Querido amigo y amiga:

Quizá te cueste encontrar el tiempo para la oración y el estudio de la Biblia, o para dar testimonio de tu fe. El trabajo, los deberes sociales, la necesidad de mantener una familia, las obligaciones impuestas por un programa de estudios... pueden fácilmente hacer que acabes tu jornada exhausto, y que caigas en la cama rendido por el sueño y el cansancio, cuando de repente recuerdas algo inquietante: "¡He olvidado a Dios! No he orado desde hace _____ (días, semanas, meses...); de hecho, no he estudiado la Biblia desde hace _____ (días, semanas, meses...)". Hasta podría resultarte difícil recordar cuándo fue la última vez que lo hiciste. Sencillamente, lamentas no encontrar el tiempo necesario para tu vida devocional, y temes que esa situación se mantenga indefinidamente.

Entonces, algún bien intencionado predicador agrava tu inquietud al recordarte que DEBES (1) orar, (2) estudiar la Biblia, y (3) testificar... El problema es que eso ya lo sabías, y el saberlo no te ayudó a HACERLO. Quizá la oración te parezca vacía; estudiar la Biblia, algo pesado y aburrido; y mejor olvidar lo tercero: ¿de qué puedes testificar TÚ a alguien? Como sucedió a José y María, quienes olvidaron a Jesús y se dejaron al niñito en Jerusalén, mientras llenos de cuidados por el viaje de regreso dirigían su atención a lo inmediato, puede tomarte muchos días encontrarlo de nuevo (Luc. 2:43-45). Es posible que te sientas tentado a pensar que quizá sea ya demasiado tarde para recuperarlo. Dios y su pueblo han avanzado, y te quedaste rezagado. ¿Están aún a tu alcance?

Si llegaste a esa situación de crisis, una resolución del Antiguo Pacto, del estilo: "tengo que hacer", o "me he de esforzar más" puede funcionar... durante algunos días o semanas. Puedes prometer que jamás volverás a olvidar la oración, el estudio de la Biblia o la testificación, hasta que nuevamente el trabajo, los deberes sociales, la necesidad de mantener una familia, las obligaciones impuestas por un programa de estudios...

Permíteme unas preguntas: ¿Cuántos _____ (días, semanas, meses?) hace que no has comido? ¿Encuentras el tiempo para comer? ¿Necesitas grandes esfuerzos para no olvidar esa actividad? Doy por sentado que no. Pero ¿por qué? Te sugiero dos respuestas: (1) Estás convencido de que eso constituye una necesidad vital. CREES que es imprescindible; y quizá más importante, (2) Tienes hambre, alimentarte físicamente es una actividad placentera. Si esas dos cosas no te suceden con la vida espiritual, quizá perdiste la perspectiva del evangelio, según el Nuevo Pacto.

Desde el anonimato que otorga este medio, permite que te sugiera algo: Nunca pienses en el evangelio como aquello que TÚ DEBES HACER por Cristo. El evangelio es lo que DIOS HIZO POR TI EN CRISTO. Si buscar a Dios se volvió difícil y penoso, piensa en lo que ÉL HIZO Y HACE para buscarte a ti. Si aprendiste ya a desconfiar de tus promesas y resoluciones, considera el poder de sus promesas de amor y perdón. Si comprendiste ya la vanidad de tus esfuerzos por HACER, estás en la situación ideal para CREER que (1) Tu Salvador, después de haber llevado tus pecados en su cuerpo, sobre el madero, y de haberte comprado con su sangre, no te ha olvidado; (2) Él te está buscando. No está simplemente de brazos cruzados esperando que tú lo busques. ¡No estarías así, si hubieras perdido a tu hijito! (3) Él no ha olvidado la promesa que hizo a tu "padre" Abraham (Gén. 12:1-3; Rom. 4:16). Abraham estaba también muy ocupado... (4) El Padre tiene por ti más amor del que tiene o tenían tu padre y madre terrenales, él está haciendo por ti lo que hizo por Jesús, te "despertará mañana tras mañana" para que escuches "como los sabios" (Isa. 50:4). Él te ama, no seas "rebelde" (vers. 5).

¿Orar?, ¿estudiar la Biblia?, ¿testificar? Sí: una vez creas y conozcas la belleza incomparable del amor que Dios tiene por ti en Cristo, y por cada uno de sus hijos, no encontrarás el tiempo para hacer otra cosa.

R.J.W.-L.B.