Querido amigo y amiga:

Hizo falta un terremoto para que cierto hombre despertara y planteara la pregunta: "¿Qué debo hacer para ser salvo?" (había estado a punto de suicidarse, pues leemos que "sacó la espada y se iba a matar", pero Pablo impidió que lo hiciera, Hechos 16:25-30). Ese relato encierra de algún modo un mensaje de temperancia: nunca desprecies la vida que Dios te dio; desecha toda práctica insana; mantén tu mente en la mejor condición, de forma que puedas oír la voz de Dios; no acortes tu vida ni la disminuyas; elige la opción más saludable y que concuerde mejor con las leyes de la salud que el propio Señor estableció.

Muchos evangelistas intentarían responder a la pregunta angustiada del hombre que despertó in extremis a la realidad de lo importante. La respuesta inmediata de Pablo fue: "Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo" (vers. 31) ¡Esa fue la inspirada respuesta!

¿Cuál es la implicación y significado de "creer"?

(1) Es algo que "haces" con el corazón (Rom. 10:10). Está implicada tu elección.

(2) No viene motivado por un ultimátum aterrador. Es la apreciación del corazón hacia el amor al que se refiere el texto: "De tal manera amó Dios al mundo..." (Juan 3:16-18).

(3) Considera ese "amor". Permítele que llegue a ti. ¿Temes hacer así? Recibir el amor de Dios es precisamente lo único que "echa fuera el temor" y la vergüenza (1 Juan 4:18; Rom. 5:5).

(4) Hay una motivación para servir al Señor, de índole mucho más elevada que el terror al lago de fuego, y tiene relación con ese amor (2 Cor. 5:14-21).

(5) Creer incluye también el hacer, pues Jesús dice: "Venid a mí" (Mat. 11:28-30).

(6) No puedes venir a él a menos que hayas humillado tu corazón (que si es humano, habrá estado de forma natural lleno de orgullo). La razón es que Jesús es "manso y humilde de corazón". Esa característica o sello de su corazón, no dejó ni deja jamás a nadie indiferente. O te atraerá, o te repelerá.

(7) "Es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que le buscan" (Heb. 11:6). Has de creer que él es ya tu Amigo, y también tu Salvador de la segunda muerte (Heb. 2:9).

(8) Quedas así reunido junto al ladrón arrepentido que fue crucificado al lado de Jesús, y puedes orar con él: "Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino" (Luc. 23:42).

(9) ¿Habrás de sentirte identificado con ese marginado de la sociedad? -Sí. A esa condición pertenecemos todos, sin excepción (Rom. 3:23). La única alternativa es ser identificado con el otro ladrón, con el impenitente que fue también crucificado al otro lado de Jesús. Los dos ladrones permanecen como los representantes de todo lo que es, y puede elegir ser la humanidad.

No podemos evadir la decisión. Cada persona en el mundo estará finalmente con el uno o con el otro, y eso estará incluido en la prueba de la marca de la bestia versus el sello de Dios, entre los que deberán elegir todos y cada uno (Apoc. 13:15-17; 7:1-4). Permite que el Salvador te atraiga a sí (Juan 12:32 y 33). No se lo impidas. Él te quiere por la eternidad junto a sí, en el paraíso.

R.J.W.-L.B.