Querido amigo y amiga:

La humanidad conoce estos días un enorme cataclismo, manifestado ahora, pero que se ha venido fraguando desde hace unos 26 años. Alcanza la categoría del mayor terremoto espiritual habido desde el siglo dieciséis, cuando la Reforma Protestante triunfó en Europa, dominando la Revolución Americana en sus inicios. Los padres fundadores de los Estados Unidos de América hicieron todo esfuerzo por establecer un gobierno sin rey y una iglesia sin papa. George Washington se opuso enérgicamente a toda incursión del papado en los asuntos de la nueva nación. El único presidente americano de confesión católico-romana que haya sido elegido en Estados Unidos, procuró siempre de forma escrupulosa abstenerse de mezclar su religión con los asuntos de la nación; se adhirió de forma decidida al principio constitucional americano de la libertad religiosa y de la separación entre iglesia y estado. Su apuesta consistió en no permitir que la iglesia a la que pertenecía influenciara su liderazgo político.

La actual manifestación de adoración nacional hacia Juan Pablo II es indescriptible en su magnitud. La que en otro tiempo fue una nación protestante, ha venido a convertirse en católico-romana en sentimiento público. No es aventurado afirmar que jamás en la historia se había producido una situación como esa, en la que una nación sufre una regresión de esa magnitud en una sola generación. Toda la tierra se maravilló en pos de... los acontecimientos recientes, incluyendo naciones y estados en teoría aconfesionales.

Mientras tanto, más allá de la excitación de la púrpura y escarlata, de las visitas multitudinarias y del ruido informativo, las palabras de la Biblia hablan quedamente a quienes reverencian su mensaje. El libro de Apocalipsis no había clamado nunca tan elocuentemente como ahora. Observa cuál ha de ser el próximo movimiento cataclísmico que absorba la atención mundial: el mensaje de ese "otro ángel" de Apocalipsis 18:1-4 que ha de alumbrar toda la tierra con su gloria.

R.J.W.-L.B.