El reposo de Cristo
Daniel Peters
El sábado [reposo] es una revelación de Cristo, y una señal mediante la cual, aquellos que la aprecian, saben que es el Señor quien los hace justos y los santifica. El reposo en Cristo está en el corazón mismo del mensaje de 1888. Ese mensaje prepara a un pueblo, mediante la justicia por la fe, para la segunda venida de Jesús. Ellen White escribió en relación con ese mensaje: “Cristo es el sistema completo de verdad. Declara: ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida’”. [1]
E.J. Waggoner, uno de los mensajeros de 1888, desarrolla y clarifica esa idea: “El mensaje del tercer ángel es justicia por la fe, ya que el sábado es justicia por la fe. Mediante él, el hombre se relaciona con las obras de Dios, y dichas obras de Dios son perfectas. Por lo tanto, [el hombre] alcanza el reposo por la fe”. [2] Así, reposar en Cristo está en el núcleo central del mensaje de 1888, y estudiar el reposo que Cristo da es de gran valor. Se trata del don del reposo que nos da Jesús (Mat 11:28).
El sábado lleva en él mismo el poder creador de Dios, el reposo de Dios, la bendición de Dios, la presencia de Dios. Es una presencia que concede santidad, y es la continua presencia de Dios que santifica.
El sábado es un recordatorio de Dios como Creador
Es el recordatorio de la manifestación de su poder creador. Es una señal entre él y su pueblo por siempre, “porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y descansó” (Éxodo 31:17).
El creyente encuentra
en Jesús el poder creador de Dios,
que se manifiesta haciendo de él una nueva criatura
El poder creador es el mismo que el poder redentor; por consiguiente, redención es creación: son una y la misma cosa. Lo primero que es Jesús para el pecador que responde a él, es Creador (Redentor). Cristo hace de él una nueva creación. “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es” (2 Cor 5:17). “Crea en mí, Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” (Sal 51:10). Así, la obra de Dios en la redención, es creación.
En el sábado hay reposo divino
“Pues en cierto lugar dijo así del séptimo día: ‘Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día’” (Heb 4:4). Hemos visto que sólo los que creen pueden entrar en su reposo. Dios es Espíritu, por lo tanto, su reposo es un reposo espiritual. El reposo espiritual es liberación del pecado.
El creyente encuentra en Jesús el reposo de Dios
“Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas” (Heb 4:10). El reposo es un don, por lo tanto, está escrito: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. El reposo espiritual se recibe solamente por la fe.
En el sábado está la bendición de Dios
“Entonces bendijo Dios el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Gén 2:3).
El creyente encuentra en Cristo la bendición de Dios
“A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijera, a fin de que cada uno se convierta de su maldad” (Hechos 3:26). Y: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efe 1:3). Es Dios quien nos bendice y nos aparta de nuestros pecados.
En el sábado se encuentra la santidad de Dios
Es solamente la presencia de Dios la que puede hacer santa alguna cosa. Moisés, cuando vio aquella zarza que ardía sin consumirse, se dispuso a ir “para contemplar esta gran visión, por qué causa la zarza no se quema”. Entonces, “cuando Jehová vio que él iba a mirar, lo llamó de en medio de la zarza: —¡Moisés, Moisés! —Aquí estoy, respondió él. Dios le dijo: —No te acerques; quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es” (Éxodo 3:4-5). Aquel lugar se había convertido en tierra santa solamente por la presencia de Dios en la zarza. De la misma forma, la presencia de Dios hizo santo al séptimo día —el sábado— cuando reposó en él y cesó de todas sus obras.
El creyente encuentra
en Cristo la presencia de Dios
para hacerlo santo
“En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros” (Juan 14:20). Y “Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, esperanza de gloria” (Col 1:27). Es la presencia de Cristo la que hace santo al que cree, y es su continua presencia la que santifica.
Cierto día, el pastor R.J. Wieland me señaló: “La justicia es santidad que se ha enfrentado con el problema del pecado en naturaleza humana pecaminosa, y ha triunfado sobre él. ¡Por lo tanto, justicia es mucho más que simplemente santidad!” [3] Así, es Cristo en nosotros el que nos hace justos, y sólo mediante su fe se puede recibir su justicia.
“El efecto de la justicia será la paz, y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre. Y mi pueblo habitará en morada de paz, en habitaciones seguras y en lugares de reposo” (Isa 32:17-18). La justicia es liberación de la desobediencia a la ley, y esa es la definición del “reposo espiritual: perfecta liberación de todo pecado”. [4]
Ellen G. White escribió que el sábado “nos presenta a Cristo como Santificador tanto como Creador … ‘Díles también mis sábados, que fuesen señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico’ (Eze 20:12), es decir, que los hace santos. Entonces el sábado es una señal del poder de Cristo para santificarnos”. [5]
El sábado lleva en él la santificación de Cristo
No solamente bendijo el séptimo día, sino que lo santificó a fin de que la presencia de Dios pudiera morar en nosotros. La presencia de Cristo hace santo al pecador, y su continua presencia lo santifica.
“Por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” (1 Cor 1:30). Todo lo encontramos en Cristo, ya que el reposo del sábado es la culminación del pacto eterno, del evangelio que consiste en “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Col 1:27). Las buenas nuevas del evangelio consisten en que todo lo que está encerrado en Cristo viene a ser nuestra experiencia cuando Cristo está en nosotros.
Los creyentes encontramos en Cristo la presencia de Dios que nos santifica al morar en nosotros
Escrito está: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada con él” (Juan 14:23). Y “todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios” (1 Juan 4:15). “Vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: ‘Habitaré y andaré entre ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo’” (2 Cor 6:16).
Podemos, pues, ver, que el sábado es la señal divina de una obra terminada. Es la señal de su obra completa en la creación, y la señal de su obra completa en la segunda creación: la cruz.
E.J. Waggoner escribió: “El poder que se necesitó para crear el mundo y todas las cosas que hay en él, el poder que mantiene a todas las cosas en existencia, es el poder que salva a aquellos que confían en él. Tal es el poder de la cruz”. [6]
Pero ser hecho justo, o recto, implica necesariamente la muerte del yo. No podemos crucificar al yo por nosotros mismos, pero también ahí hay buenas nuevas: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gál 2:20).
A través del sábado sabemos que la presencia de Cristo hace santo al que se entrega a él. Es decir, lo convierte en justo. Y la continua presencia de Cristo morando en nosotros completa y mantiene la santificación.
Waggoner comentó que la justificación es el estado más elevado en el que el hombre puede estar en esta tierra, y que la santificación no es más que esa misma justificación avanzando en el tiempo. La justicia de Cristo trae el reposo. La justicia de Cristo trae el “sábado”.
La santificación es la manifestación de la completa obra de Cristo en el individuo. El reposo es lo que suele seguir a una obra terminada. Así es también como el reposo espiritual sigue a una obra espiritual completa. La imagen de Cristo se forma plenamente en el creyente, de forma que cuando Dios mira al creyente, ve su propio reflejo.
“Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza” (Isa 30:15).
“Así, veis que cuando Dios estableció el sábado, había puesto ya toda la creación ante el hombre, de forma que este podía ver a Dios en la creación. Pero el Señor quería acercarse más que eso al hombre. El hombre podía estudiar la creación y adquirir un conocimiento acerca de Dios. Pero Dios quería que lo conociera [aún en mayor profundidad]. En la creación, el hombre podría conocer acerca de Dios; en el sábado conocería a Dios, ya que para aquel que lo guarda en verdad, el sábado trae la presencia viviente, la presencia santificadora de Jesucristo” [7]
Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mat 11:28).
Notas:
[1] The Ellen G. White 1888 Materials, 1273. En la página 730 leemos: “Sabemos que el evangelio es un sistema perfecto y completo, que revela la inmutabilidad de la ley”. Y después: “Cristo es el sistema completo de verdad”. El mensaje de 1888 enseña que Cristo mismo es el evangelio.
[2] E.J. Waggoner, “Studies in the Book of Hebrews. No. 16”, General Conference Daily Bulletin, 8 marzo 1897, 297-303.
[3] Correo electrónico de Robert J. Wieland a Daniel Peters, 8 marzo 2009.
[4] E.J. Waggoner, The Gospel in Creation, 164.
[5] Ellen G. White, El Deseado, 255.
[6] E.J. Waggoner, Las buenas nuevas en Gálatas, 170.
[7] A.T. Jones, 1893 General Conference Bulletin, nº 20, página 3.
traducción:
www.libros1888.com