EL EVANGELIO DEL ESPÍRITU SANTO
Jack Sequeira
Vichy, 19 al 22 Sep. 2002
Tema nº 4


A fin de que el Espíritu Santo nos pueda emplear plena y completamente, es muy importante que todo cristiano comprenda claramente el mensaje de la cruz, porque la cruz está en el corazón mismo del mensaje del Evangelio.

Hoy tendremos cuatro estudios más sobre la cruz,  que tienen como fin el que Dios nos pueda emplear para predicar. Que nos pueda emplear plenamente.

Primeramente veamos, a la luz del gran conflicto, lo que Satanás hizo a Cristo en la cruz. Después veremos la cruz como el poder de Dios para salvación. En tercer lugar contemplaremos el sacrificio supremo de Cristo. Y por último, cuál es el significado de la resurrección de Jesús para nosotros, los creyentes. Estos son los cuatro estudios importantes que necesitamos hacer, para poder comprender cuál es la obra del Espíritu Santo en nosotros.

Os quiero leer una cita de la hermana White en la página 331 de Obreros Evangélicos:

El sacrificio de Cristo como expiación del pecado es la gran verdad en derredor de la cual se agrupan todas las otras verdades. A fin de ser comprendida y apreciada debidamente, cada verdad de la Palabra de Dios, desde el Génesis al Apocalipsis, debe ser estudiada a la luz que fluye de la Cruz del Calvario

Así pues, vamos a comenzar con el tema de Satanás en la cruz. Abrid vuestras Biblias por el capítulo ocho de Juan. Jesús está hablando aquí a los dirigentes judíos. Recordad que reclamaban para sí la condición de hijos de Dios. Según ellos, Dios les había concedido sus oráculos, pero ved  lo que Jesús les dice (vers. 44):

Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis cumplir.  Él ha sido homicida desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay verdad en él.  Cuando habla mentira, habla de lo que él mismo es; porque es mentiroso y padre de mentira

Imaginad cómo os sentiríais si Jesús viniera aquí hoy, y nos dijera a nosotros -que pretendemos ser la iglesia remanente-: 'Sois hijos del diablo. Satanás es vuestro padre'. ¿Es posible ser cristianos, o pretender ser cristianos, y sin embargo ser súbditos del diablo? Esta es la razón por la cual hemos de mirar al diablo a la luz de la cruz. Jesús dijo del diablo:

Él ha sido homicida desde el principio

¿A qué se refería Jesús con esta expresión: “desde el principio”? El principio... ¿de qué? Hemos de responder a esta pregunta, y hemos de recordar lo que significa la palabra ‘homicidio’ a los ojos de Dios. Jesús dijo: 'Sí odiáis a alguien, ya habéis matado en vuestro corazón: se trata de homicidio' –en realidad asesinato-. Así, pues: ¿Cuándo se convirtió Satanás en un homicida? “Desde el principio”. ¿A qué "principio" se refiere? Ezequiel 28:14 y 15. Aquí hay una descripción de Lucifer, tal como Dios lo creó:

Fuiste ungido querubín grande, protector. Yo te puse en el santo monte de Dios. Allí estabas, en medio de piedras de fuego andabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día en que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad

Así pues, Dios creó a Lucifer perfecto, pero un día entró en su corazón la maldad, la iniquidad. ¿Cuál fue esa iniquidad? Isaías 14:12 y siguientes (hablando de Lucifer):

¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo del alba! Fuiste echado por tierra, tú que abatías a las naciones. Tú que decías en tu corazón...

Observad: No lo dijo con sus palabras, sino en su corazón. Veis que Dios está muy atento al corazón. ¿Qué dijo Lucifer para sí?

Subiré al cielo, en lo alto, por encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono, en el Monte de la Reunión, al lado norte me sentaré. Sobre las altas nubes subiré, y seré semejante al Altísimo

Veis que está hablando en primera persona: yo subiré, yo haré esto, yo, yo, y yo... Pero Dios había creado a Lucifer perfecto, a su imagen, a la imagen de Dios, y Dios es amor, es ágape, y el ágape no está centrado en el "yo".

1 Corintios 13:5 dice:

El amor es sufrido, es benigno. El amor no siente envidia. El amor no es jactancioso, no se engríe, no es rudo, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor

Lucifer deseó el lugar de Dios, quiso ocupar el lugar de Jesucristo y comenzó a odiarlo. Desde ese “principio" fue ya un asesino, un homicida. Físicamente no mató a Cristo, pero se quiso deshacer de él a fin de ocupar su lugar. No sabemos qué les dijo a los demás ángeles. Desde luego, no les debió decir que quería deshacerse de Cristo. Eso habría sido una locura; lo habría desenmascarado. Les dijo mentiras, no sabemos qué mentiras.

Cuando llega el tiempo de las elecciones políticas en los Estados Unidos, los políticos nos dicen: 'Escogedme a mí, y no aumentaré los impuestos'. Pero una vez ha sido escogido, adivinad lo que hace... sube los impuestos.

No sabemos qué mentiras pudo decir Lucifer al resto de los ángeles, pero lo que les dijo debió ser bastante convincente, al menos para una tercera parte de los ángeles que fueron los que lo aceptaron. Muy astuto, muy sagaz debió ser, y Lucifer vino a convertirse en Satanás. Declaró la guerra a Cristo. Esa guerra está descrita en Apocalipsis 12:7 –9:

Y hubo una gran batalla en el cielo.  Miguel y sus ángeles combatieron al dragón, y el dragón y sus ángeles combatieron; pero éstos no prevalecieron, ni se halló más lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera ese gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, que engaña a todo el mundo.  Fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él

Recordad que Miguel es uno de los nombres de Jesús. Observad esta escena: Satanás y sus ángeles perdiendo la batalla, mirando a todo el universo y viendo esta tierra recién creada; esta tierra que Cristo había creado con solamente dos personas: Adán y Eva. Imaginad a Satanás diciéndose a sí mismo: 'Si logro conquistar esta tierra, la podré desarrollar bajo mi sistema; no el sistema del amor ágape, sino el sistema de la exaltación del yo'.

Así que vino a esta tierra disfrazado de serpiente, y engañó a Eva. Después de haberla engañado, la empleó para conseguir a Adán, y una vez que tuvo a Adán, tuvo a todo el mundo.

Decidme ahora: Cuando Eva tomó el fruto prohibido y lo llevó a Adán, ¿sabía él que era el fruto prohibido? -Sí. Lo sabia. ¿Podía salvar a Eva comiéndolo? -No. No podía. ¿Sabia que comiéndolo moriría? -Ciertamente. Entonces, ¿por qué lo comió? ¿Era un loco? ¿Era un insensato? Sabemos que no. Pero entonces, ¿por qué lo comió?

Os diré por qué. Porque su naturaleza era el amor. Amaba a Eva más que a sí mismo, y eligió morir con Eva. Pero en el momento en que comió este fruto su naturaleza cambió, de forma que cuando Dios vino a visitarlos al atardecer, Adán acusó a Dios por haberle dado una mujer imperfecta. Esto es lo que sucedió a su naturaleza. Pero Satanás prevaleció. Tomó este mundo. Esta es la razón por la que Jesús oyó de labios de Satanás, en las tentaciones en el desierto: 'Este mundo me ha sido dado, y a quien quiero lo doy', y Jesús no le discutió a Satanás esta afirmación (Lucas 4:5 y 6).

Satanás vino a convertirse en el príncipe de este mundo. Hasta el propio Jesús se refirió a Satanás como al príncipe de este mundo. Por ejemplo, en Juan 14:30:

Ya no hablaré mucho con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo; pero no tiene nada en mí

Satanás desarrolló este mundo, no bajo el principio del ágape (del amor), sino bajo el principio de la exaltación del yo. Si echáis una ojeada al mundo hoy, en su mismo centro está enraizado el principio del yo. Todo está impregnado por ese principio. Por ejemplo: Veréis una bella dama junto a un coche maravilloso, y la dama fumando un cigarrillo. ¿Cuál es la tentación? Si fumas como esta dama, serás guapa como ella y tendrás un coche lujoso como ella. Cuando llegué a América por primera vez, los miembros de mi iglesia me llevaron a ver un partido de básquet. Me dijeron: 'Ha de conocer las costumbres americanas', porque en el lugar del que procedo no se juega al básquet -se juega al fútbol. Así, fui con ellos y me encontré con dos universidades enfrentadas una contra la otra: la universidad de Idaho y la de Wyoming. Después de un tiempo, uno de los equipos hizo una cesta. Yo no había visto nunca eso, y se me ocurrió aplaudir. Todos, a mi alrededor, me miraron contrariados. Les dije: '¿Qué sucede?' Me dijeron: '¿No sabe que estamos de parte del otro equipo?' Les dije: 'Yo no estoy de parte de ninguno. Estoy disfrutando del juego...'

En los deportes, en la economía, en la educación, en cualquier campo, lo primero es el “yo”. El yo va por delante: yo soy mejor que los demás, nosotros somos mejores que ellos. Cierto día pregunté a uno de mis estudiantes: '¿Por qué has venido a este seminario?' Me respondió: 'Porque quiero una buena educación'. Le seguí preguntando: '¿Para qué quieres una buena educación?' Me dijo: 'Para conseguir un buen trabajo'. Continué preguntándole: '¿Por qué quieres un buen trabajo?' Me dijo: 'Para ganar mucho dinero'. '¿Para qué quieres mucho dinero?' -'Para comprar todas las cosas que deseo'.

Este relato pertenece a un seminario cristiano, y demuestra que nos hemos convertido en víctimas del yo. Hace poco estaba visitando el hogar de una familia en la que había una niña de tres años. Era su cumpleaños, así que le dije: '¿Qué edad tienes?' No me habló. Me mostró con la mano tres dedos. Le dije: 'El año que viene, ¿tendrás dos años?'

Me replicó contrariada: 'No. ¡Tendré cuatro años! Si cumple los cuarenta es más que probable que se quisiera quitar años, pero eso no le interesaba ahora para nada. Satanás desarrolló este mundo bajo el principio del “yo”.

El “yo” está en el centro mismo del problema del pecado. Hacemos muchas cosas religiosas encomiables, muchas buenas obras, a fin de honrarnos a nosotros mismos. Si hacéis muchos deberes religiosos para exaltar el “yo”, a los ojos de Dios eso es pecado, porque Dios mira el corazón. Él conoce la motivación por la que hacemos lo que hacemos.

En cada asamblea de la Asociación General hay competiciones entre dos divisiones: la de África del Este y la de Latinoamérica. ¿Cuál de las dos tiene más bautismos? Europa no cuenta, pero África del Este y Latinoamérica compiten en eso. Se ha vuelto algo así como un partido de fútbol, y eso no es el Evangelio. No debiera existir el yo en el cristianismo, sino la negación del yo. El Diablo ha desarrollado este mundo según el principio de la moral del “yo”.

Un día, el diablo oyó cierta música: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”. Su gran enemigo, Jesucristo, había venido a este mundo -su mundo- para venir a ser nuestro Salvador, y el diablo se dijo: 'No voy a esperar hasta que Jesús se vuelva un hombre adulto. Lo mataré mientras es todavía un bebé'. Así, ¿qué hizo Satanás? Fue a Herodes el Grande, que era uno de sus agentes, y le dijo: 'Quiero que envíes un ejercito a Belén, y que mates a todos los bebés menores de dos años'. ¿Por qué? Porque uno de ellos es Jesucristo. ¿Tuvo éxito? -No. ¿Por qué? Porque Dios protegió a su Hijo. La Biblia nos informa de muchas veces en que Satanás intentó asesinar a Jesús empleando a los judíos. Pero no lo logró, y habéis de saber por qué. Os daré dos ejemplos:

(1) Juan 7:29 y 30:

Yo lo conozco, porque de él procedo, y él me envió

Está hablando del Padre. ¿Qué hicieron los judíos?

Entonces procuraron prenderlo

Es decir, procuraron matarlo.

Pero ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora

(2) Juan 8:20:

Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo. Y nadie lo prendió, porque aún no había llegado su hora

Esto es muy importante, amigos. ¿Por qué? En nuestros días el Espíritu Santo os ha de usar. Os va a emplear, y el diablo intentará haceros daño, intentará destruiros -hablo por experiencia propia-, pero quiero que sepáis que nadie os puede tocar si vuestra hora no ha llegado. Os daré un ejemplo:

Yo era presidente del seminario en Uganda. Había una gran tormenta que incluía rayos y truenos, y uno de los rayos cayó en el transformador y fundió los fusibles, quedando todo el campus sin energía eléctrica. La única forma en que podíamos arreglar aquello era enviar a alguien hasta la estación de energía, la central eléctrica, sacar los fusibles y sustituirlos por otros nuevos. Pero había un problema: entre nuestro seminario y la central eléctrica estaba el campamento de los soldados de Idi Amín. Siempre estaban ebrios, y no dudaban en disparar a las personas, así es que nadie se atrevía a ir. Les dije: 'Iré yo'. Alguien me dijo: '¿Por qué tiene que arriesgar su vida?' Le respondí: 'No. No estoy arriesgando mi vida. Ya he muerto en Cristo'. Cogí al preceptor, ya que necesitaba a alguien que me tradujera, y fuimos en mi vehículo. Como hacía mucho calor, teníamos las ventanas abiertas, y cuando nos acercamos al campamento militar de los soldados de Idi Amín oímos los clic de los fusiles. El preceptor me dijo: '¡Acelere! Quizá podamos pasar rápidamente antes que nos disparen'. Yo le dije: 'No. Estos soldados tienen armas automáticas. No les cuesta nada apretar el gatillo, y quién sabe la cantidad de balas por segundo que pueden disparar...' Así es que me paré. Se acercaron al coche tres soldados totalmente borrachos. Abrieron la puerta y nos sacaron a la fuerza. Me dijo el comandante: '¿Por qué no se ha parado en el punto de control?' El asunto es que no había tal punto de control; no había barrera ni señal alguna. ¿Quién podía saber donde estaba ese punto de control? El preceptor les explicó en el lenguaje propio de aquella zona de Uganda cuál era nuestra misión. Pero esos soldados no venían de esa área; venían del área bajo la influencia de Idi Amín, al norte, y hablaban idioma swahili, que es la lengua que yo hablo. Oí al comandante decir a uno de los soldados: 'Dispara. Mátalos' Mientras el soldado más próximo dirigía hacia mí el fusil, tuve el tiempo justo para encomendar la situación a Dios y pedirle que actuara. Sin darme cuenta de lo que hacía, en un gesto no premeditado, agarré rápidamente el fusil, desviándolo de mi cabeza y grité en swahili a los soldados: '¡Pónganse en guardia!' Pensaron que yo era oficial, así que me saludaron y se pusieron firmes, y comenzaron a pedirme disculpas. Les dije: '¡Quiero que estéis aquí firmes, hasta que regrese!' Me dijeron: 'Sí señor. A sus órdenes'.

Así que nos metimos en el coche. El preceptor se había quedado sin habla, y se había quedado boquiabierto... Cuando se recuperó me preguntó: '¿Por qué les ha dicho eso?' Le respondí: 'No lo sé. ¿No sabe que Jesús prometió que cuando os encontréis en esas situaciones, el Espíritu Santo hablará por vosotros?'

Fuimos a la central eléctrica y sustituimos los fusibles. Cuando regresamos, los soldados estaban aún haciendo lo mejor que podían para aguantarse de pie, para mantenerse firmes. Al pasar me saludaron otra vez, y les devolví el saludo. Pudimos llegar sin mayor novedad: mi hora todavía no había llegado.

Lo que quiero decir es esto: Nadie os puede tocar, si en la providencia de Dios vuestra hora todavía no ha llegado, debido a que el Espíritu Santo controla la situación. Y si llegó vuestra hora, quiere decir que es tiempo para vosotros de que paséis al descanso, hasta la venida de Jesús.

El Padre protegió a Jesús en sus 33 años de vida, porque su hora todavía no había llegado. Jesús tenía una misión, y su misión era salvarnos. Tenía que vivir una vida perfecta desde el nacimiento hasta su edad adulta, que en aquel tiempo y lugar era los 30 años.

Lucas 22 se refiere al Getsemaní. Jesús ora a su Padre. Se está enfrentando a la cruz. Mientras estaba allí, vino una turba airada, una multitud encolerizada, y lo tomaron prisionero. Prestad atención a lo que Jesús les dijo (vers. 53):

Cada día estuve con vosotros en el templo, y no extendisteis la mano contra mí

¿Por qué? Porque su hora aún no había llegado. Pero en Getsemaní Jesús les dice:

Pero ésta es vuestra hora, en que reinan las tinieblas

¿Cuál es este poder de las tinieblas, para que reinen en ese momento? ¿Quién ostenta el poder de la tinieblas? -Satanás.

Lo que está diciendo Jesús es esto: 'Dios ha quitado ahora su protección de mí, para permitir que Satanás me haga aquello que él deseó hacerme ya "desde el principio"'. Recordad que Satanás quería desembarazarse de Cristo en el cielo. Pero aunque ese era el designio de su corazón, nadie lo conocía -excepto Dios, por supuesto-.

¿Cómo podía Dios mostrar a todo el universo que Satanás es un asesino, un homicida de Dios? Permitiéndole llevar a la práctica lo que albergaba su corazón.

Cuando Satanás oyó esas palabras, se dijo: 'No solamente te voy a matar, sino que voy a aplicarte la más horrible muerte que el hombre haya podido inventar: la crucifixión'.

Así que cuando los judíos clamaron a Pilato: '¡Crucifícale!' ¿La voluntad de quién estaban cumpliendo? La voluntad de Lucifer convertido en Satanás. Y Jesús dijo (Juan 8:44):

Él ha sido homicida desde el principio

'Y os empleará a vosotros, judíos, para llevar a cabo sus designios'. En la cruz, Satanás rebeló qué es lo que había en su corazón: el homicidio. Rebeló que era un homicida, un asesino de Cristo. Necesitamos saber eso, porque Satanás es un embustero; vendrá con todo tipo de mentiras, pero habéis de recordar que es un asesino, un homicida de nuestro Señor Jesucristo.

Esta es la razón por la que, si es que a los ángeles del cielo y a los mundos no caídos les quedaba alguna simpatía hacia Satanás, desapareció radicalmente ante la escena de la cruz. En el corazón de todo el universo quedó aclarado que Satanás es el asesino de Dios. Hay cierta lección que hemos de aprender de esta experiencia. Si vuestra hora no ha llegado, nadie os podrá hacer daño. Satanás no os puede tocar, si en la providencia de Dios no ha llegado vuestra hora. He pasado por muchas experiencias. En Etiopía, bajo el régimen comunista, escribí un libro contra el comunismo. Eso puede significar la sentencia de muerte en un país marxista. Les habría encantado matarme y lo intentaron, pero no había llegado mi hora.

Dios quiere emplearos, el Espíritu Santo os quiere guiar. Y cuando esto sucede, Satanás se encoleriza. Intentará destruiros, no os quepa duda ninguna, pero no puede si vuestra hora no ha llegado y os mantenéis en el camino del Señor. ¿Lo creéis? Es vuestro privilegio el saber que Dios está al control.

Segundo punto: En los últimos días, cuando el pueblo de Dios refleje a Cristo plenamente, cuando el carácter de Cristo sea plenamente reproducido en la iglesia, Satanás hará algo que las Naciones Unidas nunca han sido capaces de conseguir: unirá al mundo contra nosotros. ¿Cómo lo sé? Porque ya lo consiguió en la cruz. Había dos naciones: los romanos y los judíos. Se odiaban a muerte unos y otros, pero en la cruz Satanás los unió, de forma que los propios judíos dijeron (Juan 19:15):

No tenemos más rey que César

'No reconocemos a otro rey, excepto a César'. Y ahora leed Apocalipsis 13:3 y 4:

Una de sus cabezas parecía herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada. Y toda la tierra se maravilló, y siguió a la bestia. Y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: "¿Quién es como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?"

Recordad: "adoraron al dragón". ¿Quién es el dragón? -Satanás. Satanás unirá al mundo contra el pueblo de Dios, y dirá: '¡Destruidlos!' El mundo estará bien dispuesto a hacerlo. Estaremos escondidos en los montes, el fin estará muy cerca y oiremos acercarse a las personas para matarnos. No sé si nos temblarán las piernas, pero Dios impedirá sus propósitos. Habrá un gran terremoto, y veremos a Jesús viniendo. Los que estaban dispuestos a matarnos, huirán a las cuevas de las que nosotros hemos salido y dirán a las peñas: 'Caed sobre nosotros y cubridnos de la visión de Cristo'.

Os explicaré algo: Hay una parte de Etiopía en la que está la iglesia ortodoxa, y allí no permiten a ninguna otra denominación entrar. Sólo tenemos unos pocos miembros en toda la conferencia: 430 miembros y nueve pastores. Esa es toda la federación, así es que dije al presidente: '¿Por qué no hacemos una campaña misionera?' Me respondió: 'No. Es imposible. Allí está la Iglesia Ortodoxa, y no nos dejará'. Le dije: '¡Cómo! ¡Nosotros somos una iglesia legal en Etiopía!' Así que para demostrarle que estaba equivocado, decidí llevar a cabo allí una campaña evangelística, en el centro mismo del cuartel general de la Iglesia Ortodoxa. El lugar se llama Ghonda. Tomé a cuatro de mis estudiantes de teología, a los nueve pastores, fui al gobernador y alquilé la sala de actos de una escuela para desarrollar allí un esfuerzo evangelístico.

El domingo por la mañana decoramos la entrada, y dejé a los estudiantes para que vigilaran aquello mientras iba a casa a comer. Antes de terminar vinieron gritando, presas del pánico. Les pregunté  qué sucedía. Había venido una compañía de soldados en un camión, y había destruido todo el decorado. Habían intentado golpear a los estudiantes, y estos escaparon. Habían destruido todo lo que habíamos hecho. Les pregunté: -'Quién ha enviado a estos soldados?' -'No lo sabemos', me dijeron. Fui al gobernador y le pregunté: '¿Envió usted a estos soldados? Me respondió: 'No. No fui yo. Fue el jefe de la Iglesia Ortodoxa. Yo no sabía que ustedes no tenían el permiso de él. En esta ciudad él tiene más poder que yo, así es que tiene que ir y pedirle permiso a él antes que nada'.

Me preparó una entrevista con ese jefe "espiritual", así que fui a verle y me tuvo al sol durante dos horas esperando, sin ningún tipo de explicación. Después me hizo pasar a su palacio donde él estaba en un precioso trono, separado de mí por una gran alfombra. Me dijo: '¿Qué está usted haciendo aquí?' Le respondí: 'Estoy aquí para predicar a Jesucristo'. Me dijo: 'Aquí soy yo el dirigente religioso de esta zona. No necesitamos su ayuda, así es que dé media vuelta y váyase. ¡Desaparezca! Le dije: 'Si hago eso, entonces estaré desobedeciendo a mi jefe'. Me preguntó: '¿Quién es su jefe?' Le dije: 'Jesucristo, quien dijo: Id a todo el mundo y predicad el Evangelio'. No olvidaré lo que me dijo: 'Si no desaparece, habrá derramamiento de sangre’. Le dije: 'Busque algún otro a quien atemorizar, porque yo me voy a quedar aquí'. Así es que fui al gobernador y le dije: 'No me da permiso...' El gobernador me dijo: 'Pues entonces yo tengo que quitarle también mi permiso para emplear la sala. El único lugar en el que puede hacer una campaña evangelística es en su iglesia.

El problema es que la iglesia estaba a tres kilómetros del pueblo. Allí la gente no tiene coche. Van andando. Además, la iglesia es muy pequeña. Sólo hay doce miembros, de los cuales seis son el pastor y su familia. El pastor me dijo: '¡Ya te lo advertí!... ' Le dije: 'Espera. Todavía no hemos terminado'. Me dijo: '¡No va a acudir nadie!' Le dije: 'Espera y veamos'.

El domingo siguiente preparamos la entrada y la sala. Esa tarde pusieron en un coche un altavoz, y el coche se paseó por todo el pueblo, diciendo: 'Todo el que asista a esa reunión, será excomulgado'. El pastor me volvió a decir: '¿Ves? No va a venir nadie'. Pero -¿sabéis?- acudieron setenta personas. Eran todos estudiantes universitarios que decidieron desafiar al jefe. Se llenó toda la iglesia.

Después de tres semanas de predicaciones, los setenta entregaron su corazón a Jesús. Unos pocos días antes del final, aquel jefe envió una multitud encolerizada, armada con palos y piedras, para matarnos y quemar la iglesia. Pero el padre de uno de aquellos 70 estudiantes era el jefe de policía, y las cosas evolucionaron de tal modo que vinieron varios camiones llenos de policías armados para protegernos. Se pusieron a la entrada de nuestra iglesia y le dijeron a la multitud que se acercaba: 'Si dais un paso más, abriremos fuego'.

Nuestra hora, pues, no había llegado. Dios nos protege. En el tiempo de angustia Satanás enviará al mundo contra nosotros. No tenéis nada que temer. Si el Espíritu Santo está con nosotros, nadie puede estar contra nosotros, si es que no ha llegado nuestra hora.

Es mi oración que no tengáis jamás ninguna simpatía hacia Satanás. Es un asesino de Jesús. Lo reveló así en la cruz. Satanás reveló qué es lo que había en su corazón. No debemos tener nada con él, hemos de desechar hasta la última partícula de simpatía por el autor del pecado. Esta es mi oración. Amén.

 

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