Respuesta personal al

"Informe de la mayoría" del Comité para la Primacía del Evangelio de la Asociación General de 8 febrero 2000

Robert J. Wieland (miembro del Comité para el Estudio del Mensaje de 1888 y miembro del Comité para la Primacía del Evangelio)

15 noviembre 2000

El 17 de mayo de 1994 se constituyó el Comité para la Primacía del Evangelio por iniciativa del entonces presidente de la Asociación General y por los miembros ADCOM (el comité administrativo superior). El motivo principal de formar ese comité ad hoc fue el estudio del mensaje que A.T. Jones y E.J. Waggoner enseñaron en la década de 1888 (mensaje que fue apoyado por E. White en unas 300 ocasiones) a fin de determinar si el mensaje halla claro soporte en la Biblia. ¿Está proclamándolo hoy la Iglesia Adventista? Emergió también un segundo propósito: la búsqueda de la unidad cristiana en la comprensión y proclamación del mensaje de Dios para el último tiempo, el de la justificación por la fe. El presidente de la Asociación General había expresado su esperanza de que sanara la "aparente fisura" entre la Asociación General y el Comité para el Estudio del Mensaje de 1888. {Carta, 18 abril 1994}

A la vista del consejo de la Biblia y los escritos de E. White, ambos propósitos son loables, pues en Juan 17 Jesús ruega porque sus seguidores sean "uno", y en el 7:24, nos ordena: "juzgad justo juicio". La "mayoría" de los miembros del Comité para la Primacía del Evangelio redactó el 8 de febrero del 2000 su "Informe", como resultado de la reunión final. Publicado ampliamente en Internet, ha suscitado considerable interés. Las preguntas y cuestiones que he recibido me han llevado a escribir esta "Respuesta" personal.

E. White declaró que el mensaje de 1888 era algo mucho más avanzado que la comprensión del "evangelio" propia de las iglesias guardadoras del domingo. Ello lo vio como "el comienzo" del fuerte clamor de Apocalipsis 18 y de la por tanto tiempo esperada (¡y por tanto tiempo pedida en oración!) lluvia tardía. Así, concibió el punto de vista de 1888 sobre la justificación y la justicia por la fe como una verdad singular, paralela y consistente con la noción específicamente adventista de la purificación del santuario celestial, obra que comenzó en 1844. {Ver, por ejemplo, su serie semanal de artículos en la Review and Herald, del 21 de enero al 8 de abril de 1890. Relaciona iterativamente el mensaje específico de Jones y Waggoner con la noción única adventista de la purificación del santuario celestial}

E. White mantuvo que ninguna otra iglesia comprende esa verdad contenida en Daniel 8:14, verdad que es "fundamento de nuestra fe". {El Evangelismo, p. 165}

Identificó el mensaje de 1888 como el "mensaje del tercer ángel en verdad". Sin embargo, la gran mayoría de los miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día está desinformada del contenido del mensaje, y se encuentra perpleja por visiones confusas de su historia.

Los seis miembros del Comité para el Estudio del Mensaje de 1888 nos alegramos cuando los dirigentes de la Asociación General nos designaron como miembros con voto del Comité para la Primacía del Evangelio, pues nos pareció que finalmente se haría un estudio profundo y equitativo de esos temas capitales, con la Biblia como fuente última de autoridad.

El Comité para la primacía del Evangelio se componía de 17 miembros, 11 de la Asociación General y 6 del Comité para el Estudio del Mensaje de 1888. Se reunió en sesión unas dos veces al año durante un período equivalente a 15 días completos. Los seis miembros del Comité para el Estudio del Mensaje de 1888 resultábamos alternativamente chasqueados por lo que parecía una falta de voluntad para comprender las Buenas Nuevas, según la enseñanza de los que E. White describió como "mensajeros especiales del Señor", mientras que en otras ocasiones nos sentíamos alentados por lo que nos parecían evidencias de que algunos estaban comenzando a percibir más positivamente el mensaje, y más claramente su historia. En general, el espíritu que presidió las reuniones fue de cordial compañerismo cristiano y mutuo respeto. Estábamos esperanzados en que el Señor podría llevar nuestras mentes a la verdadera armonía.

La actitud prevalente fue la más abierta, amistosa y razonable de todas cuantas caracterizaron los comités que habían investigado el tema en los pasados 50 años. Apreciamos los que nos parecían esfuerzos sinceros por alcanzar el consenso. Algunos miembros de la Asociación General expresaron en ocasiones aprecio por conceptos clave de 1888 que habían sido mal comprendidos anteriormente. Los seis miembros del Comité para el Estudio del Mensaje de 1888 comenzamos a acariciar la esperanza de que el Comité para la Primacía del Evangelio resultase en un cumplimiento de la plegaria de Jesús en Juan 17, de que sus seguidores fuesen "uno". {E. White declara que quienes den el último mensaje al mundo serán uno, estarán unidos en su comprensión y teología: "Los que se impliquen en la proclamación del último mensaje solemne a un mundo que perece, procurarán especialmente cumplir esta escritura. Aunque poseyendo diferentes temperamentos y disposiciones, verán de la misma forma todos los temas de creencia religiosa. Hablarán las mismas cosas; tendrán el mismo juicio; serán uno en Jesucristo" Historical Sketches, 124}

En el breve encuentro final del 8 de febrero del 2000, ese buen espíritu revirtió de forma súbita. Era evidente que se había desarrollado una animosidad, algo misterioso. {La razón pudo quizá ser que el Comité para el Estudio del Mensaje de 1888 había impreso un librito conteniendo los diez estudios bíblicos que habíamos presentado al Comité para la Primacía del Evangelio (titulado ¿Cuál es el Mensaje de 1888?). El hecho fue interpretado como una quiebra en la confianza. Nuestra intención al imprimir el librito fue la de recabar el consejo de nuestros miembros. No contenía nada relacionado con actitudes confidenciales o diálogos en el seno del propio Comité para la Primacía del Evangelio}

Los deseos por la unidad de espíritu y de convicciones se habían desvanecido, como resulta patente en el "Informe de la mayoría" publicado por el Instituto de Investigación Bíblica de la Asociación General.

Los miembros de la Asociación General formando parte del Comité para la Primacía del Evangelio sostienen que ellos son "los hermanos de experiencia" a quienes E. White dijo que había que someter toda cuestión teológica, y cuyo dictamen debe, en consecuencia, ser considerado como final. {Testimonies, vol. V, 293 (1882). El contexto original hace referencia a un tal "hermano Raymond", cuyas enseñanzas innovadoras sobre Daniel y Apocalipsis estaban siendo destructivas para el propio fundamento de la iglesia. Se oponía a las enseñanzas básicas de la iglesia. E. White no empleó ninguna frase similar para intentar silenciar la discusión, seis años después (1888), a pesar de que los así llamados "hermanos de experiencia" pretendían tal cosa}

¡Pero otros hermanos de muy dilatada experiencia soportan firmemente posiciones del Comité para el Estudio del Mensaje de 1888! {Uno de ellos es el Dr. Arnold V. Wallenkampf, en su día miembro del Instituto de Investigación Bíblica, cuyos libros Lo Que Todo Adventista Debería Saber Sobre 1888 y Lo Que Todo Cristiano Debería Saber Sobre Ser Justificados (R&H 1988) comparten los puntos de vista del Comité para el Estudio del Mensaje de 1888}

De hecho, al menos uno de los miembros de la Asociación General presentes en el Comité para la Primacía del Evangelio comparte nuestra comprensión de los conceptos básicos del evangelio y se congratula por la existencia del Comité para el Estudio del Mensaje de 1888.

El "Informe de la Mayoría" fue preparado por el personal de la Asociación General del Comité para la Primacía del Evangelio con anterioridad a la breve reunión final, y no fue sometido al Comité como un todo para su votación. No obstante, se aseguró a la minoría que, en el caso de disentir, se podría sentir libre de preparar un "Informe de la Minoría" que sería sometido a la Asociación General y (que nosotros comprendimos) que sería publicado conjuntamente con el de la mayoría. {Se refiere al lector a la Respuesta "oficial" del Comité para el Estudio del Mensaje de 1888 del 25 de marzo del 2000, disponible bajo pedido a la dirección: 8784 Valley View Drive, Berrien Springs, MI 49103; 616-473-1888; fax 616-473-5851; glad1888@parrett.net }

Tal es el curso de acción habitual en los comités investigadores responsables (hasta las sentencias judiciales que disienten del veredicto final de la Corte Suprema de E.E.U.U. son publicadas). El interés mundial por el mensaje de 1888 entre la membresía adventista aconseja que en beneficio de la confianza en los dirigentes de la iglesia, puedan ser oídos los miembros en minoría del Comité para la Primacía del Evangelio, tanto como aquellos en mayoría. Los temas objeto de discusión son trascendentes. Se está haciendo historia.

 

Análisis punto por punto de los "Desacuerdos", según el Informe de la mayoría

 

(Las 12 "Áreas de acuerdo" introductorias son en gran parte una auténtica obviedad, y se podían haber firmado igualmente el primer día en que se iniciaron las sesiones, en 1994. Con excepción de la última de ellas, serían aprobadas por cualquier iglesia cristiana ortodoxa. Pero esa última anula virtualmente todas las áreas de desacuerdo señaladas con posterioridad, ya que dice claramente: "Estamos de acuerdo en que el estudio del 'muy precioso mensaje' presentado por Jones y Waggoner es importante". Precisamente la súplica que hace el Comité para el Estudio del Mensaje de 1888: ¡su estudio! Nuestro propio nombre así lo proclama. En lugar de "importante", nos gustaría ver "muy importante" ya que, si E. White tenía razón al afirmar que el mensaje de 1888 fue el "comienzo" de la "luz" de Apocalipsis 18 y de la lluvia tardía, se deduce que no puede haber nada más importante para la Iglesia Adventista -y para el mundo- que el que recuperemos juntos ese mensaje, que estemos unidos en su comprensión y en su proclamación al mundo).

1. El uso adecuado o no de las declaraciones de E. White sobre el mensaje de 1888 y su historia. El Comité para el Estudio del Mensaje de 1888 pide sencillamente que se ponga al alcance de la iglesia en general una antología bona fide de sus reales declaraciones al respecto del mensaje y su historia. El testimonio de E. White es claro. Si el lector lo puede analizar en su contexto, pondrá fin a todo punto controvertido. La colección facsímil de 1821 páginas (The Ellen G. White 1888 Materials) publicada por el Ellen G. White Estate es de valor para los teólogos, pero resulta de difícil lectura y es cara de compra para el miembro promedio [no habiendo sido traducida ni publicada en ningún idioma diferente del inglés]. Se hace necesaria una colección más concisa y asequible de sus declaraciones de apoyo al mensaje de 1888. Estamos todos de acuerdo en que la condición espiritual de la iglesia en su globalidad es hoy de una "tibieza" no menor que la existente en la era de 1888. Lo que ella dijo en relación con el valor del mensaje de Jones y Waggoner es por lo tanto aplicable hoy.

2. Aplicando la primacía de la Biblia. Se nos culpa de leer la Biblia según la óptica de Jones y Waggoner. A eso replicamos: Sí, queremos leer la Biblia precisamente de la forma en que está escrita, en la pureza del texto, y queremos presentar la evidencia bíblica de tal modo que cualquiera la pueda leer y juzgar por sí mismo. Hay ciertamente verdades en la Biblia a las que Jones y Waggoner llamaron nuestra atención, verdades que no habríamos descubierto de no ser por su medio {Se invita al lector a analizar los estudios bíblicos que presentamos al Comité para la Primacía del Evangelio, publicados en el librito What Is the 1888 Message? Los estudios están enteramente basados en la Biblia}

(¡llamaron también la atención de E. White a algunos temas!). ¿Qué otra cosa tenían que haber hecho por nosotros Jones y Waggoner, a quienes "en su gran misericordia el Señor envió"? Cuando alguien llama nuestra atención a alguna verdad bíblica, hemos de recibirla con agradecimiento.

3. ¿Hasta qué punto apoyó E. White el mensaje de Jones y Waggoner? Anhelamos la más sincera unidad de corazón con nuestros hermanos y hermanas en la Asociación General. Pero hemos de indicar que no existe evidencia en sus escritos que se refiera a las supuestas "muchas áreas en las que Ellen White difiere de Jones y Waggoner". Esa afirmación descalifica con injusticia el "preciosísimo mensaje" que el Señor encomendó a Jones y Waggoner para que dieran a su pueblo. Si bien éstos eran mortales falibles como lo somos todos, E. White habría demostrado una ineptitud mayúscula si fuera cierta esa aseveración sobre las muchas áreas de desacuerdo, en vista de las más de 350 expresiones de apoyo y reconocimiento que les dedicó. En muy contadas ocasiones, durante los años de su apoyo hacia ellos, E. White los previno o corrigió, pero nunca expresó desacuerdo con su mensaje. Pretendió ayudarles a expresarlo con mayor propiedad, para evitar que pudiese ser erróneamente comprendido. Ellos aceptaron humildemente y de todo corazón sus consejos, y se beneficiaron de ellos.

Aún en el caso en que los miembros en mayoría decidiesen revisar la afirmación y sustituir la palabra "muchas" por "algunas", permanece el hecho de que ningún teólogo ha sido capaz hasta la fecha de documentar ni una sola área de su mensaje maduro sobre la justicia por la fe que E. White rechazara o siquiera objetara. Brilla claramente la realidad de su apoyo entusiasta. {Knight cita lo que para él es una evidencia de las supuestas "muchas áreas" de desacuerdo entre E. White y ellos. Se trata de la observación que hizo cuando escuchó a Waggoner por primera vez en Minneapolis: "Algunas interpretaciones de la Escritura dadas por el Dr. Waggoner, yo no las veo correctas" "Algunas cosas presentadas [por Waggoner]... no armonizan con la comprensión que yo había tenido de ese tema" (MS 15, 1888). Pero Knight omite siempre la frase que sigue inmediatamente a las citadas: "si es que comprendo plenamente su posición" (From 1888 to Apostasy, 99; Angry Saints, 43-45; A Search for Identity, 100, 101, donde la expresión calificatoria resulta consistentemente omitida). Posteriormente E. White comprendió. "Cada fibra de mi corazón decía Amén" (MS 5, 1888) es una expresión típica del espíritu de cientos de declaraciones de apoyo similares}

4. Exactitud histórica. ¡Clamamos por ella! Tengámosla. La historia está ahí para que todos puedan leerla. La opinión inspirada de E. White sitúa sus valoraciones como más dignas de confianza que la de ninguno de sus contemporáneos no inspirados. El paso del tiempo no puede, ni borrar esa historia, ni cambiarla. La gente común puede comprenderla. Bien puede decirse que nuestra historia denominacional posterior a 1888 es una expresión del mensaje de Cristo "al ángel de la iglesia de Laodicea" (Apoc. 3:14 al 19). Su palabra está por encima de cualquier opinión nuestra.

5. Arrepentimiento corporativo. Ese es en verdad el punto más enérgicamente objetado. {Una breve definición: arrepentimiento corporativo es reconocer que nadie es de forma innata mejor que los demás, excepto por la gracia de Cristo, de forma que uno acepta que los pecados de cualquier otro podrían ser los nuestros propios de no ser por esa gracia. Eso significa que, de igual manera en que "nosotros" fuimos quienes crucificamos a Cristo, también fuimos "nosotros" los hermanos que "en gran medida" rechazamos el comienzo del fuerte clamor y de la lluvia tardía}

Dice el Informe de la mayoría que "no se debe dar la impresión de que E. White llamó a un arrepentimiento corporativo" (en otras palabras, se trata de una idea errónea). Ahora bien, la cuestión no es si "E. White llamó al arrepentimiento corporativo". La cuestión es: ¿Lo hace Jesús mismo? {Ver el libro escrito por este autor: Sé pues celoso y arrepiéntete, pueblo mío, presentado a los miembros del Comité para la Primacía del Evangelio}

El Informe de la mayoría asume que tuvo lugar un arrepentimiento denominacional en la administración que siguió a la sesión de 1888 (que el liderazgo de O.A. Olsen no "tomó la misma posición que la administración Butler/Smith con respecto a Jones y Waggoner"). Por lo tanto, concluye, hoy no es necesario ningún arrepentimiento denominacional por haber rechazado el mensaje de 1888. {Ver la lista de llamados de E. White al arrepentimiento corporativo y denominacional aportada por el Dr. Fred Bischoff en su Respuesta "personal" al Informe del Comité para la Primacía del Evangelio, disponible en nuestras oficinas}

Pero E. White afirmó que el nuevo presidente electo en 1888 dio su apoyo a los hombres que se opusieron al mensaje de 1888. ¡El registro inspirado constriñe nuestra conciencia! "Actuó como lo hizo Aarón en relación con esos hombres que han venido sufriendo la oposición para la obra de Dios desde el encuentro de Minneapolis". Pudo hablar bien, pero sus hechos no correspondieron con sus palabras: "Me siento muy apenada por el hermano Olsen... No ha actuado según la luz dada. Se trata de algo misterioso... Se ha aventurado de forma directamente contraria a la luz que el Señor le ha estado dando. Todo ello confunde su discernimiento espiritual y lo sitúa, en relación con el interés general, y con el deseable y sano avance de la obra, como un centinela infiel... Ha dado evidencia inequívoca de no considerar los testimonios que el Señor ha tenido a bien dar a su pueblo como dignos de respeto, o como de suficiente peso como para influir en su curso de acción". {Carta a O. A. Tait, 27 agosto 1896; The Ellen G. White 1888 Materials, p. 1607-1608. No se reproduce esa cita con la intención de despreciar la memoria de ese querido hombre de Dios; se trata de exponer la llana verdad de que utilizó su influencia para retardar la conclusión de la comisión evangélica}

Cuando E. White fue "exiliada" a Australia con la aprobación de Olsen, ella le dejó manuscritos para nuestros dirigentes en América, reconviniéndolos por su oposición al "muy precioso mensaje". A fin de ilustrar la comparación que hizo con Aarón, escribió: "El presidente de la Asociación General... actuó de forma directamente contraria a las amonestaciones y advertencias que le fueron dadas". En relación a su "exilio", declaró: "Quiso alejar de usted la gran experiencia y conocimiento que proceden de una fuente superior al hombre". {Id., 1620-1622; La Adventist Review describió apropiadamente en una ocasión su destino a Australia como un "exilio"} Escribió a I. H. Evans que el nuevo presidente había traicionado la confianza depositada en él, a propósito del mensaje de 1888. {Carta E51, 1897. Copia en White Estate}

Las personas sinceras en todo el mundo comprenderán que el llamamiento del Señor Jesucristo a un arrepentimiento denominacional como ese es hoy igualmente válido. Ese es el tema que subyace.

6. Justificación legal universal. Durante las sesiones del Comité para la Primacía del Evangelio se prestó seria atención al estudio de lo que cumplió el Hijo de Dios mediante su sacrificio. Sabemos que no todos, en "la mayoría", están de acuerdo con ese evidente desprecio [evidenciado en el Informe] a la enseñanza de Pablo en Romanos 3 al 6. Habíamos acordado expresamente que nuestro punto focal de estudio había de ser la Biblia. Citar a E. White como en aparente oposición a la Biblia es algo inconcebible. De acuerdo con la enseñanza bíblica, hay dos consecuencias del sacrificio de Cristo: (a) Como "Salvador de todos los hombres", como "Salvador del mundo", concede el don "a todos los hombres para justificación de vida" [Rom. 5:18]. Esta vida presente es para "todos los hombres" el don de la gracia de Cristo, sea que crean o que no. {Ver El Deseado, 615. Rom. 3:23, 24; 5:15-18; Efe. 1:3-7; 1 Juan 2:1} (b) A aquellos que "creen", les da además otra cosa: la vida eterna. La cita de E. White dice eso mismo, como el resto de sus escritos. ¿Dónde está el supuesto conflicto?

7. El concepto "en Cristo". Hay una verdad evangélica vital inherente a ese aspecto del mensaje de 1888, tal como lo proclamaron Jones y Waggoner. Cuando el Padre rodeó con sus brazos a Cristo, al ser bautizado en el Jordán, rodeó también con ello a la raza humana. {Ver El Deseado, 87} La adoptó "en Él"; hizo a todos los hombres, indignos como somos, "aceptos en el Amado". En ese sentido, toda la raza humana fue adoptada "en Él". Mediante su sacrificio, Cristo ha muerto la muerte segunda de "todos" [Heb. 2:9], habiéndolos redimido. Es necesario que el pecador conozca cómo Dios tomó la iniciativa en su salvación.

¡El mundo necesita conocerlo! La verdad de la Buena Nueva del tercer ángel no tiene por fin despertar una respuesta basada en el miedo, egocéntrica en su motivación, sino una respuesta de agradecimiento por lo que Cristo ha cumplido ya y otorgado ya como un don, de la misma forma en que la primogenitura era ya de hecho posesión de Esaú desde el nacimiento. {Esaú "vendió" algo que no se le había simplemente "ofrecido", sino algo que le había sido ya concedido, y que él poseía. De igual manera, los que por fin se pierdan, no resultarán perdidos porque rechazaron algo que Cristo meramente les "ofreció", sino por "vender" algo que él les dio [N. del T.: Heb. 10:29]. ¡Esa verdad parece colisionar con nuestra comprensión tradicional! El poder ganador de almas implícito en el mensaje de 1888 va mucho más allá de nuestras presentaciones habituales vía satélite}

Tachar la noción de "en Cristo" como antinomianista carece de toda justicia. No es la "aceptación" del pecador lo que pone en marcha el proceso de la salvación. Fue cumplida ya mediante el sacrificio de Cristo. Contrariamente a la comprensión errónea de Romanos 5 en la "Adventist Bible" (The Clear Word), lo que Cristo consiguió en la cruz no es meramente una "oferta", sino en las mismas palabras de Pablo, repetidas cinco veces, un don dado a todos los hombres (vers. 15 al 18). {Si bien es cierto que se "ofrece" como un "don", es mucho más que una mera oferta: Cristo lo dio}

Una vez más, no es nuestra intención el contender con la Asociación General. Llamamos simplemente la atención a lo que todas las traducciones serias de los escritos de Pablo especifican con claridad. El reconocimiento de esa verdad afecta vitalmente la salud espiritual de la iglesia, y su éxito en ganar almas.

La verdad de "en Cristo" deriva de comprender la obra de Cristo en el lugar santísimo. Estamos en necesidad de reconocerla como esencia del "muy precioso mensaje" que el Señor nos envió. No constituye ninguna invención del Comité para el Estudio del Mensaje de 1888, sino una enseñanza del propio mensaje, según sus fuentes originales, tal como queda documentada en las publicaciones que hemos hecho de él. Suplicamos a la Asociación General que no vea en ello un ánimo contencioso; buscamos la armonía y unidad "en Cristo". Pretendemos simplemente defender una verdad bíblica gloriosa. Envuelto como está en las mayores tinieblas, el mundo necesita desesperadamente apreciarla con claridad. Las iglesias guardadoras del domingo no la están proclamando. No podemos concebir que la Asociación General hubiera de oponerse a la luz que "en su gran misericordia el Señor" nos envió. Creemos que debería permitir que la gente vea esa luz tal como Él la envió.

8. La naturaleza de Cristo. Todo cuanto cabe responder es que efectivamente, hay que ser "cuidadosos, sumamente cuidadosos en la forma en que [nos ocupamos] de la naturaleza de Cristo". Analizando nuestras publicaciones ¿acaso no es evidente que fuimos sumamente cuidadosos en ese punto? {Contrástese nuestro cuidado con la falta del mismo, en algunas publicaciones de autores del Comité para la Primacía del Evangelio con puntos de vista divergentes a los del Comité para el Estudio del Mensaje de 1888}

Por ejemplo, no hemos dicho descuidadamente que "tenía" una naturaleza pecaminosa; por el contrario, insistimos en mantenernos en el lenguaje inspirado: "Tomó sobre su naturaleza impecable nuestra naturaleza pecaminosa". {Medical Ministry, 181}

Una vez más, puesto que el Comité para la Primacía del Evangelio contrajo el compromiso de basar su estudio en la Biblia, afirmamos que los escritos de Jones y Waggoner sobre la naturaleza de Cristo cuentan con el claro sustento bíblico. De hecho, algunos sinceros autores y teólogos no adventistas de tiempos recientes se han adelantado a la Asociación General en su aceptación de esa verdad bíblica, tal como la comprendieron Jones y Waggoner. {Por ejemplo, D.M. Baillie; Anders Nygren; Karl Barth; J. A. T. Robinson; T. E. Torrance; C. E. B. Cranfield; Nels F. S. Ferre; Leslie Newbigin; Harry Johnson; Clark H. Pinnock. Por descontado, nada conocen sobre "1888", ¡solamente la Biblia!}

9. Jones y Waggoner en relación con los reformadores. Hemos leído una y otra vez el comentario al respecto, y nos deja perplejos. Vemos salvación en el mensaje del tercer ángel. La suposición de que Jones y Waggoner no viesen verdad más allá de la que vieron Lutero y Calvino, es insostenible. {Knight cita una declaración con la que se defendió Waggoner en la sesión de la Asamblea general de 1891, en la que procuró apaciguar las suspicacias de los hermanos afirmando que pretendía recuperar el mensaje de Lutero y los reformadores. Knight se basa en tal declaración para negar la necesidad de nueva luz en aquel momento. Pero en la misma ocasión Waggoner dijo que creía que la lluvia tardía estaba comenzando entonces mediante una comprensión más clara de Romanos y Gálatas, conceptos que Lutero y Calvino no pudieron ver con claridad en su día}

Nuestra oración ferviente había sido que el Señor pudiera ayudarnos a hacer ver a la Asociación General que la justicia por la fe en "el mensaje del tercer ángel en verdad [de 1888]", es verdad que va más allá de la que enseñaron Lutero, Calvino y los reformadores, y mucho más allá de la que enseñan las iglesias contemporáneas guardadoras del domingo. Pero ese "Informe de la mayoría" testimonia de nuestra ineptitud al respecto, y nos indica que no tuvimos éxito en ello.

10. El antiguo pacto. Se pide que creamos que "el antiguo pacto... es equivalente a la Torah [diez mandamientos] del Sinaí". ¿No fue esa precisamente la posición que tomó el ex adventista Dale Ratzlaff y otros escritores contemporáneos enemigos del adventismo? Ratzlaff es una especie de nuevo "Canright" para el adventismo, el oponente más asiduo hacia nuestra denominación. El tema de los dos pactos fue una de las verdades del mensaje de 1888 que fue resistida con mayor furor. ¿Lo seguirá siendo aún hoy? A pesar del apoyo inequívoco (mediante una visión) prestado por E. White a la verdad de la posición de Waggoner, {Cartas 30, 59, 1890. Ver en Alumbrados por su gloria, p. 88, 89} sigue estando aquí nuevamente clasificada como una de las "áreas en desacuerdo" con la Asociación General, igual que lo fue hace un siglo. {La propaganda de Dale Ratzlaff significa una seria amenaza para muchos de nuestros miembros de iglesia deficientemente informados. Se jacta de haber recibido una enseñanza adventista, desde la cuna hasta el seminario teológico. Pero si hubiese conocido la luz de 1888 sobre los dos pactos, jamás habría podido construir ese argumento espurio. Una vez más, referimos al lector al librito: What is the 1888 Message?}

11. Actitud de crítica. ¿Es necesario mayor comentario? Desde que el Espíritu Santo ha estado obrando en nuestro mundo pecaminoso, ha existido siempre la posibilidad de manifestar "crítica leal". Nuestra historia atestigua ya de más de medio siglo de inquebrantable fidelidad a la organización de la Iglesia Adventista, así como a sus doctrinas (¡el Señor no permita que tal cosa deje de ser!)

En resumen:

Apelamos a los dirigentes y resto de miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día a estudiar el mensaje que E. White calificó de "muy precioso", el "comienzo" del fuerte pregón de Apocalipsis 18, el comienzo de "los aguaceros del cielo de lluvia tardía", mensaje que cuenta con el pleno apoyo de la Biblia.

El "Informe de la mayoría" nos compara con John Wesley. Alude a su historia como "muy esclarecedora aquí", en relación con el Comité para el Estudio del Mensaje de 1888. Todo el que haya leído dicha historia conoce cómo la razón por la que John Wesley predicó en las calles y en los campos es porque la jerarquía anglicana le cerró las puertas de la iglesia. Salvó a Inglaterra de los horrores de la revolución francesa, a pesar de la oposición que sufrió de parte de los dirigentes de la iglesia. Murió como fiel clérigo de la Iglesia de Inglaterra. Rogamos porque el Señor nos de gracia para emular su fiel ministerio.

12. La iglesia y la justificación por la fe. Quisiéramos preguntar con el mayor respeto, ¿en qué sentido se puede decir con verdad que "diferimos" de las declaraciones oficiales citadas? [Creencias fundamentales nº 4, 7, 9, 10 y 18]. Parecería razonable esperar que la Asociación General apreciase nuestro esfuerzo por promover de todo corazón lo que esas declaraciones afirman.

A propósito de las "Observaciones". Jamás hemos dicho que la iglesia esté "proclamando un falso evangelio". Nunca hemos dicho nada como eso. Hay elementos del evangelio que el Señor nos "envió" en 1888, que han sido "mantenidos alejados" de nuestro pueblo y del mundo. {I Mensajes Selectos, 276. El mundo y la iglesia están deprivados de él "en gran medida"} Lo que fue rechazado por los dirigentes y "mantenido alejado" de la iglesia y del mundo fue el mensaje que Dios había previsto a fin de preparar a esa generación para hacer frente a los acontecimientos finales, y a estar lista para el retorno de Cristo en ese tiempo. La iglesia no está predicando un evangelio falso. Sin embargo, necesita desesperadamente el enriquecimiento que "el Señor envió" en las verdades de 1888. El tiempo se ha prolongado más de lo esperado, a fin de darnos la oportunidad de arrepentirnos y de recuperar aquello que ha sido "mantenido alejado" del mundo. Es hora de que se lo proporcionemos.

Poco importa lo que nosotros pensemos o digamos. Es Cristo, y no nosotros, quien afirma que el "ángel" de esta iglesia se siente "rico y enriquecido, en necesidad de nada", por lo tanto, "se, pues, celoso y arrepiéntete".

El llamamiento. La evidencia es inequívoca de que no estamos de modo alguno operando "fuera de la iglesia organizada". Somos ciertamente (¡gracias a Dios!) parte de la iglesia. Como John Wesley, a quien se nos compara, escogemos ministrar dentro de la organización; son otros quienes procuran empujarnos "fuera" al publicar sobre nosotros juicios que llevan a confusión. Pero permanecemos leales, confiando en Dios.

Apelamos así a la Asociación General: Les rogamos que tomen la iniciativa en "promover la armonía en la doctrina y en las relaciones" entre aquellos en la iglesia que sienten el hambre y la sed por una comprensión más clara de la justicia por la fe. El Espíritu Santo no dejará de interceder en favor de la Asociación General (y de nosotros) a fin de que lleguemos a la unidad de corazón, a que sintamos "una misma cosa" (Fil. 2:2). {Referimos una vez más al lector al librito que contiene diez estudios bíblicos que el Comité para el Estudio del Mensaje de 1888 aportó al Comité para la Primacía del Evangelio antes de la última reunión, en la que se presentó el Informe de la mayoría. Dirección de contacto: The 1888 Message Study Committee, 8784 Valley View Drive, Berrien Springs, MI 49103; 616-473-1888. Fax: 616-473-5851. E-mail: glad1888@parrett.net }

Una unidad tal es, no sólo posible (contrariamente a ciertas opiniones pesimistas), sino que será algo de seguro cumplimiento en la providencia de Dios.

La existencia de cierta oposición temporal y parcial por parte de la Asociación General no nos impide urgir a todo aquel que lea este documento a permanecer en estrecha armonía con la iglesia organizada. A que ore por la dirección de la Iglesia. El Espíritu Santo está obrando. ¡Ojalá que cooperemos con él! De acuerdo con la Palabra de Dios, está por producirse un cambio.

 

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