Querido amigo y amiga:

Alguien pregunta: ¿Nos DA Dios la salvación, o sólo nos la OFRECE? La Biblia nos habla consistentemente del "don". ¿Qué esconde la teoría de la "oferta"? La diferencia entre una cosa y otra es la que hay entre (a) alguien totalmente consagrado al Señor, alguien conmovido por el Don, y (b) alguien calculando la oferta con tibia devoción.

En la extensa presentación de la justificación en Romanos, Pablo nunca emplea la palabra "oferta" como un verbo para expresar la acción divina. Tampoco aparece en Juan 3:16. No nos dice que 'de tal manera amó Dios al mundo, que ofreció dar a su Hijo unigénito...' Por el contrario, nos dice que lo DIO. Es un hecho consumado; está expresado en tiempo pasado. En Romanos 5, al menos en cinco ocasiones afirma Pablo que lo que Cristo logró con su sacrificio, fue DAR salvación a "todos los hombres". Los vers. 15 y 16 nos hablan del "don", el don "gratuito". Según el versículo 17, se trata del "don gratuito de la justicia". Leemos en el 18 que "vino a todos los hombres la justificación que da vida". Jamás se la califica de "oferta".

¿Por qué debemos abstenernos de cambiar las palabras de Pablo, y pretender hacerle decir que se trata de una oferta y no de un don? Porque una oferta es algo inconsistente y carente de sustancia en sí mismo, hasta que le añadimos nuestra "obra" (esto es, nuestra aceptación). Eso convierte a Cristo en un semi-salvador, en lugar del completo Salvador que en realidad es. Esa concepción de la "oferta" no abate el orgullo humano, sino que lo fomenta; creemos haber contribuido de forma decisiva a nuestra salvación. De alguna manera nos hace sentir co-redentores. Es salvación por obras sutilmente disfrazada de "fe".

(a) Si vemos la salvación como un don, comprendemos que nuestro único valor consiste en lo que Dios ha dado por nosotros, y eso nos lleva inmediatamente a apreciar y valorar a los demás, por quienes Cristo se dio igualmente. La jactancia queda excluida. Nos identificamos con nuestro prójimo. (b) Si la vemos como una oferta, a la que hemos de añadir nuestra aprobación, sentimos que valemos en parte debido a nuestra sabia elección. Inmediatamente nos sentimos superiores a quienes no la hicieron, y la jactancia no queda excluida. Se crea la barrera hacia nuestro prójimo.

Es imperativo que permitamos a Pablo (y también a Juan) expresarse libremente. Cristo es el "Salvador del mundo", el "Salvador de todos los hombres" (Juan 4:42; 1 Tim. 4:10). No es sólo que ofrece la posibilidad de serlo. Murió ya la segunda muerte de todo hombre (Heb. 2:9), y se dio a sí mismo a "todos los hombres", con tanta certeza como dio la primogenitura a Esaú (Gén. 25:34; Heb. 12:16), si bien éste la despreció, la vendió.

Nunca convirtamos las Buenas Nuevas en una "oferta" de buenas nuevas.

R.J.W.-L.B.