Querido amigo y amiga:

¿Aprendiste a amar el libro de Gálatas? ¿O quizá te confunde y aburre? Gálatas fue la chispa que encendió gloriosas reformas en las vidas de las personas, desde el tiempo de Martín Lutero. Debieras aprender a hacer amigos con esa epístola, a amarla, a dejar que tu corazón se ensanche en las poderosas buenas nuevas que contiene.

La clave es la visión de Pablo de la cruz de Cristo, así como los efectos que tiene en el corazón humano que albergó el orgullo, el egoísmo y la mundanalidad. Pablo exclama: "Con Cristo estoy juntamente crucificado" (2:20), y afirma no poder gloriarse en ninguna otra cosa, "sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo" (6:14). Tal era el fuego de su devoción hacia Aquel que murió en aquella cruz, que logró que los Gálatas vivieran la experiencia de haber visto claramente ante sus ojos a Jesucristo crucificado (3:1). Ese fuego en Pablo, encendió otros fuegos en los corazones de los Gálatas.

Oyendo a Pablo habían llegado a olvidar dónde estaban y quiénes eran: tan vívida era la imagen de Cristo crucificado que el apóstol presentó ante sus vistas. Olvidaron su miedo al infierno y también sus deseos de obtener la gran recompensa en el cielo. Sólo una idea impregnaba sus almas: el eterno Hijo de Dios había descendido hasta las tinieblas del infierno por salvarlos, había muerto su segunda muerte, se había dado enteramente por ellos. Vieron las dimensiones del amor de Cristo en tal profundidad como para expulsar hasta el último vestigio de su amor al yo y al mundo.

En Gálatas 3:2 y 3, Pablo les aclara que la forma en la que fueron librados de aquella prisión del pecado, no fue haciendo, obrando algo ellos mismos, sino que simplemente habían oído según eso que Pablo denominó "el escuchar con fe" (3:2). Reprodujeron allí la experiencia de nuestro Padre Abraham, quien también había escuchado y creído, diciendo "Amén" a las grandes promesas de Dios (3:6-14). Pero después de aquella gloriosa experiencia que los Gálatas disfrutaron en compañía de Abraham por la fe, se volvieron atrás al estricto legalismo predicado por los "hermanos" que procedían del "cuartel general" de la obra en Jerusalem. ¡Eso explica la santa indignación de Pablo! Ojalá que esa clave abra ante ti el libro.

R.J.W.