Querido amigo y amiga:

¿Han sido contestadas tus oraciones? ¿Has visto cumplidos tus sueños? Tras 120 años de arduo trabajo, Noé vio la salvación de su familia; los anhelos de Abraham se hicieron realidad tras 25 años de espera, y también los de Sara de tener un hijo; los sueños de José resultaron ser finalmente verdaderos; David vio cumplidos sus deseos. Pero hubo un fiel profeta que llegó hasta sus últimos días con el corazón quebrantado por un chasco tras otro: Jeremías.

¡Y no fue por culpa suya!

La destrucción del templo de Jerusalem, la quema del templo de Salomón, la cautividad de Judá en Babilonia y la terrible suerte del rey Sedequías fueron cumplimientos al pie de la letra de las profecías de Jeremías. ¡Espectacular e irrefutable validación de su mensaje! Pero eso mal podía satisfacerle. El cumplimiento de sus profecías le trajo profundo dolor de corazón y ríos de lágrimas. No tenía deseo alguno de ver validado de ese modo su ministerio profético; lo que él quería era ver al pueblo convertido, reconciliado con Dios, salvo.

Podrías pensar que tras haber presenciado una demostración tan inconfundible de que era un auténtico profeta, el remanente del pueblo se arrepentiría y humillarían sus corazones ante Dios, de forma que Jeremías tendría por fin la alegría de ver en aquel exiguo resto un cambio de corazón.

Pero no; hubo de presenciar la continua rebelión de ellos contra Dios, hasta verse obligado a ir a Egipto con ellos, quines actuaban en oposición a la voluntad de Dios (cap. 42-44). Las mujeres, incitadas por sus maridos, llegaron a tergiversar de tal forma su historia nacional, que consideraron que todo les había ido bien mientras habían estado adorando los dioses paganos y a la inicua "reina del cielo". Sentían que esa había sido la fuente de su alimento, paz y seguridad. ¡Engañados y engañando hasta el final!

Pero tú, Jeremías, te mantuviste fiel. Todos tus "amigos" miraban si claudicarías (20:10), pero Jehová estuvo contigo como poderoso gigante. Nadie arrebatará la recompensa eterna que el Señor guarda para ti. Tú conociste la comunión del corazón con Uno cuyo ministerio también terminó en el aparente fracaso sobre una cruz.

Es tu privilegio apropiarte de las promesas que el Señor hizo a su fiel siervo: "Pelearán contra ti, mas no te vencerán; porque yo soy contigo, dice Jehová, para librarte" (1:19).

R.J.W.