Querido amigo y amiga:

El libro de Hebreos aclara un misterio del Éxodo. ¿Qué fue lo que Dios dijo realmente a su pueblo al pie del Sinaí, tal cual expresa Éxodo 19? Durante siglos ha sido objeto de discusión por parte de los eruditos. Con la ayuda del Nuevo Testamento viene a quedar aclarado.

En aquella confrontación, inmediatamente antes de escribir los diez mandamientos sobre la piedra, el Señor hizo una propuesta muy generosa a su pueblo. Pero las traducciones más conocidas dejan con la impresión de que Dios les dijo algo así como: ‘Si lográis primeramente una perfecta obediencia a todos mis mandamientos, entonces os bendeciré’. Desde luego, el pueblo deseaba tal bendición, de forma que no dudó en prometer: "Haremos todo lo que Jehová ha dicho" (vers. 4-8). La idea subyacente en la comprensión de muchos es que el Señor mismo fue el responsable de iniciar el "viejo pacto", con toda la miseria y ruina que significó para el antiguo Israel.

Pero la investigación revela hoy que el viejo pacto no fue iniciativa de Dios, sino una idea del pueblo al 100%. La misteriosa palabra que se traduce como "guardáis" u "obedecéis" en el versículo 5 es SHAMEA en el lenguaje original. Pero no significa "obedecer" en su primera acepción. Significa "dar oído, escuchar su voz" (como podríamos haber deducido del contexto desde hace siglos).

Aquí es donde acude en nuestra ayuda el libro de Hebreos. Nos muestra cómo y porqué el viejo pacto fue un fracaso desde su mismo comienzo: "A nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; a ellos de nada les sirvió haber oído la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron" (4:2). ¡De nada servía oírla sin fe!

En esa luz cobra nueva vida el verbo SHAMEA de Éxodo 19. Lo que Dios propuso a Israel en el Sinaí fue: ‘Si dais oído a mi voz y no os disponéis contra lo que os estoy diciendo; si me escucháis con el oír de la fe, yo os prometo que seréis mi pueblo especial en la tierra, etc’.

Una cosa queda clara: el plan de Dios en el monte Sinaí era renovarles el mismo NUEVO pacto que hiciera con Abraham! Abraham dio oído a la voz de Dios, y el suyo fue el oír de la fe. El perenne problema del legalismo fue enteramente culpa de Israel, de principio a fin.

Y las buenas nuevas para ti y para mí son estas: si estamos luchando con el pecado y el egoísmo (¿y quién no lo está haciendo?), el remedio está en OÍR lo que el Señor dice, y en dejar de resistirle. Oírle con fe. Escucharlo y creer. No dudar de la promesa de Dios con incredulidad, sino ser esforzados en fe, dando así gloria a Dios. Estar plenamente convencidos de que todo lo que él ha prometido, es poderoso para cumplirlo. Haciendo así, a Abraham le fue contada su fe por justicia (Rom. 4:20-24), y vino a ser hecho obediente a todos los mandamientos de Dios (Gén. 26:5).

R.J.W.-L.B.