Querido amigo y amiga:

Lo que la Biblia dice sobre la gracia de Cristo es de tal magnitud, que nos cuesta creerlo y hacerlo nuestro. Por ejemplo: "por gracia habéis sido salvados por la fe" (Efe. 2:8). ¿Resulta fácil aplicarse personalmente la frase? ¿Estamos convencidos de que, por más profundamente indignos que nos sepamos, podemos acogernos a esa gracia?

Frecuentemente actuamos como si el Dador de la gracia no la hubiese realmente DADO, como si estuviese deseando hacer difícil que nos apropiásemos de ella. La verdad, no obstante, es que la ha puesto en nuestras manos. "De su plenitud HEMOS RECIBIDO gracia sobre gracia" (Juan 1:16). Es algo tan real como el aire que respiramos, otorgado a todo hombre como un don ilimitado. Como sucede con el Buen Pastor, dedicado a la incesante búsqueda de su oveja perdida, la gracia nos busca minuto a minuto, noche y día de nuestra vida.

Todo cuanto derivó del pecado de Adán, el veredicto de condenación para toda la raza humana, lo revirtió el Buen Pastor mediante su propio sacrificio y su ministerio incesante (Rom. 5:15 al 18; Heb. 7:25). Su "bondad" guía realmente a cada uno al "arrepentimiento" (Rom. 2:4). El Espíritu Santo convence el mundo de pecado sin cesar, en cada momento de la vida de toda persona, hablándonos en susurros claros que la cacofonía del ruido producido por el diablo no puede apagar. "Éste es el camino, andad por él", es la palabra de gracia que oye detrás de sí cada uno, incluso en los vientos contrarios y en las tormentas de la vida (Juan 16:8; Isa. 30:20 y 21).

El texto de Isaías dice virtualmente que es como si te encontraras en una escuela, tutorado por un maestro lleno de genuino interés por ti. Quizás no seas un excelente alumno, pero tu Maestro está dedicado a solucionar tu problema particular. Leemos en la versión 'Dios habla Hoy': "Y aunque el Señor te de el pan del sufrimiento y el agua de la aflicción, él, que es tu maestro, no se esconderá más; con tus propios ojos le verás. Y si te desvías a la derecha o a la izquierda, oirás una voz detrás de ti, que te dirá: 'Por aquí es el camino, id por aquí'". Tan ciertamente como el sol salió esta mañana, estás viviendo por esa gracia. Pero oye esto: "No recibáis en vano la gracia de Dios" (2 Cor. 6:1). Has recibido la gracia. Vives por el don del Hijo de Dios, sea que lo supieras o no. Pero ahora que lo sabes, ¿qué vas a hacer con Cristo? "Yo deshice como a nube tus rebeliones, y como a niebla tus pecados: Vuélvete a mí, porque yo te redimí", es su ruego.

R.J.W.-L.B.