Querido amigo y amiga:

Hay una pregunta que no es sólo importante, sino ineludible para todo cristiano reflexivo: ¿Qué está haciendo Cristo ahora? Hace 2000 años se hizo Hombre por nacimiento, tomando la naturaleza que tú y yo poseemos; llevó los pecados de todo el mundo "en su cuerpo, sobre el madero" –te llevó a ti, al llevar tus pecados–; murió "al pecado" (Rom. 6:12); resucitó y ascendió a los cielos. ¿Con qué finalidad? ¿Cuál es su obra hoy, especialmente teniendo presente la inminencia de su regreso a esta tierra como Rey de reyes y Señor de señores? ¿Da la Biblia una respuesta clara que sea relevante para nosotros que habitamos el mundo contemporáneo?

La Biblia no enseña la inmortalidad natural. De acuerdo con las Escrituras, los justos muertos aguardan en la absoluta inconsciencia o "sueño" del sepulcro, hasta la segunda venida de Jesús. También los injustos que murieron aguardan en idéntica situación hasta su resurrección, que tiene lugar 1000 años después (Apoc. 20:1-6).

Jesús enseñó que ha de darse un proceso de juicio antes de su segunda venida. En Lucas 20:35 se refiere a "los que son tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos". Salta a la vista que ha de haber un proceso de diferenciación entre los que sean tenidos por dignos de esa primera resurrección, y los que lo sean de la segunda.

Sabemos que Jesús no comete injusticia alguna. Además, no actúa en el secreto ni necesita esconderse. Manifiesta su carácter, para que pueda contemplarlo todo aquel que lo desee. Él no decide arbitrariamente ni predetermina el destino eterno de ningún alma humana. En total imparcialidad, ha de investigar públicamente el registro de la vida de cada persona (Heb. 9:27 y 28). El cielo está poblado por ángeles, así como por los "veinticuatro ancianos", quienes han de quedar convencidos, como el resto del universo, de la justicia de ese proceso de diferenciación. El Padre declina esa obra, y "todo el juicio dio al Hijo", porque al venir a esta tierra como lo hacemos tú y yo, él se familiarizó con las aflicciones y las tentaciones que asedian la senda humana, entendiendo así perfectamente cuál es tu prueba y cuál tu congoja (Juan 5:22-30). ¡No hay nadie en todo el universo cualificado como él para realizar esa obra! Además, ha de preparar a un pueblo para su segunda venida, y para eso también está abundantemente cualificado, ya que "es poderoso para guardaros sin caída y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría" (Jud. 24).

A esa bendita obra, la Biblia la denomina "purificación del santuario" (Dan. 8:14; Luc. 21:31-36).

¿Puedes imaginar algo más importante que cooperar con él en esa obra?

R.J.W.-L.B.