EL EVANGELIO DEL ESPÍRITU SANTO
Jack Sequeira
Vichy, 19 al 22 Sep. 2002
Tema nº 6
El estudio de esta tarde versa sobre la cruz. Para mí es el más importante. Es singular del adventismo. Es el mensaje que transformó a los discípulos, quienes habiendo sido codiciosos, pasaron a ser el tipo de hombres capaces de revolucionar el mundo en el sentido más positivo (Hechos 17:6), como deseo que suceda con cada uno de vosotros.
Lo llamo “el sacrificio supremo de Cristo”. Es el mensaje que el diablo de ninguna forma quiere que comprendáis, de forma que ha rodeado esta verdad de tinieblas, pero hoy es nuestro privilegio el comprender esta verdad. Es mi oración que el Espíritu Santo abra vuestros ojos.
Comenzaré recordando una afirmación de Pablo. En Romanos 5:7 leemos:
En verdad, apenas hay quien muere por un justo. Con todo, puede ser que alguno osara morir por el bueno
Este versículo describe cuál es el amor humano. Dice aquí Pablo: ‘El amor humano sólo es capaz de sacrificarse hasta la muerte por alguien que sea bueno para él. Incluso eso es algo más bien insólito en este mundo. Jesús mismo dijo:
Nadie tiene mayor amor que éste, que uno dé su vida por sus amigos (Juan 15:13)
Eso es el amor humano en su máxima expresión. “Nadie tiene mayor amor que éste”. Pero en el versículo 8 Pablo continua razonando así: En contraste con el amor humano...
Dios demuestra su amor hacia nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros
¿Qué estuvo Jesús dispuesto a abandonar voluntariamente, a fin de salvarnos? Esta tarde quisiera que lo estudiáramos.
Hay dos formas en las que Satanás ha intentado ocultar esta verdad:
(1) La primera es convenciendo a la iglesia cristiana en los inicios de su historia, induciéndola a que creyera que el hombre tiene alma inmortal. Si creéis que el hombre tiene un alma inmortal, entonces estáis obligados a aceptar la definición griega de la muerte, no la definición bíblica. Vuestro concepto de muerte es entonces distinto. ¿Cómo definen los griegos la muerte? Al menos, los griegos del Nuevo Testamento, dicen: ‘La muerte es la separación del cuerpo y del alma –que según ellos es inmortal-. Pero esa no es para nada la noción bíblica de la muerte. Para la Biblia, la muerte -la paga del pecado- es adiós a la vida para siempre.
Hace muchos años, un afamado teólogo protestante Suizo -Óscar Cullman- escribió un libro en el cual comparó la muerte de Sócrates con la muerte de Cristo. Cuando estaba muriendo Sócrates, se hizo un banquete. ¿Incomprensible? –No. Es lógico, pues para él se trataba de una liberación: finalmente su alma podía quedar libre de la cárcel del cuerpo. Esa es la idea griega. Cuando Cristo se enfrentó a la muerte, por contraste, su frente sudaba gotas de sangre (en el Getsemaní). Era una agonía. No era ningún banquete. No era ninguna fiesta.
(2) En segundo lugar, para comprender el sacrificio supremo, lo hemos de observar con ojos “judíos”. El diablo ha logrado que la cristiandad vea la cruz con una visión “romana”, pero necesitamos entenderla tal como la entendía un judío, porque recordad que no fueron los romanos los que pidieron la crucifixión de Jesús: fueron los judíos. Teniendo esto presente, ved en Juan 19. A fin de satisfacer a los judíos, Pilato hizo azotar a Jesús. Leemos en el versículo 5:
Y Jesús salió fuera llevando la corona de espinas y la ropa de grana. Pilato les dijo: "¡Aquí está el hombre!"
Esa es una forma de decir: ‘¿No es ya esto suficiente?’ (después de haber sido azotado).
Vemos en el versículo 6 lo que respondieron los dirigentes judíos:
Cuando los principales sacerdotes y los servidores lo vieron, gritaron: "¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!" Pilato respondió: "Tomadlo vosotros, y crucificadlo, porque yo no hallo delito en él”
Recordad, Pilato representa a Roma, y los romanos empleaban la crucifixión para crucificar a los esclavos que huían de sus dueños y a los peores criminales, especialmente a los criminales políticos. Los judíos no practicaban la crucifixión. Siendo que la aborrecían, ¿por qué gritaron “Crucifícale”? Tenían una razón, pero tenían que darle a Pilato el pretexto para crucificarlo; le tenían que proporcionar su razón. Versículo 7:
Respondieron los judíos: "Nosotros tenemos Ley”
No era la ley romana.
“Según nuestra Ley”
(la judía)
“Debe morir, porque se hizo Hijo de Dios"
Por lo tanto, le estaban acusando del pecado de blasfemia. Era un hombre, pero pretendía ser el Hijo de Dios. Eso era blasfemia, y de acuerdo con la ley judía merecía la muerte. Quiero que observéis esta ley. Está en Levítico 24:16. Prestad atención a lo que dice vuestra Biblia, ya que la mía podría estar equivocada...
"El que blasfeme el nombre del Eterno, ha de ser muerto. Toda la congregación lo”... [crucificará]
-No. No dice eso. No dice “lo crucificará”. ¿Qué dice vuestra Biblia?
Lo apedreará
Si la ley dice que se debía apedrear, ¿por qué los judíos pidieron crucificarlo? ¿Acaso no conocían esta ley? Sí la conocían, porque intentaron apedrear en diversas ocasiones a Jesús. Por ejemplo, Juan 10:30. Ved lo que intentaron hacer cuando Jesús dijo esto:
"Yo y el Padre somos uno"
¿Qué hicieron entonces los judíos? Vedlo en el versículo 31:
Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearlo
¿Qué significa “volvieron a tomar piedras”? Significa que no era la primera vez que habían intentado apedrearlo. Ya lo habían procurado anteriormente.
¿Por qué, pues, ese interés en crucificarlo? Tenían una razón, y también encontramos esa razón en el libro de la Ley: Deuteronomio 21:22 y 23:
Si alguno comete algún pecado digno de muerte [la blasfemia lo es] y es muerto colgado de un madero, no se dejará su cuerpo por la noche en el madero. Sin falta lo enterrarás el mismo día, porque un hombre colgado es maldición de Dios. Así no contaminarás tu tierra, que el Eterno tu Dios te da en herencia
Expliquemos esto: los judíos en general no creían en un alma inmortal (esa era la idea griega). La esperanza del judío, en lo que respecta a la salvación, era la resurrección. Por ejemplo, cuando Lázaro murió, Jesús tardó cuatro días en llegar.
Y Marta dijo a Jesús: ‘Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto’ (Juan 11:21)
Jesús le dijo:
Tu hermano resucitará (Juan 11:23)
Marta le dijo:
Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero (Juan 11:24)
Esto era lo que creían los judíos. Jesús le dijo :
Yo soy la resurrección y la vida (Juan 11:25)
Y lo demostró, como sabéis, porque resucitó a Lázaro. Pero si un judío era sentenciado a muerte colgando de un madero, esto implicaba la condenación irrevocable de Dios. No había esperanza de resurrección. Es lo que en el Nuevo Testamento se llama la muerte segunda.
En los días de Jesús, la crucifixión era sinónimo de colgar en un madero. Os daré algunos ejemplos: Hechos 5:30. Cuando los discípulos predicaron el Evangelio a sus compañeros cristianos, muy rara vez empleaban la palabra “cruz”; usaban la palabra “madero”. Este versículo es uno de esos casos. Habían capturado al apóstol Pedro y a los apóstoles, y les habían prohibido predicar a Cristo, y esta es la respuesta de los discípulos (versículo 29):
Pedro y los apóstoles respondieron:
Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándolo en un madero
Encontráis la misma declaración en Hechos 10:39:
Y nosotros somos testigos de todo lo que hizo Jesús en Judea y en Jerusalén; a quien mataron, colgándolo en un madero
Encontráis algo similar en Hechos 13:29:
Y habiendo cumplido todas las cosas que de él estaban escritas, lo quitaron del madero, y lo pusieron en el sepulcro
También en 1 Pedro 2:24. Ved lo que escribió Pedro aquí, y recordad que colgar de un madero equivale a la maldición de Dios:
Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero
¿Por qué emplea la palabra “madero”? Porque es la maldición de Dios -aunque en realidad no fue un madero, sino realmente una cruz-. Cristo llevó la maldición de nuestros pecados en su cuerpo, sobre el madero, para que nosotros podamos morir a los pecados y vivir a la justicia.
Volvamos al tema. ¿Por qué los judíos clamaron a Pilato: “Crucifícale”? Tenían una razón. En más de una ocasión Jesús había dicho: ‘matadme, y al tercer día resucitaré’. Por ejemplo, en Juan 2 encontráis una descripción de la purificación del templo que hizo Jesús de los cambiadores y los mercaderes, y en el versículo 16 veis lo que dijo (es Jesús quien habla a los mercaderes y a los cambistas):
Quitad esto de aquí, y no hagáis un mercado de la casa de mi Padre
Y entonces los judíos le preguntaron (versículo 18):
¿Qué señal nos das de tu autoridad para hacer esto?
En otras palabras: ‘¿Qué evidencia nos proporcionas de que eres el Mesías, y de que puedes llamar “Padre” a Dios?’ ¿Qué señales dio Jesús? (versículo 19):
Jesús respondió: ‘Destruid este templo, y en tres días lo levantaré’
¿Estaba hablando de edificios? Le dijeron (versículo 20):
En 46 años fue edificado este templo, ¿y tú lo levantarás en tres días?
Ciertamente no estaba hablando de edificaciones, sino del templo de su cuerpo. Los judíos no querían de ninguna forma que Jesús resucitara de entre los muertos. ¿Cómo podían evitarlo? De dos formas: (1) primeramente, crucificándolo. ¿Por qué? Porque esa era la maldición de Dios. Si Dios lo maldecía, no habría resurrección y podrían demostrar su pretensión de que era un embustero. (2) Segundo, podían sellar la tumba y custodiarla con vigilantes romanos de forma que nadie pudiera robar su cuerpo y pretender después que había resucitado. Mediante esas dos medidas pensaron que podrían demostrar que Jesús no era el Mesías.
¿Resucitó Jesús de entre los muertos? -Sí, lo hizo. Fue la mayor prueba, la mayor señal que Dios dio a la nación judía de que Jesús era el Mesías, y cuando la nación judía lo rechazó después de haber resucitado, estaba cometiendo el pecado imperdonable, y Jesús dijo:
Vuestra casa os queda desierta (Mat. 23:38)
Pero os hago esta pregunta: ¿Maldijo Dios –Padre- a su Hijo en la cruz? ¿Sí o no? Algunos decís “no” y otros decís “sí”. Leeré algunos versículos de Isaías 53 (versículo 4):
Sin embargo, él llevó nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores. Y nosotros lo tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido
No por los romanos, no por los judíos, sino por Dios. Versículo 8:
Fue arrestado y juzgado injustamente, sin que nadie pensara en su linaje. Fue cortado de la tierra de los vivientes. Por la rebelión de mi pueblo le dieron muerte
Observad la frase, “cortado de la tierra de los vivientes”. ¿Qué significa esta expresión? Significa que quedó privado de la esperanza de la resurrección. Versículo 10:
Con todo, el Eterno quiso quebrantarlo mediante el sufrimiento. Y como puso su vida en sacrificio por el pecado
¿Cuál fue el padecimiento al que Dios lo sometió? El padecimiento de la segunda muerte. Como dice Hebreos 2:9:
Experimentase la muerte en beneficio de todos
Versículo 11:
Después de tanta aflicción verá la luz, y quedará satisfecho. Con su conocimiento mi siervo justo justificará a muchos, y llevará las iniquidades de ellos
Si estuvierais intentando ganar vuestra salvación a base de guardar la ley, os quisiera leer el versículo 10 de Gálatas 3:
Porque todos los que dependen de las obras de la Ley están bajo maldición
Esta expresión, “obras de la ley”, consiste en emplear la ley como método de salvación. Si intentáis salvaros guardando la ley, estáis bajo maldición. ¿Por qué? Esto es lo que dice el libro de la ley:
Porque escrito está: "Maldito todo el que no permanece en todo lo que está escrito en el Libro de la Ley"
La ley exige la obediencia perfecta y continua. Si fracasáis en un punto, la ley os maldice hasta la muerte, os condena; y amigos: todos nosotros -sin excepción alguna- hemos trasgredido la ley.
Estaba cierto día en una reunión campestre en Washington y un hombre joven, que se oponía a mí, me dijo: ‘No he pecado ni una sola vez en los dos últimos años’. Su mujer estaba sentada cerca de él. Yo no le discutí su pretensión, pero dije a su esposa: ‘Debe ser algo maravilloso el vivir con un hombre que no ha pecado en dos años’. Ella no me respondió. Es como si temiera la reacción de su marido. Pero sonrió...
Recomendé a ese hermano un texto (1 Juan 1:8):
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros
Todos nosotros estamos bajo la condenación de la ley. Tal es nuestra condición, pero aquí están las Buenas Nuevas. Versículo 13:
Cristo nos redimió de la maldición de la Ley
Ved el tiempo verbal en que está escrito: ¿Dice Pablo que Cristo nos redimirá? ¿Es eso lo que dice el versículo? ¿Dice eso vuestra Biblia? Leemos:
Cristo nos redimió de la maldición de la Ley
¿Cómo lo hizo? ¿Acaso clavando la ley en la cruz? ¿Fue así cómo lo hizo? –No. Fue
al hacerse maldición por nosotros
¿Quién lo hizo maldición por nosotros? -El Padre. Pablo cita ahora Deuteronomio 21:
porque escrito está: "Maldito todo el que es colgado de un madero"
Prestad cuidadosa atención a este asunto. Es fundamental para comprender el mensaje de salvación: Cuando Cristo vino a este mundo para salvarnos, tenía que dejar algo. Tenía que abandonar el uso independiente de su divinidad. Lo podéis leer en Filipenses 2:6 y 7:
Quien, aunque era de condición divina, no quiso aferrarse a su igualdad con Dios, sino que se despojó de sí mismo, tomó la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres
Abandonó el empleo independiente de su divinidad, se puso a sí mismo en las manos del Padre y se volvió totalmente dependiente de Dios. Esta es la razón por la cual, cuando estuvo en esta tierra, dijo:
De mí mismo nada puedo hacer
En Juan 5:30 encontrareis esto, y en Juan 14:10 leemos:
Las palabras que os hablo, no las hablo de mí mismo; sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras
Se hizo totalmente dependiente de Dios, y dependía especialmente del Padre para su resurrección. Pero algo terrible sucedió en la cruz. ¿Recordáis lo que clamó en la cruz?
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? (Mateo 27:46)
Es como si le dijera: ‘Padre: ¿no comprendes?, ¡dependo de ti para resucitar!’ Pero el Padre no le contestaba. No hubo respuesta, y ahora toda esperanza de resurrección desapareció de la conciencia de Jesús. El diablo lo sabía y vino a Jesús. Lo encontraréis en Lucas 23:35–39. Vino el diablo, no una vez, sino tres veces, empleando agentes humanos. Primeramente el pueblo (versículo 35):
El pueblo estaba mirando, y los gobernantes se burlaban de él. Decían: “A otros salvó. Sálvese a sí, si es el Cristo, el elegido de Dios”
Luego los soldados (versículo 37):
y le decían: "Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo"
Y en el versículo 39 es el ladrón a su izquierda:
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: “¿No eres tú el Cristo? Pues, sálvate a ti mismo, y sálvanos a nosotros”
Decidme: ¿Podía Jesús salvarse a sí mismo? ¿Sí o no? Si decís que no, entonces no había tentación alguna. Si decís que sí, había ahí una terrible tentación: podía hacerlo, pero no debía. Aquí está el problema: no se podía salvar a sí mismo y a la vez salvar al mundo. Ese era el problema, (1) o bien moría él -no por tres días: eso no es sacrificio para un Dios que habita la eternidad-, es decir, o bien moría para siempre de forma que el mundo ocupara su lugar en el cielo, (2) o bien se salvaba a sí mismo y dejaba que el mundo se perdiera para siempre. Esta es la elección a la que tuvo que enfrentarse. ¿Quién moriría? ¿Quién pagaría la paga del pecado? ¿Él, o ellos? Y Jesús hizo la elección: eligió morir –no por tres días-; eligió morir para siempre a fin de que nosotros podamos vivir en lugar de él para siempre.
Este es el sacrificio supremo. En otras palabras, esto es lo que Cristo dijo en la cruz. Recordad que no estaba salvando a santos; estaba salvando a pecadores: ‘Te quiero más que a mí mismo’. Este es el amor ágape de Dios. ‘Os quiero más que a mí, y debido a esto, estoy dispuesto a decir adiós al cielo para siempre, a fin de que vosotros podáis vivir en mi lugar’. Este es el sacrificio que Jesús hizo en la cruz. ¡Qué terrible sacrificio! Y eso es lo que los discípulos vieron, y lo que los trasformó completamente.
En el aposento alto los discípulos habían estado peleándose para saber quién seria el mejor, el primero; y ahora veían a su Maestro, a su Señor, a Jesús, poniéndolos a ellos primero, y disponiéndose a morir en su lugar, no la primera muerte, sino la muerte definitiva. Veamos un texto: 2 Timoteo 1:8 y 9. Esta es una de las últimas cartas que Pablo escribió antes de ser ejecutado como mártir por Cristo. Está escribiendo al joven Timoteo, y le dice desde la cárcel:
Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo. Antes participa de los sufrimientos del evangelio por el poder de Dios, quien nos salvó
¿Dice aquí que nos salvará? ¿Es eso lo que dice? ¿Está en futuro, en presente o en pasado? -Nos salvó. Eso es lo que está escrito.
Nos salvó y nos llamó con santo llamado
Amigos, la vida cristiana son los frutos de la salvación. No es la forma de salvarse, sino los frutos de haber sido salvo. Volvemos a leer 2 Timoteo 1:8. Pablo escribió desde aquella prisión romana:
No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo. Antes participa de los sufrimientos del evangelio por el poder de Dios, quien nos salvó
Son Buenas Nuevas. Nos salvó. Sí, es cierto que no estamos aún en el cielo, pero en Cristo somos ya salvos. De hecho, en Efesios 2:6 leemos:
Y con él nos resucitó y nos sentó en el cielo con Cristo Jesús
Y los frutos de esta salvación son la vida santa.
Nos salvó y nos llamó con santo llamado, no conforme a nuestras obras, sino según su propósito y su gracia, que nos dio en Cristo Jesús
¿A quién los dio?
A nosotros
¿Cómo nos fue dado?
En Cristo Jesús
¿Cuándo?
Antes de que empezara el tiempo
Este es el Evangelio eterno. Se nos dio desde la eternidad, por eso se le llama el Evangelio Eterno, pero ¿Dónde se nos dio en Cristo? Versículo 10:
Que se ha manifestado ahora por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo
Dios planeó nuestra salvación en Cristo desde la eternidad, antes de que comenzara el tiempo, pero este plan se convirtió en una realidad cuando Cristo vino a este mundo:
Que se ha manifestado ahora por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo
Ved la última parte del versículo 10:
Quien abolió la muerte
¿Qué significa abolir? Significa quitar, destruir. Quitó la muerte.
¿Cuál fue la muerte que quitó Cristo? ¿Qué muerte quitó Cristo: la primera, o la segunda? La segunda. Si fuese la primera muerte, los cristianos no moriríamos la primera muerte. Sin embargo, no moriremos nunca la segunda muerte debido a que Cristo la murió por nosotros.
Hizo dos cosas:
Quien abolió la muerte, y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio
Tomó nuestra vida condenada, la destruyó para siempre y a cambio nos dio la vida inmortal de su Hijo. Este es el supremo don de Dios, pero este don le costó a Jesús la cruz. Tuvo que sufrir la segunda muerte por todos, por vosotros y por mí. Mi pregunta es: ¿Cómo debiera afectarnos esto? 2 Corintios 5:14 y 15
Porque el amor de Cristo nos apremia, al pensar que si uno murió por todos, luego todos han muerto. Y por todos murió
Y “todos” significa toda la raza humana.
Para que los que viven
Y aceptan este don,
Ya no vivan para sí
No vivan más para el yo, para sí,
Sino para aquel que murió, y resucitó por ellos
Así pues, la vida cristiana, que consiste en “no yo, sino Cristo”, es el fruto de la salvación. Se produce cuando contemplamos la cruz. Si miráis a la cruz no volveréis a ser nunca los mismos. ¿Cuánto estuvo dispuesto Jesús a dejar? ¿Qué estuvo dispuesto a dejar? ¿Hasta dónde estuvo dispuesto Jesús a llegar para salvarnos? Estuvo dispuesto a entregar su vida para siempre debido al gran amor que tiene, a que nos amó y nos ama más que a sí mismo.
A menudo enseñamos que la ley es una revelación del carácter de Dios. Cuando el joven rico vino a Jesús y le dijo:
Maestro, ¿cuál es el mayor Mandamiento de la Ley? (Mateo 22:36)
¿Cuál es el primero?
Jesús respondió: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y toda tu mente (Mateo 22:37)
Este es el primer y más grande mandamiento: poner primero a Dios.
Ahora decidme: ¿Se puso Dios a sí mismo en primer lugar? ¿Se dijo Jesús cada mañana a sí mismo: ‘Tengo que amarme a mí mismo’? –No. Dios desea que lo pongamos a él primero. ¿Qué hay en cuanto a él? ¿Nos puso a nosotros primero? En la cruz, Cristo te responde: -Sí, te amo más que a mí. Esta es la maravillosa cualidad del Dios al que adoramos, un Dios de amor; no un Dios al que haya que tener miedo, sino un Dios que nos ama incondicionalmente con un amor eterno, y debido a esto vosotros y yo podemos enfrentarnos al futuro.
Nunca habrá un tiempo en el que Dios deje de amarnos. Esto nos da esperanza, nos da paz, nos da gozo, y estaremos más que dispuestos, estaremos deseosos de ponerlo a él en primer lugar. Lo amamos porque él nos amó primero y dio a su Hijo para salvarnos.
Es mi oración que cuando entréis en este sábado de reposo os gocéis en un Dios de amor que estuvo dispuesto a dejar el cielo para siempre, para que nosotros podamos vivir por siempre en su lugar. Que esta idea nos trasforme como hizo con los discípulos. Esta es mi oración. En nombre de Jesús, Amén.