicamente destrozados. Me sentía en la obligación de tratar de acompañarlos y consolarlos en su angustia. En América nos estamos anticipando a vivir momentos quizá aún peores, cuando nuestro país pueda responder militarmente.
Aquellos de nosotros que somos estudiosos de las profecías, estamos observando cuidadosamente lo que sucede y lo que está a punto de suceder. Todos sabéis que el país de América es muy prominente en las últimas escenas de la historia y del relato profético, así que, si en algún momento necesitamos algún mensaje de parte del Señor, es ahora. Muchas veces, al leer la Biblia, preguntamos: ¿qué dice el Señor en cuanto a esto? Hermanos, ahora es un tiempo maravilloso para vosotros y para mí, para que oigamos aquí, quizá por primera vez, esto a lo que Ellen White se refirió como un “preciosísimo mensaje”. Así que esta tarde, al continuar, os quisiera dar un breve bosquejo de este mensaje que fue proclamado por primera vez hace unos 100 años. Quizá alguno de vosotros no conozca todavía la historia de este mensaje. A mí siempre me ha gustado, y me consuela el saber que no tenemos nada que temer del futuro a menos que olvidemos la forma en la que Dios nos ha conducido en el pasado.
Nos referiremos en más profundidad a la cuestión histórica en las próximas charlas: lo sucedido a finales del siglo XIX en Estados Unidos. Ese mensaje se proclamó a través de dos mensajeros: E.J. Waggoner y A.T. Jones, respaldados por E. White.
Os quisiera recordar alguna cita. Son palabras de E. White: “He trabajado de lugar en lugar asistiendo a lugares donde se ha presentado el mensaje de la justicia de Cristo, y he visto el poder de Dios asistir a la presentación del mensaje allá donde se haya predicado. Como una oleada de gloria la bendición del Señor estuvo sobre nosotros, mientras señalábamos al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. El Señor reveló su gloria, y sentimos la acción profunda del Espíritu Santo. En todo lugar la predicación del mensaje llevó a la confesión del pecado, y al abandono de la iniquidad” (R&H, 18 marzo 1890).
Como sabéis, este mensaje comenzó a predicarse en una época muy crucial de la historia de los Estados Unidos y de hecho del mundo. Había por entonces una discusión en el congreso de los Estados Unidos en cuanto a si debía aprobarse o no una ley dominical. Y mediante este precioso mensaje de la justicia de Cristo, Jesús intentaba preparar a su Esposa para su venida. Desgraciadamente, este mensaje fue mantenido alejado del pueblo en gran medida, fue rechazado. Dijo E. White que debido a la incapacidad por parte de la Esposa de recibir este mensaje -particularmente de sus dirigentes- al Señor no le fue posible proseguir su camino en la proclamación de este mensaje. La hermana White afirmó que el “chasco” de Jesús era “indescriptible”.
Así que... ¡aquí nos encontramos más de cien años después! El mundo está quizá al borde de una gravísima crisis, y lo que necesita oír ahora es lo mismo que necesitamos oír nosotros, a fin de que toda la tierra pueda ser alumbrada con la gloria de Dios, tal como describe Apocalipsis 18.
Lo que necesitamos, y lo que el mundo necesita, es precisamente este preciosísimo mensaje de Jesucristo. Tengo otra cita de la pluma de E. White. Está también en Review and Herald. Quizá la conozcáis: “Un solo interés prevalecerá, un tema absorberá a todos los demás, Cristo nuestra Justicia” (Hijos e hijas de Dios, p. 261). Creo que muchos ya conocíais esta cita, y creo que Dios desea que conozcamos este mensaje, no de una forma meramente intelectual, sino que lo conozcamos espiritualmente: de corazón.
¿Habéis traído vuestras biblias esta tarde? -Veo que sí.
Abramos nuestras biblias en Apocalipsis 10:7:
“En los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas”
Se nos dice que el misterio será consumado, acabado, cumplido. Sabéis que aquí, en este contexto, el “misterio” no se refiere a algo oculto, sino a algo revelado. Así que este séptimo ángel tiene algo muy importante que declararnos: nos dice que el misterio de Dios será consumado. Ahora examinemos algunos versículos que nos ayuden a comprender en qué consiste este misterio.
Efesios 1:9-10:
“Él nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en el cumplimiento de los tiempos establecidos, así las que están en los cielos como las que están en la tierra”
Hay un interesante fenómeno que está ocurriendo en América, algo que no conocíamos con anterioridad. Desde la tragedia del 11 de septiembre el mundo está volviéndose a la religión de una forma en la que nunca antes se había visto. Quizá hayáis visto cómo se reúnen las religiones entre sí. En todos los lugares del país, no solamente en Nueva York y Washington, sino en todos los lugares de Estados Unidos, las personas de diferentes religiones se unen para orar, hasta incluso judíos y musulmanes. Musulmanes oran con católicos. Católicos oran con protestantes, hasta incluso ¡los ateos oran! Estamos observando un deseo ecuménico de unión, como el que no habíamos visto jamás en toda la historia de América. Estas barreras que separaban diferentes religiones, pronto han resultado derrumbadas. Personas de diferentes religiones están ahora diciendo: ‘¡esto es maravilloso, es una bendición que deriva de esta terrible tragedia !’ Así que a medida que presenciamos estos acontecimientos, como adventistas podemos ver cuán rápidamente puede producirse un cumplimiento de lo que predijo la hermana White: “los movimientos finales serán rápidos”.
Muchos adventistas se preguntaban cómo era posible que llegase a producirse la unión de estas religiones, pero ahora eso está sucediendo más rápidamente de lo que nadie podía imaginar. Los hombres quieren hacer muchas cosas que sólo Dios puede hacer, porque sólo en la potestad de Dios está llevar a los hombres a la auténtica unidad, porque esa unidad sólo puede ser un fruto de la revelación de su gracia y su verdad.
Uno de los misterios de Dios que ha de ser revelado, o quizá se diría mejor: parte de ese misterio, consiste en que él ha de reunir todas las cosas en el cielo y en la tierra (vers. 10).
Efesios 3:3 y 6:
“Por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente... que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio”
No sé como sucede aquí en Francia, pero tengo lo que se podría decir como sospechas, quizá impresiones, de que hasta aquí en la historia de la Iglesia Adventista ha sido más bien difícil conseguir la unidad al presentar nuestras creencias. La mayor parte del crecimiento de la iglesia en Estados Unidos se produce en grupos étnicos minoritarios: asiáticos y extranjeros, en todo caso. Como sabéis, en Europa y en otros lugares como el Japón, tenemos lugares donde abunda el materialismo, el secularismo, y en estos grupos sociales, en estos países, la Iglesia Adventista tiene una representación insignificante. Sin embargo tenemos la promesa de llegar con el evangelio a todo el mundo.
1 Timoteo 3:16:
“Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el Espíritu”
El mensaje que Dios quiere que la iglesia predique a un mundo que perece, es un mensaje que está centrado en Jesucristo. Jesús prometió (Juan 12:32):
“Y yo, cuando sea levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo”
Quiero daros con amabilidad una advertencia en esta noche: Hay muchos cristos deambulando por la cristiandad, y eso nos obliga a estar seguros de que predicamos y creemos al verdadero Cristo, no a cualquier cristo. Nosotros, como adventistas, conocemos la advertencia de Mateo 24:24 en cuanto a la existencia de falsos cristos, y no debemos ser engañados.
Recordad la posibilidad que apuntó Jesús de que hasta los mismos elegidos podrían llegar a ser seducidos. Se nos ha dicho también que en las horas finales de este mundo abundará la iniquidad y el amor de muchos se enfriará. Así que, amigos, os animo a que consideréis que el tema al que prestaremos atención en estos días, es un asunto de vida o muerte. No olvidemos que está teniendo lugar una gran controversia hoy en día. Que el drama del conflicto de los siglos está apurando sus últimas escenas.
Leamos ahora otro texto que se relaciona con el misterio de Dios. Colosenses 1:26-28:
“El misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos. A ellos Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, esperanza de gloria. Nosotros anunciamos a Cristo, amonestando a todo hombre y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre”
Creo de todo corazón que el mensaje de 1888, que eleva y exalta a Cristo y su justicia, y nos revela cara a cara el carácter mismo de la gloria de Dios, es lo único que tiene verdadero poder transformador para presentarnos perfectos en Cristo Jesús. El mensaje del adventismo del séptimo día nunca tuvo como objetivo el prepararnos para la resurrección. Nuestro mensaje adventista tiene como objetivo prepararnos para la traslación.
Muchas veces tengo la sensación de que muchas personas en nuestra iglesia han olvidado esto. Muchos han concluido erróneamente que el mensaje adventista es el mismo mensaje que predica Bill Graham, solamente que nosotros le añadimos la ley y el sábado. Eso es una barbaridad. No es así. El mensaje de 1888 tiene por objeto presentar la justicia de Cristo, la base misma del evangelio, en el contexto del ministerio sumo-sacerdotal de Jesucristo en el lugar santísimo del santuario celestial, en el Día de la purificación del mismo. Y la purificación de este santuario (del santuario celestial), y del santuario de nuestros corazones, van paralelos en este Día antitípico (real) de la expiación.
¿Qué sucede hoy en los Estados Unidos? La verdad es que lo que sucede en Estados Unidos tiene poca importancia cuando se lo compara con lo que está sucediendo en el lugar santísimo del santuario celestial. Jesús nos invita a seguirlo en ese ministerio (Apocalipsis 14:4-5):
“Estos son los que no se han contaminado con mujeres, pues son vírgenes. Son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero. En sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios”
Dios anhela la consumación de las “bodas”, y nos invita a seguir a Jesús en el lugar santísimo, lugar donde finalmente la esposa se ha de unir con Cristo. Y este mensaje de 1888 tiene que restaurar en nosotros la imagen de Dios, para presentarnos perfectos en Cristo Jesús. Cuando se alcance esta perfección, el misterio de Dios será consumado. Veremos las consecuencias de la Cruz del Calvario, porque este mensaje está centrado muy especialmente en la Cruz.
Para terminar, otros dos aspectos clave. Estos dos principios nos ayudarán enormemente a comprender la grandeza del mensaje.
Primeramente: Como sabéis, han habido muchas discusiones en el seno de la Iglesia Adventista, y también con otras denominaciones, y seguramente en la esfera individual también habéis tenido problemas al intentar compartir el mensaje adventista con otras personas que no eran creyentes. Quizá habéis argüido con textos bíblicos para intentar probar la validez de los principios que estabais presentando, de vuestras ideas. Y habréis encontrado seguramente personas que quizá conocían sus Biblias, y esas personas os han respondido con sus propios textos bíblicos. Así que, os encontráis que vosotros tenéis vuestros propios versículos probatorios de vuestros puntos de vista, y los demás tienen también los suyos, según ellos.
Para comprender bien el mensaje adventista hay que tener un fundamento hermenéutico sólido. Si os pregunto hoy cuál es vuestro principio de interpretación al abrir las Escrituras, ¿qué responderéis? A menos que tengáis un principio hermenéutico, es decir, un principio de interpretación, podéis tropezar sobre muchísimos textos, igual que sucede en matemáticas o en física, donde se formulan razonamientos para comprender fenómenos. Si no encontráis la fórmula, va a ser muy difícil que lleguéis a una conclusión útil o válida. Así que quiero presentaros cuál es mi conclusión en cuanto a cuál es el principio al que debemos recurrir para interpretar las Escrituras correctamente. Este principio de interpretación se puede resumir en una sola palabra: ÁGAPE. Aunque no lo parezca, esto es muy, muy importante.
He visto muchísimas y acaloradas discusiones entre adventistas en relación con este mensaje, y me he dado cuenta de que la razón por la cual continuaban habiendo diferencias, es porque no hemos puesto sobre la mesa este principio de interpretación, es decir, el ágape. Creo que todos conocéis cuál es el significado de esta palabra griega (amor), y creo que conocéis cuál es esta clase de amor desprovisto de todo egoísmo. Es el tipo de amor divino. No es natural en ninguno de nosotros. No lo heredamos. Es un don.
Y ahora veamos otra perspectiva en cuanto a este concepto. No lo hago muy a menudo. Si tuviese que escribir algo, escribiría esto a continuación de la palabra ágape: “Descender”, o quizá aún mejor, “condescender”. Es muy importante. Especialmente en lo relacionado con el tema de la gran controversia, y también en lo relacionado con la experiencia que Dios espera que tengamos en el lugar santísimo.
En vuestra mente, después de escuchar esto, cuando estéis solos, al sacar conclusiones acerca de lo que habéis oído aquí, quiero que recordéis que no solamente el ágape es un tipo de amor que no busca lo suyo, que está absolutamente desprovisto de todo egoísmo, sino que también es un amor que se rebaja, que se humilla, que se anonada. Muchos están confundidos en cuanto a lo que significa la experiencia del lugar santísimo, están confundidos en cuanto a cuál es su objetivo.
Una cosa más: espero no causaros ningún problema cuando escuchéis esta declaración del Deseado de todas las gentes, p. 419. Considero a E. White como al mayor teólogo desde los días del apóstol Pablo. Tiene profundas visiones del carácter de Cristo, sin paralelo desde que fue escrita la Biblia. Ésta es la declaración: “La percepción y apreciación de la verdad, dijo, dependen menos de la mente que del corazón”.
Esta es una afirmación profunda, y la tenemos que considerar muy seriamente. Estamos viviendo en una cultura, aquí en Europa (lo mismo que en América), que tiene una cantidad enorme de conocimiento, en el sentido de acumulación de conceptos intelectuales, pero en 1ª de Corintios 13, Pablo nos advierte que el conocimiento, la ciencia, “hinchan”. La cultura occidental pone mucho énfasis en el tema de la mente, en la acumulación de conocimiento entendido como datos. Pero este mensaje de 1888 tiene por objeto el elevarnos hasta los lugares celestiales en Cristo Jesús, al mismo tiempo tiene por objeto el abatir la gloria del hombre hasta el polvo, así que nos dirigiremos a nuestro corazón sabiendo que eso será doloroso, puesto que serán revelados nuestros pecados, y para el ser humano es un hecho natural el rehuir la humillación.
Mi último pensamiento para vosotros esta tarde es éste: Estad apercibidos de que el Espíritu del Señor está intentando hablaros no solamente a la mente, sino que está especialmente preocupado porque este mensaje penetre en vuestro corazón. Tenemos que orar con seriedad a fin de que Cristo habite en nuestro corazón.
Algunos de vosotros quizá en otras ocasiones habéis venido ya aquí, y sé que es fácil pensar que ya conocemos este mensaje. Pero ahora quiero haceros una pregunta: ¿Creéis que Dios está ansioso de que haya unidad con él? ¿Creéis que está deseoso de pasar la eternidad con vosotros? ¿Pensáis que Dios está anhelando veros cara a cara? Si es así, dejémosle consumar ese misterio en nosotros: su buena obra.
Oremos para que Dios prepare nuestras mentes y nuestros corazones, y no resistamos su buena obra en nosotros. Amén.