Querido amigo y amiga:

El poco conocido libro de Hebreos, en el Nuevo Testamento, responde a esta cuestión ineludible: "¿Qué está haciendo hoy Jesús?" En relación con ella, se suscita esta otra cuestión: "¿Por qué no ha vuelto aún, tal como prometió?" Si carecemos de la buena respuesta a la primera pregunta, nos queda sólo una miserable respuesta para la segunda: el predeterminismo calvinista (evasiva más bien que respuesta).

Mediante su Espíritu Santo, Jesús realiza algo que nunca antes ha sucedido, por más que durante siglos haya sido su voluntad. Esa frustrada voluntad ha de conocer por fin el momento de ver cumplido su propósito, y ese momento es AHORA.

Jesús está preparando un "remanente" de entre "toda nación, tribu, lengua y pueblo", que esté preparado para su segunda venida, que es la bienaventurada esperanza de todo creyente en Jesús, en todo tiempo. Si el remanente hubiera estado preparado antes, Jesús habría regresado antes. "Prepárate para venir al encuentro de tu Dios" (Amós 4:12; Heb. 12:14 y 29). Esa preparación ha de incluir la eliminación de todo pecado en los corazones y las vidas, la eliminación de toda rebeldía contra Dios y su evangelio. Pero eso parece asustar a no pocos, pues temen que signifique quitar todo lo divertido en la vida, que resultará muy aburrida sin pecado –piensan-. Creen que no es posible la vida sin el pecado; que el pecado es lo que nos hace "humanos".

Lo anterior implica una triste distorsión del evangelio. Conlleva la idea de que estar preparado para la venida de Jesús consiste en obras, obras, obras... Es demasiado difícil, si no imposible, así que mejor olvidarlo...

Observa bien este diálogo: "Le preguntaron: -¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: -Esta es la obra de Dios, que creáis en aquel que él ha enviado". Como dijo Pablo, "¡no tienen excusa!" ¿Acaso no hemos de temer presentarlo demasiado fácil? "No temas, cree solamente" (Mar. 5:36). Si te entregas a Jesús, si te pones en sus manos, el éxito está garantizado, pues es ÉL quien promete. El mismo que dijo "voy pues a preparar lugar" (Juan 14:3), es el que te prepara para ese bendito lugar en el que no sólo las lágrimas y el dolor habrán desaparecido, sino también el aburrimiento. ¿Quién podrá sentirse insatisfecho ante la presencia del Salvador? El secreto está en aceptar su presencia ahora, en vivir "como viendo al Invisible", "el cual también os mantendrá firmes hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo" (1 Cor. 1:8). No le resistas en su obra de prepararte para ese maravilloso encuentro. Te encomendamos a "Aquel que es poderoso para guardaros sin caída y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría" (Judas 24). Sí. Has leído bien: "gran alegría".

R.J.W.-L.B.