Querido amigo y amiga:

¿Ha de tener el mensaje de Elías alguna relación con la "marca de la bestia" que está también por venir? Sí. Será el mensaje de Elías el que va a enfurecer a quienes procuran imponer la "marca de la bestia".

Elías va a proclamar el mensaje del "sello de Dios", el antídoto a la "marca de la bestia". Como leemos en Apocalipsis 14:1-15, es el "sello de Dios", el nombre del Padre "escrito en la frente", lo que va a distinguir a los 144.000 que "siguen al Cordero [Cristo crucificado] por dondequiera que va". Se trata evidentemente de aquellos, en la séptima iglesia –Laodicea-, que venzan así como Cristo venció, y que se sentarán con él en su trono (3:21), compartiendo con él la autoridad ejecutiva en la resolución final del gran conflicto.

El mensaje de Elías causará una grandísima controversia. No porque sea el deseo de "Elías" que así sea, sino porque la verdad siempre despertó la oposición, y ha de seguir despertándola siempre que se la presente en su pureza y poder a un mundo que la aborrece. El rey Acab y la reina Jezabel habían enviado emisarios -delegados, personas de su confianza- a todas las regiones de su influencia en el mundo, pidiendo a cada estado que diera fe de que Elías no se escondía en alguna parte de su dominio político. La adoración a Baal era una falsificación altamente sofisticada del verdadero evangelio, mediante la cual las naciones que la rodeaban habían conseguido que Israel viviera en el engaño de adorar a un falso dios, mientras conservaba la apariencia y la convicción de estar sirviendo a Dios: el tipo de religión que tanto seduce hoy a los incondicionales del ecumenismo. El verdadero carácter de esa falsificación se hacía manifiesto en el espíritu perseguidor que invariablemente lo acompañaba, y así ha de suceder también en los días que están ante nosotros.

¿Resultó Elías intimidado por la amarga oposición a la que debió hacer frente? Sí, y no. En el monte Carmelo resistió valientemente. Pero más tarde, Jezabel logró que Elías cediera al temor hasta el punto de escapar por su vida. ¡Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras! (Sant. 5:17). Eso no implica que ceder al pecado sea una necesidad, pues Jesús fue "en todo semejante a los hermanos", y fue "tentado en todo según nuestra semejanza", pero sin pecado (Heb. 2:17; 4:15). Sintió el miedo, pero jamás cedió a él. Nos dice: "No se turbe vuestro corazón". La Palabra de Dios reitera vez tras vez ese mensaje. En tu corazón y en el mío se desarrolla el conflicto de los siglos, y tú y yo estamos sujetos a pasiones como las de Elías, pero él no tenía nuestro ejemplo, mientras que nosotros sí podemos aprender del suyo. Hay un escondite secreto en el que vencer el miedo: arrodillados SOLOS con Jesús en el Getsemaní y el Calvario, donde permitimos que el Espíritu Santo cambie nuestros corazones egoístas y mundanos, llenándolos del don del amor (ágape, Rom. 5:5; 1 Juan 4:18).

R.J.W.-L.B.