Querido amigo y amiga:

Hay cristianos que se sienten satisfechos con las bendiciones de la vida que creen haber recibido del Señor. Aprecian el conocimiento de Dios y de su verdad. Encuentran placentera la comunión con hermanos en su iglesia. Se sienten agradecidos por su conocimiento del evangelio, por la esperanza que tienen en este oscuro mundo, y por el significado que esa fe ha traído a sus vidas. Aprecian también la situación económica desahogada que tienen el privilegio de disfrutar. Y esperan la segunda venida de Jesús, contentándose con dejar el tiempo de su venida a las inescrutables providencias del Señor. No procuran estudiar la palabra "cercana" en referencia a la segunda venida de Cristo. No les preocupa que "cercana" signifique algún momento en la historia de sus vidas, o bien otro en el de alguna generación futura. Les queda siempre el recurso a la primera resurrección. Es la forma subterránea de llegar al cielo, y parece menos accidentada que los eventos finales previstos en el desenlace de nuestra historia aquí. Dándole gracias a Dios, se sienten ricos y enriquecidos. Están satisfechos.

Hay otros cristianos a los que preocupa profundamente el significado de la palabra "cercana". Sienten en su corazón la congoja por el dolor y el sufrimiento que inundan nuestro mundo. Se sienten concernidos por la última oración que registra la Biblia, por sus últimas palabras: "¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!" No pueden sentirse verdaderamente felices antes de que el Señor regrese en su segunda venida. Anhelan acelerar el tiempo de su venida de toda forma en que el Señor les permita hacerlo. Les preocupa, y mucho, el que su pueblo haya demorado su venida, prolongando así inadvertidamente el sufrimiento de tantos seres humanos en todo el mundo. Son conscientes de que Cristo se aflige hoy por el dolor y agonía de tantos seres humanos, y simpatizan con él en ese sentimiento. El amor de Cristo los constriñe de una forma especial, motivándoles a dedicar sus vidas de alguna manera al ministerio, bajo la dirección del Espíritu Santo. Si la industria del cine y los entretenimientos dependiesen de potenciales clientes como ellos, irían a la ruina más rápida y segura. Su tiempo, su dinero y su influencia tienen un fin mucho más noble que la satisfacción egoísta de sus caprichos. Siguen al Cordero (Cristo crucificado) por dondequiera que va.

¿Dónde estás tú?

R.J.W.