Querido amigo y amiga:

Los dos últimos versículos del Antiguo Testamento nos proporcionan las buenas nuevas de que el Señor nos enviará "al profeta Elías antes que venga el día de Jehová" (Mal. 4:5 y 6). La especialidad de la misión de Elías consistió en hacer frente a la apostasía de la adoración a Baal. El hecho de que Elías haya de volver en los últimos días suscita la pregunta lógica: ¿Pudiera ser que la razón por la que el Señor lo envía de nuevo, es porque la antigua adoración a Baal se ha instalado nuevamente entre nosotros?

-¡Imposible! La simple idea de que tuviéramos algo que ver con la adoración a Baal nos resulta inaceptable. Quizá seamos mundanos y reincidentes, pero ¡no somos tan malos! Bien: entonces, ¿por qué dice el Señor que necesitamos el regreso de Elías? En la tranquila reflexión comenzamos a darnos cuenta de que alguna cosa anda mal en nuestra devoción espiritual. ¿Podría tratarse de "adoración a Baal", y en qué consiste? Era un fenómeno prevaleciente en los días de Elías, pero Jeremías escribió un libro (cosa que no hizo Elías) describiendo en qué consiste. Emergen algunos puntos identificativos:

(1) Se trataba de una apostasía inconsciente (no percibida como tal) en el antiguo Israel, que se esparció solapadamente por toda la nación (ver Jer. 2:23 y 25; 16:10 y 11; 11:13 y 18). El pueblo negaba la existencia de una apostasía tal.

(2) Estaba combinada con la adoración al Señor y Dios verdadero en su templo, en Jerusalem, de forma que era difícil –si no imposible- para cualquiera distinguir dónde terminaba la una y dónde comenzaba la otra. Tan entretejidas estaban entre sí (7:9, 10 y 30).

(3) Los dirigentes religiosos en la sede central de la nación, promocionaban y sustentaban ese proceso de amalgamación (23:11, 13, 15, 26 y 27).

(4) Ni el propio Elías o Jeremías habrían sido capaces de discernir la sutil presencia de esa apostasía, de no haber sido iluminados por el don de la profecía (1 Reyes 17:1, Elías citó al "Señor Dios de Israel" como su autoridad; Jer. 11:18).

La moderna adoración a Baal es un asunto serio: consiste en la adoración al "yo", disfrazada de adoración a Cristo. Por lo tanto, es una terrible tentación para todo dirigente religioso, ya que está constantemente sometido a la alabanza de la gente.

Si comprendemos esa amenaza, son buenas nuevas. Señor: ¡líbranos de eso!

R.J.W.