Querido amigo y amiga:

Hemos citado alguna vez "la gran controversia entre Cristo y Satanás", y nuestra esperanza está puesta en la victoria final de Cristo, que damos por segura (sí, ¡y no olvidamos que ha de ser también la nuestra!). Pero hay un problema que es necesario resolver: la tibieza de su iglesia. Cuando comparamos nuestra devoción por Cristo con su devoción por nosotros, con la magnitud de su sacrificio y don eternos, comprendemos que el término "tibieza" es la descripción apropiada de todos nosotros (en el mejor de los casos). ¿Cómo puede una iglesia tibia estar preparada para su próxima venida en gloria? Cristianos sinceros opinan que no hay mayor problema, que la iglesia siempre ha estado en esa condición tibia, y que así ha de continuar indefinidamente. Les parece que Cristo regresará cuando él este preparado, y si por entonces hay pocos o ninguno preparados, entre sus seguidores, tanto peor para ellos. ¡Mala suerte! Tal les parece que podría muy bien ser el final de la citada gran controversia.

Pero prestemos atención a este hecho: Jesús dice que la tibieza de su iglesia le produce nauseas, hasta el punto de hacerle sentir como si estuviera a punto de vomitar (así lo presenta Apocalipsis 3:17). ¿Cómo puede venir a buscar una iglesia que le produce un estado tan profundo de insatisfacción? Por otra parte, ha de tener lugar lo que la Biblia describe como "las bodas del Cordero", antes que él pueda llevar a su pueblo a la gloria (Apoc. 19:7 al 9). ¿Cómo puede venir Cristo a las bodas, si "su esposa [NO] se ha preparado"? ¿Acudirías a tu cita nupcial ante un novio o novia que te produjese nauseas?

Es de todo punto imprescindible resolver el problema de la tibieza. Si Jesús no pudiera finalmente resolverlo, el conflicto habría terminado en derrota ante el universo. ¿Cómo podría ocupar el trono del corazón de sus seguidores, si es que no hubiese podido antes liberarlos de ese estado de entrega a medias, de esa devoción mesurada que comparte los intereses mundanos, de esa situación de parálisis espiritual? Algunos piensan que un repentino desastre, o muchos de ellos, producirían una mejora de las cosas. En su día se permitió que Babilonia destruyera a Jerusalem... Si está próxima tu boda y tu novia exhibe una tibieza preocupante, nunca pienses que haciendo explotar una bomba cerca de su casa lograrás que te aprecie a base de aterrorizarla, ayudándole así a decidirse por formar un hogar estable y feliz contigo. Dios puede emplear o permitir situaciones que nos lleven a reflexionar o a despertar, pero no hay ninguna cantidad de miedo suficiente como para producir la respuesta del amor y la devoción indivisa. No, el miedo no es la respuesta. Jesús ha de ganar definitivamente el amor y la entrega sin reservas de su iglesia, no atemorizando, sino convenciendo. De otra forma, su iglesia lo estaría despojando ante el mundo y el universo, del honor y la gloria de los que "el Cordero es digno".

Que su iglesia vea la cruz de Cristo, lo que cumplió en su sacrificio, lo que le costó al cielo salvarnos, cómo murió la segunda muerte (la auténtica y definitiva) de cada uno. Es la razón por la que el libro de Apocalipsis insiste en presentar a Cristo como al "Cordero... inmolado" una y otra vez. No podrás contemplarlo sin amarlo de todo corazón.

R.J.W.-L.B.