Querido amigo y amiga:

El cristianismo esté en pugna con las grandes religiones no cristianas de la humanidad: el Islamismo, el Budismo, el Hinduismo y el paganismo. ¿Qué sistema religioso podrá ganar la buena voluntad y devoción de la raza humana?

El cristianismo tiene en su contra la existencia de un escándalo formidable: está fracturado en un número incontable de sectas, filosofías y denominaciones. Eso explica el esfuerzo constante por reunir a todas ellas en "una iglesia". La Iglesia Romana profesa ser la mejor calificada para lograr ese objetivo; durante la Edad Media "le fue dado" el poder supremo del estado, con el que impuso su versión de "un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo" (Efe. 4:4 y 5). Eso significó para millones de personas la prisión y el martirio. Tal fue el precio de la "disidencia" hacia esa pretendida unidad.

Hay básicamente dos versiones del cristianismo, que se basan en dos concepciones de Cristo, fundador y fundamento del cristianismo. Las dos concepciones son opuestas la una a la otra e irreconciliables, tanto como lo fueron en los tiempos de la antigua Irak (Babilonia). Por un lado estaba la idea prevaleciente acerca de la divinidad: "cuya morada no es con la carne" (Dan. 2:11). Ese concepto de "Dios" es contrario al que sostuvo Daniel en principio, según el cual, "El tabernáculo de Dios está ahora con los hombres. Él morará con ellos" (Apoc. 21:3). Daniel creyó en el concepto bíblico de la divinidad que hace su morada con la humanidad, en la forma de un Salvador encarnado, cuyo nombre es "Emanuel, que significa Dios con nosotros" (Mat. 1:23).

El mundo debe decidir cuál de los dos es el verdadero Cristo.

Opción (a): Aquel que tomó sobre su naturaleza impecable nuestra naturaleza pecaminosa; que vino a ser verdaderamente humano, uno con nosotros, "uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado" (Heb. 4:15); Uno que, habiendo vivido una vida recta en carne caída como la nuestra, es capaz de salvar a los seres humanos DEL pecado (y no EN el pecado), condenando el pecado en la carne pecaminosa que tenemos (Rom. 8:3 y 4); Uno que murió nuestra "muerte segunda", justificando en sí mismo a la raza humana caída.

Opción (b): El cristo del dogma de la inmaculada concepción de María, que interrumpe su descendencia desde el caído Adán, que le otorga una "exención" de la carga hereditaria de "todos los hombres", que lo aparta de nuestras tentaciones en la carne, que lo separa de nosotros.

De esa distinción capital depende la gran decisión que confrontará a la humanidad (1 Juan 4:1-6).

R.J.W.