Querido amigo y amiga:

La Biblia dedica especial atención al ministerio en favor de ciertas personas que de otra forma recibirían poca ayuda: los de corazón quebrantado. Jesús dijo: "bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación" (Mat. 5:4). No sólo los que lloran acongojados, sino también todos aquellos cuyos corazones soportan cargas tan pesadas que los imposibilitan para lo que todos les aconsejan hacer: '¡sonríe!' Jesús les quiere infundir esta esperanza: 'recibirás consolación, volverás a ser feliz'.

Las experiencias vividas por David van mucho más allá de la relación superficial propia de la política y la sociedad mundana, donde la sonrisa es una exigencia casi permanente. "Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón y salva a los contritos de espíritu" (Sal. 34:18). Dios no toma placer alguno en nuestro quebrantamiento, pero lo considera con la más tierna solicitud: "Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios" (51:17). Refiriéndose a Cristo, David predijo cuál sería su sentir como "el Hijo de David": "El escarnio ha quebrantado mi corazón y estoy acongojado. Esperé a quien se compadeciera de mí, y no lo hubo; busqué consoladores, y ninguno hallé" (69:20). Handel hizo bien en poner esas palabras en boca de Jesús, en su oratorio 'El Mesías'. Hablando proféticamente de Judas Iscariote, David dice: "persiguió al hombre afligido y menesteroso, al quebrantado de corazón para darle muerte" (109:16). Todo aquel que cede al pecado, lo mismo que Judas, de una u otra forma causará aflicción al quebrantado de corazón. Lo causa ciertamente al "Varón de dolores, experimentado en quebrantos".

Hay muy buenas nuevas para aquellos cuyo corazón llora, en el texto que probablemente inspiró a Jesús a predicar su bienaventuranza sobre los que lloran: "Jehová edifica a Jerusalén; a los desterrados de Israel recogerá. Él sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas" (147:2 y 3). Permítele que lo haga: dedícale el tiempo necesario. No esperes que ninguna medicina, droga, vacaciones, ropa nueva, comedia televisada, diversión o técnica psicológica lo haga. Los remedios superficiales sólo logran ahondar la herida y hacer más difícil su curación. Si no tienes ánimos para sonreír, haz como Nehemías ante el rey Artajerjes (léelo en Neh. 1:4 al 2:3. La carencia de un rostro alegre ante el rey, podía significar la decapitación). Sé sincero, como lo fue Nehemías. Recibirás consolación, te promete el que es experimentado en quebrantos.

R.J.W.