Querido amigo y amiga:

Se espera que marido y mujer sean "uno", lo que implica un estado de comunión entre ambos. Pero las buenas nuevas relativas al matrimonio son mucho mejores que simplemente el hecho de que el esposo y la esposa tengan que velar por ese estado de unión; las buenas nuevas del cielo nos dicen que DIOS LOS HA HECHO "uno". "Serán una sola carne", dijo a Adán en el Edén (Gén. 2:24).

Jesús usó esa palabra inspirada, añadiéndole algunas cosas más: "Los dos serán una sola carne. Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por lo tanto, lo que DIOS JUNTÓ no lo separe el hombre" (Mat. 19:5,6). ¿Cuán buenas son esas buenas nuevas? Significan esto: Cuando hay desavenencias entre los esposos y se sienten tentados a pensar, 'no estamos hechos el uno para el otro, ¡no hay remedio!', en realidad están escuchando la sugerencia de alguien que les está contando mentiras. No tienen por qué creerlo. "Dios [los] juntó". Son "una sola carne". Tan ciertamente como el día sigue a la noche, Dios los ha hecho el uno para el otro, a fin de que sean realmente uno. A pesar de sus muchas diferencias, están perfectamente hechos el uno para el otro. Sus mentes se diferencian, sus gustos son en ocasiones opuestos, pero lo que hizo posible su mutua atracción desde el principio fue ¡su diferencia de género! Cuando Cristo mora en el corazón, sus diferencias son parte fundamental del maravilloso misterio de la vida, que llenan de interés y alegría la existencia, día tras día.

Cuando los esposos se arrodillan juntos, pueden dar gracias a su Padre celestial por haberlos unido. Cuando comprenden que su unión es un símbolo de la comunión de Cristo con su Esposa, la iglesia, todas sus diferencias vienen a ser las variaciones de un dúo sublime que adorna la armoniosa sinfonía compuesta por el Creador y recuperada por el Redentor. La fe obró por el amor, y purificó esa institución sagrada.

Jesús nos dio el perfecto ejemplo en el matrimonio. "Dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne" (Gén. 2:24). Jesús lo dejó todo, se unió a su Esposa y se hizo una sola carne con ella, por la eternidad. Es la mejor nueva que se pueda imaginar, y llena de significado cada momento de la vida. Si puedes ver en Cristo al "Deseado de todas las gentes", al "señalado entre diez mil", tu esposo / esposa apreciará en ti ese "amor de Dios que está derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos es dado" (Rom. 5:5), ese amor que "nunca deja de ser" (1 Cor. 13:8).

R.J.W.-L.B.