Durante los años en que Ellen White
escribió ‘El Deseado de todas las gentes’ (anteriormente ‘La vida de Cristo’)
entre 1890 y 1898, resultó impresionada al comprobar cómo los dirigentes de la
Iglesia adventista estaban repitiendo la actitud de los judíos en su rechazo a
Cristo. Eso le ocasionó una congoja inimaginable.
(1)
Su alma herida:
“Esta
noche estaba en pie a las dos de la madrugada, rogando a Dios por el pueblo,
-suplicándole cómo podía detenerse la marea de incredulidad [hacia el
mensaje de 1888]... Cada una de las líneas que escribo
relativa a la condición del pueblo en el tiempo de Cristo, a la actitud de
ellos con respecto a la Luz del mundo, en la que veo peligro de que tomemos la
misma posición, elevo una oración a Dios: ‘Oh, no permitas que esa sea la
condición de tu pueblo. Impide que tu pueblo cometa esa equivocación...’ Es cuando
enfrentamos la incredulidad en aquellos que debieran ser dirigentes, cuando
nuestras almas resultan heridas. Eso... contrista al Espíritu de Dios” (Review
and Herald, 4 marzo 1890).
(2)
Ellen White comprendió el paralelismo:
“Cuando
veo a mis hermanos llenos de ira contra los mensajes y mensajeros de Dios,
pienso en escenas similares en la vida de Cristo y de los reformadores. La
recepción que se dio a los siervos de Dios en las edades pasadas, es la misma
que reciben hoy aquellos mediante los cuales Dios está enviando preciosos rayos
de luz [los mensajeros de 1888]. Los dirigentes del pueblo siguen hoy el mismo
curso de acción que los judíos. Critican y suscitan una cuestión tras otra;
rehúsan admitir la evidencia, tratando la luz que les es enviada en la precisa
forma en que los judíos trataron la luz que Cristo les trajo” (Artículo
leído en la Asamblea General de 1891, The Ellen G. White 1888 Materials,
911).
Mientras
escribía “La vida de Cristo”, Ellen White no cesó de hacer llamamientos (hay un
centenar de ellos) a los dirigentes de la iglesia, a fin de que no repitieran
la historia “como los judíos”. Encontramos algunos ejemplos en ‘The Ellen G.
White 1888 Materials’, páginas 399, 406, 420, 512, 608, 798, 799, 911-913,
1478, 1479, 1525, 1631 y 1656. Tras descubrir cuál fue la preocupación de Ellen
White, su mensaje oculto en ‘El Deseado’ aflora frecuentemente.
(1)
Dios tuvo que pasar por alto a los dirigentes judíos:
“El
orgullo y la envidia cerraron la puerta a la luz. Si los informes traídos por
los pastores y los magos habían de ser aceptados, eso colocaba a los sacerdotes
y rabinos en una posición poco envidiable, pues desmentía su pretensión de ser
exponentes de la verdad de Dios... No podía ser, razonaban, que Dios los
hubiera pasado por alto para comunicarse con pastores ignorantes... Ni aun
quisieron ir a Belén para ver si esas cosas eran así” (DTG, 44).
(2)
Identificaron el interés en Jesucristo con el fanatismo:
“Indujeron
al pueblo a considerar el interés en Jesús como una excitación fanática. Así
empezaron a rechazar a Cristo los sacerdotes y rabinos. Desde entonces su
orgullo y terquedad fueron en aumento hasta transformarse en odio arraigado
contra el Salvador” (Id.)
(3)
Rechazaron la luz que Dios les envió:
“[Los judíos] no querían renunciar a las teorías que habían halagado su
ambición. No querían admitir que no habían interpretado correctamente las
Escrituras que pretendían enseñar... La luz estaba resplandeciendo en las
tinieblas; ‘mas las tinieblas no la comprendieron’” (DTG, 59).
(4)
Creyeron que Jesús estaba derribando los fundamentos del judaísmo
histórico:
“Si los
sacerdotes y rabinos no se hubiesen interpuesto, esta enseñanza habría
realizado una reforma cual nunca la presenciara el mundo. Pero a fin de
conservar su poder, estos dirigentes resolvieron quebrantar la influencia de
Jesús... los rabinos esperaban excitar las sospechas contra Jesús. Afirmaban
que trataba de destruir las costumbres establecidas, causando así división
entre la gente” (DTG, 175).
(5)
Eran obstinados:
“La
incredulidad, una vez albergada, continuó dominando a los hombres de Nazareth.
Así dominó al Sanedrín y la nación. Para los sacerdotes y la gente, el primer
rechazamiento de la demostración del Espíritu Santo fue el principio del fin. A
fin de demostrar que su primera resistencia era correcta, continuaron desde
entonces cavilando en las palabras de Cristo” (DTG, 208).
(6)
Al igual que Laodicea, estaban llenos de satisfacción propia:
“Los
escribas y fariseos no deseaban el precioso vino nuevo. Hasta que no se
vaciasen de sus viejas tradiciones, costumbres y prácticas, no tenían en su
mente o corazón lugar para las enseñanzas de Cristo. Se aferraban a las formas
muertas y se apartaban de la verdad viva y del poder de Dios. Esto ocasionó la
ruina de los judíos y será la ruina de muchas almas en nuestros tiempos...
Antes que renunciar a alguna idea que les es cara, o descartar algún ídolo de
su opinión, muchos rechazan la verdad que desciende del Padre de las luces”
(DTG, 245-246).
(7)
Criticaban al Espíritu Santo:
“Es
peligroso pronunciar una palabra de duda, es peligroso poner en tela de juicio
y criticar la verdad divina... Más de un hombre que seguía esta costumbre ha
proseguido inconsciente del peligro, hasta que estuvo dispuesto a criticar y
rechazar la obra del Espíritu Santo” (DTG, 290).
(8)
Demandaban milagros:
“Los
fariseos y saduceos vinieron a Cristo pidiendo una señal del cielo... Lo que
indujo a los judíos a rechazar la obra del Salvador era la más alta evidencia
de su carácter divino... Cuando se presenta el mensaje de verdad en nuestra
época son muchos los que, como los judíos, claman: Muéstrenos una señal.
Realice un milagro” (DTG, 373-374).
(9)
Mal comienzo, peor final:
“Cuando
Cristo vino de una manera contraria a sus expectativas, no quisieron recibirle;
y a fin de justificarse, trataron de probar que era un impostor. Una vez que
hubieron asentado los pies en esta senda, fue fácil para Satanás fortalecer su
oposición a Cristo... Cuanto más directamente les hablaba el Salvador en sus
obras de misericordia, más resueltos estaban a resistir la luz... ¿No se repite
el caso hoy? ¿No hay muchos, aun entre los dirigentes religiosos, que están
endureciendo su corazón contra el Espíritu Santo, incapacitándose así para
reconocer la voz de Dios?” (DTG, 183-184).
(10)
Repitiendo la historia:
“En esta
generación, muchos están siguiendo el mismo camino de los judíos incrédulos.
Han presenciado las manifestaciones del poder de Dios; el Espíritu Santo ha
hablado a su corazón; pero se aferran a su incredulidad y resistencia. Dios les
manda advertencias y reproches, pero no están dispuestos a confesar sus
errores, y rechazan su mensaje y a sus mensajeros” (DTG, 538).
(1)
Nuestros hermanos confundieron el Espíritu Santo con el fanatismo,
y agraviaron a Cristo:
“Aquellos
que resistieron al Espíritu de Dios en Minneapolis estuvieron esperando una
oportunidad para volver a recorrer el mismo camino, debido a que su espíritu
era el mismo... Dijeron con su corazón, con su alma y con sus palabras, que aquella
manifestación del Espíritu Santo era fanatismo y engaño. Se tuvieron como una
roca, con oleadas de misericordia pasando alrededor y por encima de ellos, pero
siendo rechazadas por sus endurecidos y malvados corazones que resistieron la
obra del Espíritu Santo... Todo el universo del cielo presenció el vergonzoso
trato que se dio a Jesucristo, representado por el Espíritu Santo. Si Cristo
hubiera estado entre ellos, lo habrían tratado de una forma similar a aquella
en que los judíos trataron a Cristo” (A los hermanos que ocupan puestos
de responsabilidad en la obra; The Ellen G. White 1888 Materials, 1478-1479).
(2)
Odio contra el mensaje y los mensajeros de Dios:
“En
nuestros días hay menos excusa para la terquedad e incredulidad de la que hubo
para los judíos en los días de Cristo... [Los dirigentes judíos] odiaron
al Príncipe de la vida porque expuso sus malos caminos. En nuestros días se ha
dado mayor luz y evidencia... El Señor está probando al pueblo de hoy tanto
como probó a los judíos en sus días... Si aceptáis el mensaje [de 1888], aceptáis a Jesús” (Id., 1057-1058).
“Algunos
han estado cultivando el odio contra los hombres a quienes Dios ha comisionado
para llevar un mensaje especial al mundo. Comenzaron esta obra satánica en
Minneapolis. Posteriormente, cuando vieron y sintieron la demostración del
Espíritu Santo testificando de que el mensaje venía de Dios, lo odiaron aún
más... Sin embargo, esos hombres han estado ocupando cargos de confianza y han
estado moldeando la obra según su propia similitud hasta donde han podido”
(Id., 1325-1326 [1895]).
(3)
Insultaron al Espíritu Santo:
“En el
encuentro [de Minneapolis], los movió [a los que se opusieron] otro espíritu, y no supieron que Dios había enviado a esos
hombres jóvenes, los pastores Jones y Waggoner, para llevarles un mensaje
especial que ellos trataron con ridículo y desprecio... Sé que en ese tiempo se
insultó al Espíritu de Dios” (A Uriah Smith; Id, 1043).
(4)
Odiar a los hermanos: el mayor pecado:
“Hay
muchos que están tan ciegos como los judíos en los días de Cristo. Algunos que
han predicado la verdad, y algunos que están aún predicando, son ciegos y
sordos espirituales. Nunca abrirán los ojos, no oirán ni entenderán más de lo
que hicieron los judíos... No conozco pecados mayores ante los ojos de Dios,
que acariciar los celos y el odio hacia los hermanos y volver las armas contra
ellos” (A Uriah Smith; Id., 1011).
(5)
Privaron al pueblo de la luz:
“Ahora
sucede exactamente como en los días de los judíos. Al venir un mensaje, todo el
poder de los dirigentes se dispondría contra él, de forma que no pudiera llegar
al pueblo... Si Dios nos envía luz, permítasele llegar a nosotros; que ningún
hombre cierre la puerta o intente cerrarla” (Observaciones en la Escuela Bíblica; Id., 541).
“Ante la
vista de Dios es un grave pecado que los hombres se interpongan entre el pueblo
y el mensaje que él quisiera enviarles. Hay algunos que, como los judíos, están
haciendo todo lo que pueden para dejar sin efecto el mensaje de Dios [de
1888]” (A los pastores M. y H. Miller; Id., 406).
(6)
Confundieron a Cristo con Satanás:
“Los judíos
despreciaron el bien que les había sido concedido... Pensaron que la enseñanza
de Cristo era contraria a la vieja y única religión que jamás existiera desde
el principio... y creyeron que la enseñanza de Cristo era un engaño del enemigo”
(A los pastores M. y H. Miller; Id., 407).
“El
espíritu con el que se ha abocado a investigar las Escrituras es precisamente
el mismo que los judíos poseyeron en los días de Cristo” (Al hermano M.
Larson; Id., 588).
“El
evangelio de Cristo y de su amor, y Cristo crucificado, eran piedra de tropiezo
para los judíos, y se ha demostrado que lo es igualmente para muchos que
profesan creer la verdad presente” (Id., 842).
“¡Cuán
pocos comprenden o intentan indagar los misterios del rechazo de los judíos, y
el llamamiento a los gentiles!” (Id., 259).
“Mediante
su rechazo ha despreciado la verdad y se ha colocado en el camino de los judíos
impenitentes” (A H. Lindsay; Id., 1354).
(7)
Los dirigentes privaron al pueblo del mensaje:
“Si
nuestros hermanos fuesen obreros juntamente con Dios, no dudarían hoy en cuanto
a que el mensaje que Dios nos ha enviado durante estos dos años
[1888-1890] proviene del cielo. Nuestros hombres
jóvenes miran a los de mayor edad, y al ver que estos no aceptan el mensaje
sino que lo tratan como si no tuviera importancia, eso influencia a los que
ignoran las Escrituras para que rechacen la luz. Esos hombres que rehúsan
recibir la verdad se están interponiendo entre el pueblo y la luz...
¿Repetiremos en nuestra obra la historia de los judíos?” (Id.,
545).
“Suscitando
esa oposición, Satanás tuvo éxito en mantener alejado de nuestro pueblo, en
gran medida, el poder especial del Espíritu Santo que Dios anhelaba
impartirles... Fue resistida la luz que ha de alumbrar toda la tierra con su
gloria, y por la acción de nuestros propios hermanos ha sido mantenida alejada
del mundo en gran medida” (Id., 1575 [1896]).
“Si
vosotros no veis la luz, cerraréis la puerta; si podéis, evitaréis que los
rayos de luz lleguen al pueblo” (Id., 166).
(8)
La oposición de 1888, comparada con el rechazo a Juan Bautista:
“Su
orgullo, su propia justicia, fueron similares a los que acariciaron los judíos;
y tal como les sucedió a ellos, le impiden aceptar la luz” (Al pastor H.
Miller; Id., 330).
Ver
en Mateo 21:24-25 el desafío planteado por Cristo a propósito de Juan
Bautista:
“Preguntamos,
tal como hizo Cristo a los judíos: ‘la predicación de este mensaje [de
1888], proviene del cielo, o proviene de abajo’?”
(Id., 371).
“Los
judíos no querrían oír [a Cristo] y lo
condenarían, presentando falsamente las posiciones y doctrinas de él... y
enviaron hombres... con el propósito de atraparlo en sus palabras, o para que
brotara algo de sus labios que los justificara en su prejuicio... y para
presentar a Cristo como a un engañador, como a un herético” (Al hermano
Ballenger y L. Smith; Id., 529-530).
(9)
Los que se oponían demandaban milagros:
“Habrá quienes
están resistiendo la luz [de 1888], y repetirán
las mismas palabras de los judíos: ‘Haced un milagro y creeremos. Si es ese el
mensaje de Dios, ¿por qué [Jones y Waggoner] no
sanan a los enfermos, y entonces creeremos?’ ... Pero quienes cierran los ojos
–como los judíos- a la evidencia que Dios quiso dar y piden milagros, serán
pasados por alto... Se proclama un ¡ay! Sobre toda esa incredulidad y
criticismo como los revelados en Minneapolis y en Battle Creek... Como los
judíos, fueron a la búsqueda de algo que reforzara su incredulidad y diera la
impresión de que estaban en lo correcto” (Experiencia subsiguiente a la
Asamblea de 1888 en Minneapolis; Id., 368-370).
(10)
Los que se opusieron creían estar defendiendo el “adventismo
histórico”:
“En
Minneapolis... algunos rechazaron esa luz del cielo con toda la obstinación que
manifestaron los judíos en su rechazo a Cristo, y se habló mucho sobre
mantenerse en los antiguos hitos... Las mentes de los hombres quedaron fijas y
selladas contra la entrada de la luz, debido a que habían concluido que era un
error peligroso quitar los ‘antiguos hitos’, cuando no se estaba moviendo una
sola partícula de los antiguos hitos” (Id., 518).
“Habrá
quienes os digan ‘¡Cuidado, cuidado!’ ... Id a Dios sobre vuestras rodillas, a
fin de que... no seáis hallados como los judíos, luchando contra Dios... Al
advertir a la gente a que tenga cuidado... debiéramos igualmente advertirles
que no pongan en peligro sus almas por el rechazo a los mensajes de luz”
(Id., 555 y 559).
“Muchos
tienen un deseo aparente de estar en oración con Dios, y sin embargo, cuando
viene la palabra de Dios se disponen a resistirla y exclaman contra ella y
contra el mensajero tal como hicieron los judíos, diciendo: ‘Está derribando
los pilares mismos de nuestra fe’. En su ceguera no comprenden en qué consisten
los pilares de la fe” (Id., 1687).
(11)
Malinterpretando la Biblia:
“Cuando hayáis
recibido la verdadera luz que ha estado brillando, no habréis imitado o ido en
pos del mismo modo de interpretación y tergiversación de las Escrituras a las
que se entregaron los judíos... Estos argumentaron con falsedad” (A
Uriah Smith; Id., 604).
“Permitidme
que os diga, hermanos, si tenéis discernimiento podréis comprender dónde está
obrado Dios. No necesitáis prodigiosos milagros para dar testimonio de eso,
pues veis que los milagros no hicieron ningún bien a los judíos” (Id.,
607).
(12)
Rechazo la lluvia tardía, debido a que viene de forma inesperada:
“Podemos
ser arrastrados por el enemigo a tomar posición contra la verdad debido a que
no viene de una forma en que nos satisfaga; y en el espíritu de los judíos
engañados resistiremos la luz que Dios envía; y esa luz... se volverá una
piedra de tropiezo sobre la que estaremos cayendo constantemente. Nos
irritaremos e indignaremos, ya que nuestro corazón alberga enemistad contra la
verdad de Dios. Si posteriormente se nos presenta evidencia de las Escrituras,
no será recibida por aquel que rechazó la luz. Los hombres de Nazareth abrieron
su corazón a la incredulidad y como resultado rechazaron a Cristo” (A
los hermanos reunidos en la Asamblea de la Asociación General de 1888; Id.,
172).
“La preciosa
verdad... no va a caer al suelo, sin embargo algunos caerán, como sucedió en
los días de Cristo” (Id., 614).
(13)
La obstinación, cercana al pecado imperdonable:
“Cuando
Dios manifiesta su poder de la forma en que lo ha hecho, albergar incredulidad
es algo muy próximo al pecado contra el Espíritu Santo... ¡Que Dios nos ayude a
fin de que podamos escapar a las trampas del diablo! Si es que alguna vez hubo
alguien en necesidad ser quitado de su puesto, son los que tomaron la posición
equivocada en Minneapolis” (Id., 639).
“Algunos
en Battle Creek alcanzarán con seguridad ese punto, a no ser que cambien su
curso. Se colocarán allí donde ninguno de los medios ordenados por Dios será
capaz de llevarlos a lo correcto... Hablar contra Cristo, atribuyendo su obra a
las agencias satánicas, y atribuyendo las manifestaciones del Espíritu al
fanatismo, no es en sí mismo un pecado que lleve a la condenación, pero el
espíritu que lleva a los hombres a hacer esas aserciones coloca a esos hombres
en una posición de resistencia obstinada en la que no pueden ver la luz
espiritual. Algunos no volverán nunca sobre sus pasos, no humillarán nunca sus
corazones reconociendo sus errores, sino que como los judíos continuarán
haciendo aserciones que extravíen a otros” (Artículo leído en la
Asamblea General de 1891; Id., 912).
(14)
Dios enviará nueva luz:
“Fue la
falta de voluntad de los judíos para abandonar sus antiguas tradiciones lo que
ocasionó su ruina... Aunque grandes hombres puedan haber sostenido ciertos
puntos de vista, si estos no cuentan con el claro apoyo de la palabra escrita, se
deben descartar” (Id., 991).
“La
controversia se suscita inmediatamente si se contrarían las opiniones
establecidas. Así sucedió con los judíos” (Id., 1650).
“¿Va Dios
a... dejar [a su pueblo] sin nueva luz?”
(Id., 341).
“Hay luz
acrecentada para nosotros... y cuando veo a mis hermanos llenos de ira contra
los mensajes y mensajeros de Dios, pienso en escenas similares en la vida de
Cristo” (Id., 911).
(15)
La incredulidad inicial conduce a la incredulidad final:
“Se me ha
mostrado que la evidencia proporcionada es suficiente. Los que rechazan la
evidencia que ya se ha dado, no serían convencidos por pruebas más abundantes.
Son como los judíos... Han demostrado obstinación, y esta ha fructificado según
el plan de Satanás. Pensad en lo grande que fue la luz que se dio a los judíos,
y sin embargo rechazaron al Señor de la vida y gloria... Cuando se rechaza la
evidencia, los hombres se ven forzados a tomar una posición de oposición activa
y resistencia obstinada” (Predicación a la iglesia; Id., 1057).
(16)
¡Estudia la Biblia por ti mismo!
“Jesús...
reprendió los errores y acciones de los judíos con la indignada sensibilidad de
quien se sentía él mismo personalmente tergiversado, acusado y deshonrado... En
la nación judía contemplamos a un pueblo escogido en estado de divorcio con
Dios debido a su incredulidad. ...De su arco había salido disparada la última
flecha; no podía hacer más... Aquellos que se han atrincherado en la
incredulidad vendrán a ser como los judíos, ciegos a la luz... Pueden presentar
una objeción de la magnitud de un átomo bajo las gafas de aumento de su
imaginación, hasta que el átomo parece ser como un mundo y oculta de su visión
la preciosa luz del cielo” (Predicación a la iglesia; Id., 1059-1060).
(17)
La terrible obstinación:
“Desde el
encuentro en Minneapolis ha caminado en la senda de los escribas y fariseos...
El Espíritu del Señor vino una y otra vez a la reunión con poder de convicción,
a pesar de la incredulidad manifestada por algunos de los presentes, pero usted
estaba engañado y albergaba prejuicios, y manifestó el espíritu de los que se
niegan a reconocer a Cristo... Junto a otros caminó en el mismo camino que
transitaron los judíos rebeldes; el mismo espíritu que los inspiró a ellos lo
inspiró a usted, con resultados similares en ambos casos” (Al hermano
Lindsay; Id., 1344-1345).
(18)
La pregunta para hoy: ¿sigue siendo un “engaño fatal”?
“Es muy
posible que los pastores Jones o Waggoner resulten derrotados por las
tentaciones del enemigo; pero si tal fuera el caso, eso no probaría que no
tenían mensaje de Dios, o que la obra que han hecho fue todo un error. Si eso
sucediera [¡sucedió!], cuántos tomarían esa posición y entrarían en un engaño
fatal, debido a no estar bajo el control del Espíritu de Dios... Caminan en la
ceguera tal como hicieron los judíos” (A Uriah Smith; Id., 1044-1045).
“Arrepentíos”
(2:38).
“Arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados;
para que vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo, y él envíe a
Jesucristo, que os fue antes anunciado. A este, ciertamente, es necesario que
el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que
habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo”
(3:19-21).
“Yo
reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso y arrepiéntete”
(Apoc 3:19).