Querido amigo y amiga:

Al considerar la realidad del diluvio, según el relato bíblico, hay un importante detalle que no debiera pasar desapercibido, a fin de no interpretar erróneamente lo que podría parecer un terrible juicio divino. La Biblia no deja dudas en cuanto a que el diluvio fue un acontecimiento divinamente ordenado. Pero no olvidemos que fue prolongadamente anunciado. De forma superficial se podría concluir que el puro miedo fue la motivación en el ministerio de Noé: ‘Entrad en el arca, o pereceréis’.

Nunca olvides este pequeño, pero significativo detalle: Noé predicó "la justicia que viene por la fe"; no meramente los terrores de la catástrofe por acontecer (2 Ped. 2:5; Heb. 11:7).

Mientras "preparó el arca en que su casa se salvaría", estuvo ocupado al mismo tiempo en proclamar la sobreabundante gracia de Dios, pues sólo ésta constituye la "justicia por la fe" (Rom. 5:15-20). Hebreos 11 especifica que "fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe", sugiriendo que quizá no siempre había comprendido la gracia con anterioridad. Durante los 120 años de construcción del arca y predicación, su comprensión del carácter de Dios debió crecer. Pudo haber comenzado con un mensaje de pura alarma y cruda amonestación, pero a medida que iban pasando los años y podía contemplar la misericordia y paciencia de Dios, "fue hecho" consciente del gran amor de Dios hacia un mundo perdido. Si predicó la "justicia por la fe", ¡predicó el "evangelio eterno"!

Noé fue hecho heredero de esa preciosísima verdad, una herencia incomparablemente superior a la del palacio más señorial que cualquier antediluviano hubiese podido edificarse, y desde luego, mucho más perdurable. Si tú y yo somos hechos herederos de la plena verdad de la justicia que viene por la fe, tenemos aquello que nos capacitará para atravesar todas las terribles convulsiones que estén por sobrevenir a la tierra (y ciertamente están a las puertas).

De igual forma como Noé maduró en su comprensión de la "herencia", así se espera que su pueblo crezca en la comprensión de esa gracia sobreabundante de Cristo. En los días de Jesús en la tierra, había un pueblo que estaba seguro de su riqueza espiritual, pues predicaba la doctrina correcta sobre el verdadero día de reposo, la vigencia de la ley, la esperanza de un Mesías, la necesidad del estudio de la Biblia, la oración, la devolución de los diezmos, etc. Pero rechazó un mensaje muy específico: "Cristo, nuestra justicia", crucificando a su Mensajero. A la vista de Apocalipsis 3:14-21, es algo muy a tener en cuenta, porque la tibieza NO es la respuesta adecuada a la comprensión de la gracia sobreabundante de Cristo, nuestra justicia.

Lo que selló la suerte de los antediluvianos no fue meramente sus actos de pecado (aún siendo graves). Oyeron y rechazaron la gloriosa verdad de la "justicia por la fe" (Mar. 16:16; Juan 3:18, 19 y 36; 2 Tes. 2:12). Rechazar el mensaje de la gracia de Cristo es traer sobre nosotros la condenación. ¡Óyelo, y créelo!

R.J.W.-L.B.