Querido amigo y amiga:

¿Te gustaría llegar a un examen final conociendo de antemano las preguntas? Los estudiantes no suelen tener esa suerte. Quizá hayas olvidado ya las angustias del estudiante en esas ocasiones, pero ¿acaso no debemos todos "comparecer ante el tribunal de Cristo"? (2 Cor. 5:10). ¿Hay quien nos ayude en eso?

Ciertamente. No es el deseo de Dios llevarnos a situaciones imposibles. Él no se alegra con la confusión y desesperación de nadie que sea honesto y sincero. Alguien oró una vez así: 'Señor, muéstrame lo peor de mi condición'. En relación con esa evaluación final, la Biblia divide a las personas en dos categorías: "Los pecados de algunos se descubren claramente antes de haber ido a juicio: en cambio, los de otros sólo aparecen después" (1 Tim. 5:24).

Revisemos la enseñanza bíblica:

(1) "todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Rom. 3:23).

(2) el juicio final tendrá que ver con lo que cada uno haya hecho, con sus pecados (2 Cor. 5:10).

(3) Cada uno aparecerá ante el mundo y el universo en ese juicio, de una de estas dos maneras: vestido o desnudo (Apoc. 16:15).

(4) Desdichados aquellos cuyos pecados aparezcan "después". Serán como minas explosivas que aflorarán, trayendo oprobio y vergüenza que los sobrecoja en aquel gran día (Daniel 12:2 describe a algunos que resucitarán "para vergüenza y confusión eterna").

(5) Por consiguiente, si nuestros pecados pueden ser "claramente descubiertos" ANTES que sea demasiado tarde, se trata de inmejorables nuevas.

(6) Podemos ser librados de esa terrible "confusión de rostro" (Daniel 9:8) si tenemos el privilegio de enfrentar nuestra realidad ahora.

(7) Esa es precisamente la bendita obra del Espíritu Santo, el único y auténtico Vicario de Cristo, cuya primera función es convencer al mundo de pecado, en preparación para el juicio (Juan 16:8).

(8) "hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él". Sí, "todas las mañanas", "porque el Señor reprende al que ama, y azota a todo el que recibe por hijo" (Heb. 12:5 y 6; Sal. 73:14).

R.J.W.