Querido amigo y amiga:

Sabemos que estamos viviendo en los últimos días. Es inminente el "tiempo de angustia" predicho en Daniel 12:1, así como "las siete plagas postreras" anunciadas en Apocalipsis 15 y 16, y también los "días de retribución" de Lucas 21:22; días en los que "los hombres quedarán sin aliento por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra" (vers. 26). Clamamos con Pedro: "¡Señor, sálvame!" (Mat. 14:30).

Pero: ¿Con qué objeto nos ha de salvar? ¿Para incrementar el número de la gran multitud descrita en Apocalipsis 7:9? Se trata de mucho más que eso. Jesús declaró: "Al vencedor le concederé que se siente conmigo en mi trono" (3:21). No se trata de nada parecido a una condecoración honorífica, sino de genuina responsabilidad ejecutiva en la resolución final del conflicto entre Cristo y Satanás. No es un concepto simplista, pero cabe resumirlo así: El Cordero necesita que los "elegidos y fieles" estén "con él" en esa contienda (17:14): éstos tienen una importante contribución que hacer.

En la experiencia de Elías podemos ver un ejemplo del tipo de confianza que el Cordero va a depositar en ellos. Los tres años y medio de hambre que afligieron a Israel en los días de Acab y Jezabel, caracterizados por la adoración a Baal, fueron el resultado de la iniciativa que Elías tomó. El registro bíblico es por demás interesante. Dios amenazó con hacer desaparecer a Israel (de cualquier modo, Asiria estaba por llevarlo a la cautividad, como muestra, por ejemplo, el libro de Oseas). Pero lo mismo que a Moisés (Éx. 32:31 y 32), el Señor permitió a Elías expresar su profundo amor hacia Israel. Aquel hambre era la última forma posible de llamarle a reflexionar en su insensata actitud de ser rico, haberse enriquecido y no tener necesidad de nada (Apoc. 3:17). Como podemos comprobar en 1 Reyes 17:1 y en Santiago 5:17 y 18, aquel período de sequía fue idea ¡del propio Elías! El Señor simplemente respondió a la iniciativa del profeta en traer, y en poner fin a aquel hambre. Debemos re-considerar "Elías". Dios puso a la nación de Israel en sus manos, por así decirlo, debido a que él la amaba con un amor verdadero. El Señor honró de esa forma a su fiel mensajero.

La "esposa del Cordero" (Apoc. 19:7 y 8) tiene algo que hacer en la resolución de la gran controversia secular. "Su esposa se ha preparado" para las bodas, afirma el texto. El Cordero no puede obligarla a prepararse: ¡eso le corresponde a ella! El Cordero no es sólo que la desea; también la necesita. ¿Puede confiar en que ella va a permanecer "con él" en la hora final de prueba? "Gocémonos y alegrémonos" en la preparación para que así sea.

R.J.W.