Serie “Exaltad la cruz”
LA HUMANIDAD CREE LA MENTIRA
Antes de entrar en nuestro tema de hoy os quiero hacer alguna pregunta. Buscad conmigo en la Biblia Romanos 1:16. Hay aquí un principio que necesitamos comprender:
No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree
El evangelio ES poder de Dios. ¿Cuántos de vosotros habéis oído el evangelio? Casi todos levantáis la mano. ¡Amén! Recuerdo que cuando me hice adventista, mi padre —que no lo era— me dijo: ‘¡Lo que los adventistas necesitan es comprender el evangelio!’ Me sorprendió. No llegaba a imaginar que un adventista pudiera estar en necesidad de comprender el evangelio. Se daba por sabido. ¡Todo adventista conoce el evangelio!, me decía yo.
El asunto es que el evangelio ES poder de Dios. ¿Cuántos de vosotros, que acabáis de levantar la mano, podríais levantarla otra vez si os preguntara si estáis experimentando el “poder de Dios” en su plenitud, ahora? Leamos en 1 Corintios 1:18:
La palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios
Todos nosotros hemos oído que Cristo murió por nosotros, pero ¿cuántos de nosotros estamos experimentando ese poder?
Leamos otro texto: 2 Corintios 5:14-15:
El amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y él por todos murió, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos
¿Cuántos de vosotros habéis oído que Dios os ama? Pero sinceramente, ¿cuántos de nosotros estamos aún luchando con el vivir “para sí”, para nosotros mismos, en lugar de vivir para él? ¿Por qué esa extraña contradicción entre lo que vemos en nuestra experiencia, y lo que leemos que debiera estar sucediendo según las Escrituras? Os diré por qué pienso que sucede así. En 5TI 289.3 leemos:
Si los pensamientos son malos, los sentimientos también lo serán, y los pensamientos y sentimientos combinados constituyen el carácter moral de la persona
El carácter moral se define por la combinación de pensamientos y sentimientos. ¿Cómo se revela el carácter moral? Mediante las acciones. No me digas que me amas: ¡demuéstramelo! Las acciones revelan nuestros pensamientos y sentimientos. ¿Qué hay en el evangelio, que nos motiva a vivir una vida nueva? ¿Son simplemente las acciones de Dios? ¿o son sus pensamientos y sentimientos hacia nosotros, revelados en sus acciones? ¿Es meramente el hecho histórico de que Cristo murió en la cruz del Calvario, lo que mueve el corazón a vivir por él? ¿o es la revelación que el hecho histórico hace de cuál es la disposición de su corazón hacia nosotros? Es la revelación de su inmensa bondad y misericordia lo que hace que, al margen del cielo y del infierno, me entregue a él, quien es digno de ser servido por la eternidad.
En la vida de muchos de nosotros suceden cosas, hay circunstancias adversas. Irreflexivamente atribuimos esos eventos a la acción de Dios. Analizadlo en vuestra propia vida. Cuando algo va mal, ¿qué es lo primero que soléis hacer? Levantamos la vista al cielo y decimos: ‘¿Por qué? ¿Por qué, Señor?’ Atribuimos esos sucesos a la voluntad de Dios. Y al hacer así, ¿cuáles son nuestros pensamientos y sentimientos respecto a él?, ¿cuál es nuestra percepción de su amor por nosotros?
Cuando alguien nos dice: ‘Dios te ama; Cristo dio su vida por ti’, debido a lo que sentimos hacia él por haberle atribuido todos nuestros contratiempos, lo único que somos capaces de hacer es asentir mentalmente a esas verdades, como simples hechos. Estamos de acuerdo, como aceptamos la verdad biológica o matemática. Dos y dos son cuatro, ¿no es así? Eso es una verdad. Ahora bien, ¿tiene esa verdad el poder para mover vuestro corazón? Es un hecho frío, estéril.
Pues bien, oímos esos hechos: que Dios nos ama, que Cristo murió por nosotros, oímos la teoría del evangelio, pero sin permitir que pase la barrera del conocimiento intelectual, y de esa forma fracasa en cambiar el corazón. Nicodemo vino a Jesús de noche, y en El Deseado leemos que Jesús reconoció inmediatamente su necesidad. No era mayor conocimiento teórico lo que Nicodemo necesitaba, sino regeneración espiritual. Oro porque nuestra búsqueda no consista sólo en conocimiento teórico, sino que a través de ese conocimiento podamos entrar íntimamente en contacto con los pensamientos y sentimientos del amante corazón de Dios hacia nosotros y experimentemos así la regeneración espiritual.
¡Cuántas cosas sucederían en nuestra vida si fuésemos capaces de percibir adecuadamente las acciones de Dios en nuestro favor! Hay una sola fuente digna de crédito al respecto: la Palabra de Dios “[Las Escrituras] dan testimonio de mí”, dijo Jesús. Desde el Génesis al Apocalipsis, esas son las acciones de Dios, ese es el evangelio, ese es el mensaje de 1888. Es lo que Dios, en su infinita misericordia, nos envió hace ya más de cien años con el objetivo de cambiar nuestro corazón y prepararnos para el encuentro con él. Es en las acciones de Dios en su pureza, revelando sus pensamientos y sentimientos, donde radica el poder de cambiar la vida de las personas. Pero al mirar este planeta nos damos cuenta de que aún nos estamos escondiendo de Dios, como cuando Adán y Eva lo tomaron por su enemigo.
¿Cuándo comenzó eso? Vayamos a Génesis 3. Ahí es donde estamos en la cronología de los eventos. Versículo 1 (pasaremos un buen rato en ese punto, pues hay maravillosas lecciones que aprender en la caída y redención del hombre):
La serpiente era más astuta que todos los animales...
Algunas versiones, en lugar de “astuta”, traducen “sutil”.
En ocasiones mantengo diálogos con mis amigos y conocidos, relativos al evangelio; y a veces, en puntos controvertidos, hay diferencias. Lo que se suele decir en esos casos es: ‘¡Se trata de una simple cuestión semántica!’ La implicación es que en realidad estamos de acuerdo, sólo que empleamos diferente terminología... Eso puede ser. Puede que sea así, pero estoy persuadido de que la mayor parte de las veces no es una cuestión de semántica, sino de SUTILEZA. No son diferencias semánticas, sino diferencias sutiles.
Hay diferencias sutiles entre el evangelio que el mundo cristiano está predicando hoy, y el evangelio para la proclamación del cual Dios suscitó a la Iglesia adventista del séptimo día. ¡Diferencias sutiles!
Si hubiéramos de desplazarnos por mar hacia un destino lejano y dependiéramos de la brújula para llegar a él, la desviación en un insignificante grado haría que sufriésemos un tremendo alejamiento del destino previsto, que nunca alcanzáramos.
Si nos equivocamos en un solo grado en comprender cuáles son las acciones de Dios, en favor de cuántos las ha realizado y por qué, en nuestro viaje por conocer los pensamientos y sentimientos de Dios hacia nosotros —eso que ha de cambiar nuestro corazón— nunca llegaremos al destino glorioso que Dios tiene para nosotros. Por lo tanto, es vital que acudamos a las Escrituras y analicemos la forma en la que Dios trata realmente a los pecadores; cómo actúa con nosotros. Seguimos leyendo en Génesis 3:
La serpiente era más astuta que todos los animales que Jehová Dios había hecho, y dijo a la mujer: —¿Conque Dios os ha dicho: ‘No comáis de ningún árbol del huerto’? La mujer respondió a la serpiente: —Del fruto de los árboles del huerto podemos comer, pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: “No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que no muráis”
¿A qué se refería Génesis 2:17? Jesús mismo se lo había afirmado:
El día que de él comas, ciertamente morirás
En el versículo 4 del capítulo 3, la serpiente respondió a la mujer:
No moriréis
¿Cuál era la implicación de Satanás? ¿Qué había hecho Dios, según él? Mentir fue la primera acción que Satanás atribuyó a Dios en este planeta, en su engaño relativo a quién y cómo es Dios. ‘Dios os ha mentido’. Observad los pensamientos y sentimientos que Satanás comenzó a comunicar con su mentira. Versículo 5:
Serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y el mal
[Satanás]: ‘Yo estuve allí. Vi al Padre reunirse con Jesús en consejo, dejándome a mí fuera. Dios tiene un bien que no quiere compartir. No admite competencia. Ha retenido el bien de vosotros para su propio beneficio. Por lo tanto, puesto que os ha retenido un bien, os ha tenido que mentir a fin de que no sepáis acerca del mismo’.
Si en algún aspecto de vuestra vida abrigáis el sentimiento de que Dios está reteniendo algún bien para que no lo tengáis, es indicativo seguro de que aún no conocéis el carácter de Dios, sus pensamientos y sentimientos hacia vosotros.
Hoy la mentira está formulada en términos distintos, pero es siempre la misma mentira. La cristiandad está hoy impregnada con la idea de que Dios está reteniendo una gran bendición a los seres humanos hasta que primeramente hagamos algo correcto.
Hermanos, Dios no es el retenedor de bendiciones, sino el divino Dador de todas ellas. En Hechos 17 Pablo presenta a Dios como a quien “da a todos vida, aliento y todas las cosas... en él vivimos, nos movemos y somos” (vers. 25-28). Y ahí no se está hablando ni refiriendo a creyentes.
No es solamente que Dios dé a todos todo lo que tienen, sino que él da a todos todo lo que él tiene. Dar es su gloria, no porque nosotros seamos bondadosos, sino porque él lo es. Es el Dador.
Dios no podía expresar un amor mayor del que ha expresado al dar al Hijo de su predilección a este mundo. Este don fue dado al hombre para convencerlo de que Dios no ha dejado sin hacer nada que pudiera haber hecho, que no queda nada en reserva, sino que todo el cielo ha sido derramado en un solo don inconmensurable (NEV 15.4, YI 17 octubre 1895).
Seguimos leyendo en Génesis 3:6:
Al ver la mujer que el árbol era bueno para comer, agradable a los ojos y deseable para alcanzar la sabiduría...
¿Qué significa eso? Significa que dio oído a lo que Satanás le dijo y creyó que Dios la había engañado. Comenzó a considerar la posibilidad de que ese fruto le diera cierta sabiduría que ahora no poseía. Razonó: ‘Dios me ha retenido ese bien, y este fruto es la forma de obtenerlo. ¡Puedo ser como Dios! ¡Puedo obtener esas buenas cosas que Dios ha retenido de mí!’ Y tomó del fruto y lo comió. Lo dio a su esposo, quien también comió de él.
Versículo 7:
Entonces fueron abiertos los ojos de ambos
¿Qué significa eso? ¿Significa que hasta ese momento habían caminado con los ojos cerrados? Está hablando de visión espiritual. No se refiere sólo a una realidad física, sino a una percepción espiritual. Comenzaron a percibir espiritualmente algo que hasta entonces no habían percibido. ¿Qué fue? Vedlo en la frase siguiente:
Entonces fueron abiertos los ojos de ambos y se dieron cuenta de que estaban desnudos
No creo que se refiera solamente a la realidad física de no estar vestidos. Se dieron cuenta de que estaban espiritualmente desnudos. Leed conmigo en Juan 8, comenzando en el versículo 1:
Jesús se fue al monte de los Olivos. Por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentándose, les enseñaba. Entonces los escribas y fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio, le dijeron: —Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio
Os pregunto ahora, ¿qué debía estar pensando y sintiendo entonces aquella mujer? Poco importa si llevaba un tipo de ropa u otro, estaba siendo plenamente expuesta. Sea cual fuere su realidad física, había una realidad emocional: la de sentirse desnuda ante la mirada de todos. Comenzó a sentir la culpa, la condenación, a sentirse expuesta. ¿Qué es lo que Jesús dijo primeramente a esa mujer? ¿Le dijo ‘arrepiéntete’?
¿Dónde están los que te acusaban?... Ni yo te condeno. Vete y no peques más
¿Cómo trata Dios la desnudez? ¿Cómo trata al desnudo? ¿Cómo nos trata Dios cuando resultamos expuestos?
[alguien en la audiencia: ‘Nos cubre’]. No nos condena, ¿no es así? ¿Qué es lo opuesto a condenación? [una voz: ‘Justificación’].
Es una de las dos cosas. No hay terreno intermedio: o bien nos condena por nuestra desnudez, o bien hace lo opuesto. Dios no nos condena. Su amor es un amor no condenador. Es vital que comprendamos cómo se relaciona Dios con nuestra desnudez. Es vital que comprendamos que cuando estamos desnudos, cuando nos sentimos expuestos, mereciendo condenación, sintiéndonos culpables (todas esas condiciones emocionales negativas), Dios no nos condena.
Es vital que comprendamos eso, porque hay otro grupo de personas del que la Biblia afirma: “Estás desnudo” [una voz: ‘Y no sabe que está desnudo].
No lo sabe. Hemos creado un entorno en nuestra iglesia que hace difícil que reconozcamos que lo estamos. La concepción que tenemos de Dios hace que sea difícil que admitamos que estamos en la condición en la que realmente estamos, porque eso significaría automáticamente nuestra condenación irrevocable. Puesto que creemos que Dios condena automáticamente a quien está “desnudo”, no podemos aceptar que ese sea nuestro caso —personalmente o como denominación—. No podemos sufrir la idea de esa terrible condenación que asociamos a la desnudez.
La solución, lo que ha de tocar y cambiar el corazón de Laodicea, es comprender que Dios, incluso estando desnudos, no nos trata como a tales.
‘¡Ved la forma en la que nuestra denominación está creciendo!’ Muchos señalan eso y se dicen: ‘¡Es imposible que nuestra condición sea tan lamentable! ‘Observad cómo crecemos: ¡contamos con la bendición de Dios!’
No comprenden el carácter de Dios. No comprenden que incluso cuando pecamos, Dios nos trata como si no lo hubiéramos hecho. Dios sigue amando a su iglesia. Aunque lo rechazamos a él, él no nos rechaza a nosotros. Él nos abraza, y nos sigue usando en este planeta. ¡Eso es gracia! ¡Eso es favor inmerecido! Si lo preferís en términos teológicos, es una justificación objetiva, que no depende de nuestra respuesta. Pensad en ello.
Si la historia no miente —y no creo que lo haga—, hemos resistido ya la mayor demostración, el mayor derramamiento de la revelación del carácter de amor de Dios. Si en lugar de ser Dios hubiésemos sido vosotros o yo, ¿cómo habríamos tratado esta denominación? Pero Dios no es así. En nuestra desnudez laodicense, él nos dice algo que oyó aquella mujer sorprendida en adulterio: “No te condeno”. ‘No encontrarás en mi corazón condenación hacia ti’. Mi amor es un amor que no condena. Adán y Eva aún no conocían nada sobre ese amor. Comenzaron a percibir cosas que nunca antes habían percibido. Se dieron cuenta de que estaban desnudos y cosieron hojas de higuera para cubrirse.
Versículo 8:
Luego oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba por el huerto...
Poneos ahora en los pensamientos y sentimientos de ellos. Debido a la elección del hombre, el pecado tiene tal naturaleza, que incluso el amor de Dios parece incapaz de rescatarlo de él. El pecado es extremadamente engañoso, produce un debilitamiento terrible.
Tras haber pecado, ¿cuál debía ser su percepción del carácter de Dios? ‘Dios no está aquí para procurar mi bien, sino por el suyo propio’. Así, cuando pecamos, los mismos pensamientos equivocados acerca de Dios que nos llevan a pecar, a dejar de servirle, nos impiden acudir a él en busca de remedio. Y Dios se ha de abrir paso a través de nuestras tinieblas, intentando mostrarnos quién es realmente y cómo piensa y siente acerca de nosotros.
Adán y Eva oyeron la voz del Señor, supieron que estaba en el huerto, y
el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto
Recordad Isaías 59:2. ¿Qué han hecho nuestros pecados? [una voz: ‘Nos han separado de Dios’]. Una de las formas en las que el pecado nos separa de Dios es esta: fuimos creados a imagen de Dios. Dios es un ser justo; él es justicia. Su ley tiene dos dimensiones: justicia y misericordia. Él es un Dios justo. Fuimos creados a su imagen y tenemos un cierto sentido natural de la justicia. Hasta los que se jactan de ser incrédulos sienten justa indignación ante la violación, el abuso infantil, etc. Existe una especie de clamor universal contra la injusticia. Cuando pecamos, ¿qué es lo que nos dice la justicia?, ¿qué es lo que merecemos? La condenación, el castigo, ¿no es así? Por lo tanto, nuestros pensamientos y sentimientos, nuestro corazón, nos dice: ‘Puesto que Dios es justo, me está condenando’. Sentimos la condenación de Dios hacia nosotros, y nos escondemos de él. Nos separamos de él. Huimos de él. Pero en Jeremías 17:9 leemos:
Engañoso es el corazón más que todas las cosas
En Proverbios 28:26 leemos:
El que confía en su propio corazón es un necio
Si nos fiamos de lo que nuestro corazón nos dice en cuanto a los pensamientos y sentimientos de Dios hacia nosotros, la Biblia afirma que somos necios. ¿Por qué? Buscad conmigo 1 Juan 3:20:
Si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas
¡Dios sabe muchas más cosas que nos condenan, de las que nosotros mismos sabemos acerca de nosotros! Pero él no nos condena; él es “mayor que nuestro corazón”.
Volvemos a Génesis 3. Adán y Eva se escondieron de la presencia del Señor. No comprendemos la presencia del Señor. Sentimos que la santidad y la justicia de Dios nos hacen temblar en lo más hondo. Pero la Biblia nos dice que la santidad y la justicia se resumen en una palabra: bondad. Y ¿qué es Dios? DIOS ES AMOR. Su presencia es el amor que busca y acepta. Es la atmósfera de gracia, del favor inmerecido, de la justificación o perdón. Adán y Eva se estaban escondiendo de la misma presencia que los habría salvado de ese pecado. ¿Cómo podemos saberlo? Recordad que cuando Gabriel anunció a Zacarías —el padre de Juan Bautista— el nacimiento de este, Zacarías le preguntó: “¿En qué conoceré esto?” ¿Qué respondió el ángel? “Yo soy Gabriel, que estoy delante [en la presencia] de Dios”. ¿Cuáles son las palabras de ese ángel Gabriel —que está en la presencia de Dios— siempre que se dirige a un pecador? Lucas 1:13:
Zacarías, no temas
‘Dios no está contra ti, sino a tu favor’. Daniel 10:12:
Entonces me dijo: Daniel, no temas
Daniel 10:19:
Me dijo: “Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y cobra aliento”
Génesis 3:9:
Jehová Dios llamó al hombre, y le preguntó: —¿Dónde estás?
¿Acaso no sabía Dios dónde estaban Adán y Eva? ¿Estaba jugando al escondite con ellos? —No. Quería que ellos pudieran apreciar sus pensamientos y sentimientos de amor hacia ellos. Si el tono con el que Dios les preguntó “¿Dónde estás?” hubiese sido de reproche, condenatorio, tal como el que a veces empleamos con nuestros niños, Adán y Eva difícilmente habrían acudido él. Pero esa frase: “¿Dónde estás?” tan llena de compasión, tan llena de amor, logró que la pobre pareja saliera de detrás del arbusto y deseara encontrarse con él.
En el versículo 10, Adán confiesa:
Oí tu voz en el huerto y tuve miedo, porque estaba desnudo; por eso me escondí
Dios quiere que le sirvamos sin miedo. Si aún hay alguna cantidad de miedo interpuesto entre ti y el Señor, es indicativo de que tienes lecciones que aprender de Génesis 3. No comprendemos aún el carácter de Dios. Aún no comprendemos su amor que no condena, que justifica.
Versículo 11:
¿Quién te enseñó que estabas desnudo?
Dios comienza a hacerle preguntas. ¿No sabía Dios lo que había sucedido?
¿Acaso has comido del árbol del cual yo te mandé que no comieras?
Adán seguía sintiendo miedo. Intentó rechazar su culpabilidad, porque no quería que cayera sobre él esa ira que imaginaba en Dios, y le dijo:
La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí
Cuando Dios preguntó a Eva, respondió de forma parecida:
La serpiente me engañó, y comí
Seguían atemorizados debido a su forma errónea de percibir los pensamientos y sentimientos de Dios hacia ellos. ¿Por qué estaba Dios intentando que verbalizaran lo que habían hecho? No creo que fuese simplemente un asunto de “confesar”.
Estudiando recientemente la historia de María Magdalena observé un aspecto que anteriormente me había pasado desapercibido con respecto a Simón. María está en la habitación lavando los pies de Jesús. Simón está diciéndose a sí mismo: ‘Si este hombre fuera profeta, sabría qué tipo de mujer es la que lo está tocando’.
Simón nunca la tocaría, pues era una “pecadora”. Pero Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: ‘Simón. Tengo algo que decirte sobre eso [que estás pensando]’. Y Jesús le refirió una parábola mediante la cual comenzó a revelarle, sin revelarlo a nadie más en la habitación, ‘Simón: te conozco. Sé que eres tú quien hizo que María viniese a ser lo que es’. Simón se dio entonces cuenta de que estaba delante de Alguien mayor que él. No sólo porque Jesús era capaz de ver en el pasado; no sólo porque era capaz de discernir sus pensamientos, sino por esto otro: Jesús lo había estado tratando en el pasado como si desconociera su pecado.
Lo había sanado de una enfermedad mortal y repugnante. Había acudido a su casa... Simón llegó a pensar que Jesús no sabía nada sobre él. Pero ahora comprendió que, siendo que lo sabía todo sobre él, aun así, no lo condenaba. Durante todo ese tiempo lo había estado tratando como si Simón no hubiera pecado nunca.
Jesús “no juzgará según la vista de sus ojos ni resolverá por lo que oigan sus oídos” (Isaías 11:3).
Jesús, en el Edén, estaba procurando que ellos se dieran cuenta de que él sabía lo que habían hecho. Ellos no sabían que él lo sabía. Dios quería que supieran que, incluso conociendo su pecado, no había cambiado en su amor hacia ellos. Dios es el mismo Dios de amor, te trata igual antes de pecar, que después de haber pecado. Te trata igual antes de creer, que después de haber creído.
Porque yo, Jehová, no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos (Malaquías 3:6).
Ellos pudieron apreciar que algo estaba comenzando a suceder. Buscad conmigo Tito 1:1-2:
Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad, en la esperanza de la vida eterna. Dios, que no miente, prometió esta vida desde antes del principio de los siglos
La prometió antes del principio de los siglos. ¿Sabía Dios que pecaríamos? ¿Cómo pudo prometer que viviríamos por siempre, a pesar de saber que pecaríamos? 1 Pedro 1:20 (hablando de Cristo):
Estaba destinado desde antes de la fundación del mundo, pero ha sido manifestado en los últimos tiempos por amor de vosotros
Se tomaron importantes decisiones, incluso antes que Dios creara este planeta. Cristo estaba destinado desde antes de la fundación del mundo. 2 Timoteo 1:8-9:
No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios. Él nos salvó y llamó...
¿Qué viene primero en la cronología de los eventos? ¡Primero nos salvó! Primero nos salva, y luego nos llama al conocimiento del hecho.
Él nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos
Según su propósito y según la gracia. ¿Qué es gracia? El favor inmerecido de Dios. El favor nos lo dio en Cristo. ¿Cuándo nos lo dio? ¿Antes, o después que creemos?
Antes de los tiempos de los siglos
Antes incluso de que naciéramos, y por descontado, antes de que pecáramos. ¿Por qué fue necesario darnos el favor inmerecido antes de que pequemos? ¿Por qué nos dio la gracia, algo inmerecido? ¿Por qué nos la dio en Cristo antes de los tiempos de los siglos? Porque Dios sabía que pecaríamos. Era una gracia que nos dio, porque en el futuro caeríamos. ¿Sabéis lo que eso significa? Muchos se preguntan: ‘¿Cuándo me salva Dios? ¿antes, o después que creo?’ La verdad es que fue antes de los tiempos de los siglos, antes incluso de que pecara. No sólo antes de que creyera, sino antes de que naciera.
Efesios 1:4-5:
Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de él. Por su amor, nos predestinó para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad
Fuimos escogidos. Implica una decisión. Se decidió algo en relación con nosotros, antes incluso de que Dios creara este planeta. ¿Qué se decidió? Se decidió que fuéramos santos y sin mancha delante de él. Debido a que pecaríamos, él tomó esa decisión con respecto a nosotros, antes de llamarnos a la existencia.
A su vista, no importa lo que hiciéramos. Debido al don, a la entrega de su Hijo, nos trataría como a santos y sin mancha. Eso, porque “nos predestinó para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo”. Éramos ya sus hijos por creación, pero después de la creación caeríamos en el pecado. ¿Por qué necesita Dios adoptarnos de nuevo? Para demostrarnos que su amor por nosotros sigue invariable. Nos sigue tratando como a sus hijos. Hizo la decisión antes de que pecáramos, y quiere que conozcamos esa decisión que él hizo en nuestro favor, incluso sabiendo que pecaríamos. Todo para que supiéramos que seguiría abrazándonos como a sus hijos.
Dios nos trata a todos en este mundo como si nunca hubiésemos pecado. Jesús fue tratado como todo el mundo merece, de forma que ahora todo este planeta está siendo tratado como Jesús merece.
Para terminar, os haré una pregunta: ¿Produjo el don de Cristo favor en el corazón de Dios? ¿O bien permitió que continuara el favor que existía ya desde la eternidad? El don de Cristo demuestra que Dios estaba ya en nuestro favor. Pero a fin de que en ese favor no inmortalizara el pecado, el Padre envió a su Hijo para sufrir la paga del pecado. Leed cuidadosamente El Deseado, y veréis que Jesús no sufrió la ira de Dios contra el pecador. Sufrió la ira de Dios contra el pecado.
Lucas 1. Quiero que lo veáis en los primeros días de la vida de Jesús en esta tierra. La humanidad sigue creyendo la mentira; nos debatimos con la mentira desde entonces. No comprendemos el carácter de Dios como es nuestro privilegio el comprenderlo. Él no está condenando al mundo, sino perdonándolo, justificándolo, haciendo todo lo posible para ganar el corazón de todo ser humano. Lucas 1, desde el versículo 26:
Al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Entrando el ángel a donde ella estaba dijo: —¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Pero ella, cuando lo vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo: —María, no temas
¿De qué favor se trataba? Del favor inmerecido, de la gracia. ‘No temas, María’. No hay nada que temer del favor inmerecido, nada que temer de la gracia.
—María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús
¿Por qué fue dado Jesús a María? Porque María había hallado gracia. Mi pregunta es: Teniendo en cuenta que la gracia es el favor inmerecido, ¿fue María la única a quien fue dado Jesús? ¿A quién fue dado Jesús? [congregación: ‘Al mundo’]. ¿Por qué? Porque el mundo es “muy favorecido” a los ojos de Dios. El Señor es con él. Bendito nuestro mundo entre todos los mundos, a quien Dios ha dado su Hijo unigénito. Así lo comprendieron los pastores. Leemos en Lucas 2, desde el versículo 9:
Se les presentó un ángel del Señor y la gloria del Señor los rodeó de resplandor, y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: —No temáis, porque yo os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo
¿Para cuántos? Para todo el pueblo.
Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto os servirá de señal: hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!
“Gloria a Dios en las alturas”. ¿Cuál es la gloria de Dios? Su carácter. ¿Qué es el carácter? Pensamientos y sentimientos. ¿Cuáles son los pensamientos y sentimientos de Dios?
En la tierra paz, buena voluntad para con los hombres
Se resume en una sola palabra: amor. Amor perdonador. No sólo para los que creen: para “los hombres”.
A pesar de la perversidad de los hombres, hubo siempre indicios de misericordia. Y llegada la plenitud del tiempo, la Divinidad se glorificó derramando sobre el mundo tal efusión de gracia sanadora, que no se interrumpiría hasta que se cumpliese el plan de salvación (DTG 28.2).
Dios ha puesto ante los hombres una puerta abierta que nadie puede cerrar. Esa puerta abierta es el corazón de Dios. El amor, la gracia, brotan a su través hacia cada ser humano. Hagas lo que hagas, no puedes agotar esa fuente. Sólo puedes resultar condenado al fin si impides que ese torrente de gracia llegue a su destino, evitando que se produzca el gran cambio en tu corazón. Para perderte habrás de despreciar, sí, pisotear, ese amor que te trata como si nunca hubieras pecado. Ese amor que te ve santo y sin mancha, porque en Cristo eres así.
Cuando contemplen el amor de Dios, cuando el plan de salvación se despliegue ante su vista, a medida que el misterio de la condescendencia de Cristo se haga más claro para ellos, a medida que contemplen el sacrificio que él hizo por ellos, no considerarán ninguna cosa demasiado cara para entregarla, por amor a él. Cuanto más se espacien en el admirable amor de Dios, tanto más vastas se harán sus proporciones, y el brillo de la gloria de Dios se hará deslumbrador para la visión de los mortales.
El Señor Dios del cielo reunió todas las riquezas del universo y las entregó, a fin de comprar la perla de la inmortalidad perdida. El Padre dio todos sus recursos divinos, y los puso en las manos de Cristo, a fin de que las bendiciones más ricas del cielo pudieran ser derramadas sobre la humanidad caída. Dios no podía expresar un amor mayor del que ha expresado al dar al Hijo de su predilección a este mundo. Este don fue dado al hombre para convencerlo de que Dios no ha dejado sin hacer nada que pudiera haber hecho, que no queda nada en reserva, sino que todo el cielo ha sido derramado en un solo don inconmensurable. La felicidad presente y eterna del hombre, consiste en recibir el amor de Dios y en guardar los mandamientos divinos (NEV 15.2-3).
Oremos:
Padre amante. Te damos gracias porque tu amor hacia nosotros es constante, y porque no es un amor pasivo. Gracias por darlo todo por nosotros en tu Hijo amado, sea que lo fuéramos a apreciar finalmente o no. Te pedimos que abras nuestros ojos a esa realidad gloriosa, que cambies nuestros corazones de forma que no recibamos en vano tu gracia, derramada a un precio tan sublime. Que seamos capaces de apreciar tu infinita bondad y misericordia de tal forma que sólo queramos servirte a ti, y lo hagamos de todo corazón. Haz que nuestros pensamientos y sentimientos reflejen los tuyos. Te lo pedimos en el precioso nombre de Jesús. Amén.