La temperancia y el
discernimiento espiritual
LB, 30 abril 2014
La reforma
pro-salud, se me mostró, es una parte del mensaje del tercer ángel y
está tan íntimamente relacionada con él, como lo están el brazo y la mano con
el cuerpo. Vi que nosotros, como pueblo, hemos de realizar un avance decidido
en esta gran obra. Los ministros y el pueblo deben actuar concertadamente. El
pueblo de Dios no está preparado para el fuerte pregón del tercer ángel.
Tienen una obra que hacer por ellos mismos que no debieran dejar que Dios haga
en su lugar. Él ha dispuesto que sean ellos quien la efectúen. Se trata de una
obra individual; nadie puede hacerla en lugar de otro. “Amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda
contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de
Dios”. La glotonería es el pecado prevaleciente en esta
época. El apetito carnal hace esclavos a los hombres y mujeres, entorpece sus
intelectos y adormece su sensibilidad moral en tal grado, que las sagradas y
sublimes verdades de la palabra de Dios dejan de ser apreciadas. Las bajas
propensiones han gobernado a hombres y mujeres. A fin de estar preparados
para la traslación, los que forman el pueblo de Dios han de conocerse a sí
mismos. Han de entender lo relativo a su propia estructura física a fin de que
puedan exclamar con el salmista: “Te
alabaré, porque formidables y maravillosas son tus obras; estoy maravillado y
mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo”. Debieran
sujetar siempre el apetito a las funciones morales e intelectuales. El cuerpo
debiera servir a la mente, y no a la inversa (1 T, 486-487).
Ellen White declaró
posteriormente:
La justificación
por la fe es el mensaje del tercer ángel en verdad (RH, 1 abril 1890).
Por lo tanto, a Ellen White
se le mostró de hecho que la reforma pro-salud es una parte del mensaje de la
justificación por la fe, o al menos que tiene una relación tan estrecha con él,
como la del brazo con el cuerpo.
A simple vista parece
sorprendente. Desde luego, es aún mucho más sorprendente para los que sostienen
la postura teológica llamada de la Reforma, según la cual, la justificación por
la fe se limita a una mera transacción legal de la que queda excluida la
santificación, el cambio efectivo en la persona. Sosteniendo una postura tal, afirmar que la reforma pro-salud “es
una parte” del mensaje del tercer ángel —una parte de la justificación
por la fe—, sería el colmo del sinsentido teológico, del galacianismo,
de la perversión del evangelio... Pero naturalmente, esa incongruencia no es
indicativa de que a Ellen White se le mostrara algo equivocado, sino de que la
citada teología es errónea.
Si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Cor 5:17).
Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios
por medio de nuestro Señor Jesucristo (Rom 5:1).
No hay paz en el pecado. El
milagro del nuevo nacimiento a una vida de santidad es inseparable de la fe, el
arrepentimiento y el perdón. Los mensajeros de Minneapolis enseñaron
consistentemente que la justificación conlleva la santificación. La palabra de
Dios contiene el poder de Dios. La misma palabra que declaró: “Sea la luz” y fue la luz, declara perdón, declara
justicia al que cree, y es hecha la justicia. La declaración no es sólo
una declaración legal, puesto que se trata de la Palabra creadora de Dios.
Damos gracias a Dios sin cesar, de que habiendo
recibido la palabra de Dios que oísteis de nosotros, recibisteis, no palabra de
hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual obra en vosotros
los que creísteis (1 Tes 2:13).
Leemos en Palabras de
Vida del gran Maestro:
Esta fe es inseparable del arrepentimiento y la
transformación del carácter … Sin la regeneración por medio de la fe en su
sangre, no hay remisión de pecados (84).
Cuando el pecador, atraído por el poder de Cristo, se
acerca a la cruz levantada y se postra delante de ella, se realiza una nueva
creación. Se le da un nuevo corazón; llega a ser una nueva criatura en Cristo
Jesús. La santidad encuentra que no hay nada más que requerir (127).
El hecho destacado en las
dos citas introductorias es que hay una relación estrecha entre la reforma
pro-salud y el mensaje del tercer ángel, entendido en términos de justificación
por la fe. Sea cual fuere esa relación, tiene una finalidad concreta que es la
esencia del mensaje que Dios ha encomendado a su pueblo remanente: preparación
para la traslación.
Prepárate, Israel, para venir al encuentro de tu Dios (Amós 4:12).
Obsérvense ahora las
importantes declaraciones:
En su gran
misericordia el Señor envió un
preciosísimo mensaje a su pueblo por medio de los pastores Waggoner y
Jones. Este mensaje tenía que presentar en forma más destacada ante el mundo al
sublime Salvador, el sacrificio por los pecados del mundo entero. Presentaba la
justificación por la fe en el Garante; invitaba a la gente a recibir la
justicia de Cristo, que se manifiesta en la obediencia a todos los mandamientos
de Dios... Este es el mensaje que Dios ordenó que fuera dado al mundo. Es el
mensaje del tercer ángel, que ha de ser proclamado en alta voz y acompañado por el abundante derramamiento
de su Espíritu (TM,
91-92).
El fuerte pregón del tercer ángel ya ha comenzado en la revelación de la
justicia de Cristo, el Redentor que perdona los pecados. Este es el comienzo de la luz del ángel
cuya gloria llenará toda la tierra (1 MS,
425).
¿Estuvo entonces su pueblo
preparado para “el fuerte pregón del tercer ángel”?
La falta de
voluntad para renunciar a opiniones preconcebidas y aceptar esta verdad fue la
principal base de la oposición manifestada en Minneapolis contra el mensaje del
Señor expuesto por los hermanos [E.J.] Waggoner y [A.T.] Jones. Suscitando esa
oposición, Satanás tuvo éxito en
impedir que fluyera hacia nuestros hermanos, en gran medida, el poder especial del Espíritu Santo que Dios anhelaba impartirles... Fue resistida la luz que ha de alumbrar
a toda la tierra con su gloria, y en gran medida ha sido mantenida lejos del
mundo por el proceder de nuestros propios hermanos (1 MS, 276).
Teniendo en cuenta que la
reforma pro-salud es una parte del mensaje del tercer ángel y que la finalidad
de ambos es la preparación para la traslación, dado que aún estamos en este
mundo y que toda la tierra está aún lejos de estar llena de su gloria, cabe
preguntarse lo siguiente: ¿tuvo alguna relación el rechazo del mensaje que
constituyó el comienzo del fuerte pregón del tercer ángel, con un rechazo
previo o paralelo del mensaje de la reforma pro-salud? Dicho de otro modo: ¿tuvo
la temperancia algún papel en la crisis de 1888, en Minneapolis?
Podemos analizar algunas de
las claves del rechazo a esa luz que tenía que alumbrar la tierra con su
gloria:
El corazón
natural es el poder que gobierna en muchos, y sin embargo no sospechan que el
orgullo y el prejuicio están entretejidos como huéspedes apreciados, y obran en
palabras y acciones contra la luz y la verdad. Nuestros hermanos que han
ocupado los puestos directivos en la
obra y la causa de Dios, deberían estar tan estrechamente relacionados con
la Fuente de toda luz, que no hubieran llamado luz a las tinieblas y tinieblas
a la luz (3 MS, 200).
La gente ha mirado a los hombres en lugar de
mirar a Dios. Cuando el pastor Butler era presidente de la Asociación General,
los ministros colocaban al pastor Butler, al pastor Smith y a algunos
otros en el lugar donde sólo debería estar Dios (Carta 27, 1894).
El pastor Butler era el presidente
de la Asociación General. Su papel fue determinante en el rechazo a la luz
especial que el Señor nos envió mediante los pastores Jones y Waggoner, debido
a la gran influencia que tenía sobre el cuerpo ministerial.
La mente de un
hombre enfermo ha sido el poder dominante en la Junta
Directiva de la Asociación General, y los ministros han sido la sombra y el eco
del pastor Butler por tanto tiempo como fue necesario para el bien de la causa.
La envidia, las malas sospechas, los celos, han estado trabajando como
levadura, hasta el punto de que toda la masa pareció estar leudada (3 MS, 202).
No puede haber duda en
cuanto a la influencia de “la mente de un hombre
enfermo” —el pastor G.I. Butler— en la crisis
de Minneapolis. Tal era su estado de postración, que no pudo asistir
personalmente al congreso en 1888 (lo que no le impidió ejercer la poderosa
influencia negativa que el Espíritu de profecía le atribuye).
Analicemos ahora la
situación del pastor Butler:
Le escribo
estos particulares a fin de que vea si hizo todo cuanto debía al efecto de
quitar la impresión que usted y sus hermanos en el ministerio dejaron en la
mente del pastor Butler, confundiéndole.
Y él, un pobre hombre de cuerpo y mente
enfermos, con su mente quebrantada, fue no obstante tratado como
alguien que fuese sano, y cuyas imaginaciones fuesen tan correctas como la
mente de Dios (The
Ellen G. White 1888 Materials, 300).
Supe que la
misma obra que leudó el campo en Minneapolis no había estado circunscrita a ese
lugar, sino que había alcanzado Battle Creek mediante cartas escritas desde
Minneapolis y de forma verbal, por quienes nos precedieron en Battle Creek. El
pastor Butler recibió informes que no eran correctos ni verdaderos. Los autores
de tales informes estaban engañados
por el enemigo y a su vez lo estaban engañando a él, haciendo una
interpretación incorrecta de muchas cosas. En su precaria condición de salud
lo aceptó todo como veraz y actuó en consecuencia... ¿Acaso aquellos que
dejaron tales impresiones en su mente enferma han sido tan celosos en
eliminarlas como lo fueron en producirlas? (The Ellen G. White 1888 Materials,
353).
Me sentí
afligida y angustiada cuando supe que usted hizo esa misma obra que han hecho
otros: agitar la mente de un hombre débil, enfermo, y hacerle ver las cosas en una luz distorsionada. En la
posición responsable que el pastor Butler ha ocupado, algunos lo han mirado a
él más bien que a Dios (The Ellen G. White 1888 Materials, 188).
La mente enferma, la
precaria condición de salud, el debilitamiento físico y mental, pueden favorecer
que veamos las cosas en una luz distorsionada, incluso a que confundamos la luz
con las tinieblas y viceversa. El siguiente párrafo nos da una idea de la
magnitud del problema:
Fueron movidos
por otro espíritu, y no saben que Dios envió a estos hombres jóvenes, los
hermanos Jones y Waggoner, para transmitirles un mensaje especial a ellos, y
los trataron con el ridículo y el desprecio, sin darse cuenta de que las
inteligencias celestiales estaban mirándolos y registrando sus palabras en los
libros del cielo... Sé que en esos momentos se insultó al Espíritu Santo (Carta 24, 1892).
¿Es posible que la
intemperancia tuviese alguna relación con el rechazo al mensaje que constituyó
el comienzo del derramamiento del Espíritu Santo? ¿Es posible que haya una
profunda interacción entre la reforma pro-salud que el Señor nos dio a fin de
que pudiésemos estar preparados para la traslación, y el mensaje de la
justificación por la fe —o mensaje del tercer ángel— que tenía que iluminar
toda la tierra con su gloria en preparación para la traslación?
¿Existe relación definida
entre la salud del cuerpo y de la mente? ¿Se relaciona la salud mental con el
discernimiento espiritual? ¿Es posible que la intemperancia hubiese tenido un
papel en impedir que se derramara el Espíritu Santo según la voluntad del
Señor? Si es así, ¿debe ser para nosotros hoy la temperancia un asunto
importante?
Creo que si
nuestros hermanos en el ministerio hubiesen simplemente leído los testimonios
que el Señor misericordiosamente les ha dado, habrían manifestado un espíritu
diferente. Dios los tendrá por responsables por tratar con negligencia y
desprecio la luz que él les ha dado. Mi hermano Butler, usted ha tenido sobre
sí demasiadas cargas, pero le digo con amor que al Señor no le complace el
espíritu beligerante que usted ha tenido hacia la reforma pro-salud. Si usted hubiese sido en verdad un heraldo de
la reforma pro-salud, habría gozado de mucha mejor salud y habría escapado a
muchos peligros. Dios ha dado luz sobre ese tema, pero usted ha obrado
fuera de la luz, y su influencia ha sido opuesta a la obra que el Señor quiere
hacer por su pueblo en ese tema. Usted se ha interpuesto directamente en el
camino de la obra de Dios en la
reforma pro-salud. Ha sufrido la enfermedad debido a que sus hábitos en
la comida y en el trabajo no han sido conforme a la luz que Dios ha dado a su
pueblo. Lamento tener que escribirle en referencia a ese tema de la forma
en que lo estoy haciendo. Si hubiese apreciado y dado oído a la luz que el
Señor nos ha dado, usted no tendría ahora el juicio confundido, y no se
encontraría tan debilitado en el poder de sus nervios y cerebro. Usted
atribuye su enfermedad a causas equivocadas. Interpreta usted erróneamente
muchas cosas. Es usted un hombre errado, de carácter defectuoso, y necesita la
gracia de Dios a cada paso (The
Ellen G. White 1888 Materials, 192).
¿Cabe pensar que el rechazo a la luz sobre la reforma pro-salud, y el
rechazo al mensaje que Ellen White señaló como el comienzo del fuerte pregón,
fuese una mera coincidencia? ¿Qué podemos pensar acerca de la influencia de la
mente de un hombre enfermo —que fue el poder dominante en la Junta Directiva de
la Asociación General— sobre la historia y el futuro del pueblo de Dios en
relación con esa “parte del mensaje del tercer
ángel”?
No citamos el caso del pastor Butler con ánimo de crítica, sino para llamar
la atención a la importancia de la temperancia en relación con el
discernimiento espiritual y la preparación para la traslación.