One Project
¿verdad presente, o emergente?
4 marzo 2014, Janet Lundeen Neumann
http://advindicate.com/articles/2014/3/4/one-project-present-or-emergent-truth
No había hecho planes para asistir al encuentro previsto en Seattle, el 10 y 11 de febrero de 2014, pero una llamada a media mañana me permitió renunciar a mi previsiblemente soñolienta “actividad”. Un amigo al otro lado del teléfono me dijo: “Me han dado dos entradas para el encuentro de One Project. ¡Gratuitas! ¿Te animas a venir? ¡Vamos! ¡Gratis!” Eso me puso en pie.
Cuatro horas después habíamos reservado los siguientes tres días, e iniciamos el viaje a través del manto de nieve que cubría el estado, deseosos de saber en qué consistía eso del One Project. Conocía sus slogans: “Supremacía de Jesús”, y “Jesús. Todo”, pero sabía poco más.
Cuando se abrieron las puertas del ascensor en la cuarta planta del hotel Westin, en Seattle, fuimos recibidos con música rock en directo procedente de la sala adyacente -guitarras y teclado electrónico, así como una batería- a un volumen ensordecedor. Mi primer pensamiento fue: “Nos hemos confundido de planta”. Pero no: se trataba de músicos adventistas de rock, de nuestra propia hornada. Y continuaron con su rock, antes, después, y en cada intermedio durante los dos días que siguieron.
En recepción se nos dijo que a todos los inscritos se les había recomendado leer El Deseado de todas las gentes, así como los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan antes del encuentro. En un principio me sentí falta de preparación, pues no había leído esos libros recientemente. No obstante, durante las presentaciones casi no se volvió a citar ninguno de los libros.
La sala de actos del hotel, en la que se habían puesto mesas circulares y un estrado en uno de sus extremos, se llenó rápidamente con unas 750 personas. El encuentro de One Project de 2014 en Seattle tenía por subtítulo: “Verdad presente”.
Se trataba de descubrir la “verdad presente”, así es que comencé a repasar mentalmente esas creencias singulares reveladas en el período constituyente de nuestra iglesia: el santuario, el sábado, el estado de los muertos y la segunda venida de Cristo, todos ellos en el contexto del mensaje de los tres ángeles: las verdades fundamentales adventistas que aprendí siendo niña. Me dispuse, pues, a escuchar la “verdad presente”.
La estructura del evento incluía ponentes, vídeos, grupos de discusión y una sesión informal a micrófono abierto. Observé enseguida que en cada una de esas actividades se instaba abiertamente a la idea de “cambio”; un cambio indefinido: simplemente cambio. Cada uno de los vídeos (aproximadamente de un minuto de duración) consistía en diferentes personas caminando de forma sucesiva entre bellas escenas de la naturaleza, junto a una locución que revelaba sus respectivos sueños en relación con nuestra Iglesia. Durante la discusión en grupo titulada “recalibrado” había facilitadores “cualificados” que moderaban y reconducían la conversación solamente hacia los temas asignados a cada grupo. Hasta el propio nombre del grupo de discusión (recalibrado) implicaba la idea del cambio, ya que sólo una máquina desajustada necesita ser recalibrada.
Continuaba en mi expectativa de oír una versión adventista de la “verdad presente”, pero en su lugar escuché una verdad revisada, una verdad nebulosa que estaba enfocada en la “conversación” y el “diálogo”, siendo el consenso el que determina la dirección. Oí a gente desilusionada con la estructura establecida de la Iglesia; algunos de ellos proponían desmantelar la adoración tradicional. Oí un llamado a que la verdad “narrativa” [es como se refieren a la Biblia] se interpretara según la “actual cultura”. Escuché una defensa del evangelio social sin mención alguna al evangelismo. Oí cómo se instaba a que nos sumergiéramos en “otras corrientes”, “corrientes que fluyan en ambos sentidos”, en procura de la verdad. Y escuché burlas a nuestra Iglesia, tanto en las palabras como en el tono, desde el estrado y desde el auditorio. Oí una verdad emergente.
Lo que sigue son extractos de notas que fui tomando de algunos ponentes seleccionados:
Bill Knott, redactor de Adventist Review: Se refirió poéticamente a sus paseos tranquilos en comunión con Cristo en su hora favorita del día, refiriéndose después a la caminata de Cristo junto a dos de sus discípulos en el camino a Emaús. El asunto que Knott destacó es la importancia de la “conversación”, del “diálogo” que se estableció entre Jesús y sus discípulos. No hubo referencia al propio mensaje de Jesús o al plan de la salvación desde Génesis a Apocalipsis.
Continuó enfatizando:
● “La importancia del desacuerdo para nuestro crecimiento”
● “Jesús espera que haya desacuerdo en su Iglesia”
● “Al fin y al cabo, somos adventistas dialogantes” (diálogo y discusión)
Advirtió en tono burlesco: “Tened precaución con los hombres que dirigen”. “Donde
todas las mujeres son fuertes, todos los hombres son apuestos y todos los niños
destacan sobre la media” (eso despertó risas durante un buen rato, así como lo
aplausos de la audiencia).
Concluyó con frases sarcásticas referidas a los esfuerzos evangelísticos mundiales de la iglesia, que culminan en “los días de la cosecha, o atrapa lo que puedas” (lo que despertó aún mayores y más prolongadas risas en la audiencia).
Japhet de Oliveira, uno de los cofundadores de One Project, marcó la pauta del encuentro mientras daba la bienvenida a los asistentes con algunas declaraciones asombrosas:
● “Es tiempo de que cambiemos nuestra mente”
● “Se impone dar un giro de 180 grados”
● “No hay nada esculpido en piedra”
● “Cuanto más sabemos, más dudamos”
No especificó qué es lo que debía cambiar, o con respecto a qué habíamos de dar
el giro de 180 grados.
Para concluir, Oliveira articuló así su definición de la verdad presente: “Cuanto más sabemos, más nos convertimos en una religión rígida y carente de vida”. Preguntó: “¿Qué debemos desechar? Hemos de crecer juntos, recalibrarnos, ya que la verdad presente es solamente tan buena como lo sea su fuente”.
Alex Bryan, cofundador de One Project: Primeramente describió un bello escenario de la transfiguración en el que Pedro, Santiago y Juan, junto a Moisés y Elías, presenciaron un evento sobrenatural que honraba a Jesús: Todo.
A continuación presentó el caso de una mujer trastornada que había asistido recientemente a un seminario sobre Apocalipsis. La mujer, aterrorizada por las horribles bestias, el anticristo y el mal que le podía sobrevenir, había acabado por desarrollar una “paranoia”. Bryan y otros, en su esfuerzo por luchar contra dicha “paranoia”, nos instó como Iglesia a que no fuéramos atemorizando a la gente, aterrorizándolos con imágenes espantosas del futuro. En lugar de meter miedo a las personas (enseñándoles sobre Apocalipsis), instó a la iglesia a que “se centrara simplemente en Jesús. Todo”.
A pesar de que Jesús es la inspiración de Apocalipsis, Bryan rechazó hábilmente la necesidad de que el pueblo de Dios comparta el mensaje para los últimos días.
Así se refirió Ellen White a la verdad actual:
Se debe abrir ante la gente el libro de Apocalipsis... Se debe proclamar la verdad que contiene a fin de que la gente tenga la oportunidad de prepararse para los eventos que tan pronto han de suceder Carta 87, 1896 (Ev, 195.4).
Randy Roberts, pastor de Loma Linda University Church: su tema fue aprender cosas nuevas, pero (enfatizó) “hay una fuerza entre nosotros que pretende que no tenemos nada que aprender, que no podemos aprender de otros” (hubo un buen momento de risas a raíz de ese comentario, basado en la acusación infundada que se hace frecuentemente al adventismo conservador respecto a su supuesta negación a leer literatura extra-denominacional).
A propósito del establecimiento de una iglesia, afirmó que el movimiento se convierte finalmente en iglesia. Una iglesia se convierte finalmente en directivas y procedimientos. Las directivas y los procedimientos vienen a ser el soporte de la estructura. El soporte de la estructura se convierte en burocrático, y soportar la estructura viene a ser más importante que la misión. Entonces es cuando tienen lugar las divisiones y disidencias.
Citó Juan 16:12 (es Cristo quien habla): “Aun tengo muchas cosas que deciros, mas ahora no las podéis llevar”. Roberts continuó sugiriendo que incluso hoy “hay más”. “Dios nos hace avanzar a medida que somos capaces de hacerlo”. Y “¿cómo gestionamos la nueva verdad?” Roberts lo comparó a “las jugadas cortas que tienen lugar en la cancha de fútbol: la escena que se da en el Antiguo Testamento avanza hacia el Nuevo, avanza hacia la profecía y hacia la nueva verdad”. La implicación es que hay verdad nueva. “Preparaos para ella”.
Sam Leonor, cofundador de One Project: “¿Quién no se ha despertado de un sueño perturbador, atemorizado ante la venida del Señor?” Refiriéndose al chasco de 1844, continuó en tono burlesco: “No os toca a vosotros saber el día ni la hora de su venida; es decir, no os toca... excepto a los adventistas (risas): vosotros -los adventistas- podéis hacer tantas predicciones como queráis” (abundantes carcajadas en la audiencia).
La gente me pregunta: “¿De qué Jesús estás hablando en One Project?” (y respondo:) “¿Acaso hay otro que no sea el Uno?” (muchas risas y expresiones de encomio). “Si recibiera un dólar por cada vez que me han hecho esa pregunta, ya tendría diez millones” (más risas).
Leonor continuó así:
● “En el cielo no hay enfermedad: así es como debiera ser ahora en esta tierra”
● “En el cielo no hay pobreza: así es como debiera ser ahora en esta tierra”
● “En el cielo habrá igualdad de género: así es como debiera ser ahora en esta tierra”
● “Ha llegado lo nuevo, y está cambiando de nombre constantemente: está en continuo cambio. ¿Estaremos abiertos a la nueva cosa que Cristo está por hacer? Esa nueva cosa está a la vuelta de la esquina”
¿No es eso teología del “reino de este mundo”?
Dilys Brooks: Brooks habló brevemente de Mahatma Gandhi, citando de él: “Mi vida es mi mensaje”. Se refirió también a Job, subrayando que el mensaje de su vida fue siempre bueno. Habló de David y del mensaje de su vida, que incluyó muchos pecados, pero arrepintiéndose siempre ante Dios. Brooks continuó así: “Quisiera que asumiéramos nuestra parte” (refiriéndose a la iglesia).
Continuó afirmando con acritud: “Somos híper-críticos, juzgadores, orquestadores de campañas, emprendemos ‘acciones anónimas’ sin una pizca de verdad (esa referencia a la pérdida de la presidencia de la universidad de Walla Walla por parte de Alex Bryan despertó toda clase de aplausos ruidosos y exclamaciones de apoyo); somos capaces de cualquier cosa a fin de proteger la pureza de la iglesia”. “QUE ESO SE ACABE”, espetó (los aplausos continuaron).
Leonard Sweet, el ponente/orador invitado. Como teólogo, futurólogo y autor de más de 50 libros, señalado como uno de los “50” teólogos más influyentes en el país, Leonard Sweet es una figura imponente antes de pronunciar su primera palabra. Alto, de porte digno, con su cabello plateado y su cicatriz característica rodeándole el cuello, con su voz que sabe bien cómo modular, Sweet ha venido siendo orador en todos los seminarios adventistas de los Estados Unidos, así como en otros países. Lo ha venido siendo en encuentros de la Unión y Asociación Adventista por más de 20 años.
Eso a pesar de que Leonard Sweet no es adventista. No cree en ninguna de las doctrinas de la verdad presente en las que basamos nuestras creencias, y en las que ese encuentro de One Project se suponía que iba a estar basado. Sus libros revelan que enseña conceptos de la Nueva Era, panteísmo, panenteísmo, y que defiende el ecumenismo. Sin embargo, es orador destacado en One Project, donde se han repartido sus libros de forma gratuita a quienes asistieron a encuentros anteriores de One Project. Cuando hace dos años se preguntó a Alex Bryan sobre la teología de Leonard Sweet, respondió: “Es metodista. Es lo más cercano que se puede encontrar a un adventista”. Pero es más que dudoso que John Wesley o cualquiera de los fundadores del adventismo con raíces metodistas pudieran sentirse cómodos con muchos de los conceptos que Sweet defiende.
Es digno de mención que cuatro de los cinco miembros fundadores de One Project -Alex Bryan, Tim Gillespie, Sam Leonor y Terry Swenson- estudiaron con Leonard Sweet, quien es profesor adjunto de la universidad George Fox. Allí es donde Bryan, Gillespie, Leonor y Swanson estudiaron para su doctorado ministerial en “Liderazgo y cultura emergente”.
En su ponencia, Sweet presentó su teoría sobre la “renovación de la Iglesia”, junto a su requerimiento de que se den tres cosas esenciales:
● Un retorno a las escrituras
● Una relectura de las escrituras en el lenguaje de su cultura
● Un redescubrimiento de Jesús
A fin de conseguirlo sugirió que la gente necesita volver a la mesa para
“conversar” o “dialogar”. En una ilustración citó expresamente el sábado
mientras se refería a “Duck Dinasty” y “Blue Blonds”, dos programas de
televisión que se emiten los viernes de noche, poniéndolos como ejemplo de
familias que se reúnen para cenar juntas y poder “conversar y dialogar”. La
audiencia murmuró afirmativamente, denotando conocimiento de esos programas.
Al concluir su teoría sobre la “renovación de la Iglesia” reiteró solamente el segundo de los tres puntos citados: la importancia de releer la escritura según la cultura actual.
Tim Gillespie, cofundador de One Project. Su inquietante definición de la verdad presente consistió simplemente en la “perpetuación del cambio en la teología”, que tiene que incluir un estudio más profundo que él describió como “espeleología teológica”.
Explicó en qué consistía su noción de “espeleología teológica” proponiendo las siguientes ideas luminosas (¿y cavernarias?)
● “Para conservar la frescura debemos alimentarnos de muchas corrientes”
● “Las corrientes han de fluir en ambas direcciones”
● “Nuestras verdades se han de nutrir de otros”
● “Tenemos que ir más allá de nuestra denominación... (continuando de forma irónica) ¿No hay nadie por ahí cansado de hablar consigo mismo? (los puntos anteriores fueron provocando más y más aplausos, y finalmente risas).
Continuó afirmando sarcásticamente: “Si nosotros [la iglesia] hemos de firmar
nuestro propio himno y predicar nuestros propios sermones, posiblemente
tendríamos que hacerlo un poco mejor” (risas sonoras y aplausos en la
audiencia).
Finalmente: “Dios siempre está haciendo algo nuevo, y no nos lo queremos perder” (nuevamente aplausos y risas).
Hacia el final compartimos un breve servicio de comunión consistente sólo en el pan y el mosto, seguido de una extraña (para mí) ceremonia de unción de las manos. Se pidió que cada uno pusiera una gota de aceite en la mano de quien tenía a su derecha, y leyera la siguiente bendición impresa en una tarjeta que cada uno tenía frente a sí:
LA BENDICIÓN
Que puedas ser bendecido con:
compasión hacia quienes te rodean,
valor para ser quien eres,
simpatía y un corazón sensible,
apertura de mente, comprensión y respeto,
fuerza que brille desde el interior,
y poder para hacer (de)
Jesús todo.
Cuando expresé mi malestar por la línea que pide fuerza que brille desde el interior y lo cambié por “fuerza que venga de Dios”, alguien cerca de mí se apresuró a advertirme: “Conozco a esta gente, y no están por ese tema”. Se mire como se mire, creer en una “fuerza que brille desde el interior” es panenteísmo.
Al acercarse el final del evento se nos hizo un “encargo” personal. No el encargo de compartir a Jesús, sino el encargo de hacer un “cambio”. A cada uno se le encargó “volver a casa y cambiar su iglesia”.
Excepto por una predicación sobre el sábado, no se hizo mención de lo que yo entiendo por “verdad presente”.
RESUMEN
Los trece ponentes que hablaron en el evento durante los dos días hicieron numerosos ruegos fervientes para que se volviera el foco hacia “Jesús. Todo”. No obstante, no observé avance alguno en el mensaje de One Project más allá de aquel inicial “Jesús. Todo”. No se hizo alusión a caminar continuamente con Jesús, emulando su vida, cambiando nuestras vidas, modificando nuestro estilo de vida o compartiendo la verdad presente en el contexto del mensaje de los tres ángeles. Consistió simplemente en “Jesús. Todo”. ¡Eso fue todo! No hubo mayor definición o concisión bíblica.
En lugar de oír la “verdad presente” adventista del séptimo día que esperaba a la vista de la publicidad de One Project, oí una verdad emergente:
● una verdad nebulosa cuyo centro es la “conversación” y el “diálogo”
● desilusión respecto a la estructura establecida de la Iglesia
● el deseo de demoler la adoración tradicional
● una “narrativa” (escrituras) en necesidad de ser interpretada según la “cultura actual”
● menoscabo al evangelismo de la Iglesia, que en ocasiones llegó a la mofa
● la urgencia en sumergirnos en otras “corrientes”, “corrientes” que fluyan en ambas direcciones
● una búsqueda fuera de nuestra denominación
El mensaje subyacente iba dirigido a erosionar la Iglesia más bien que a
afirmarla, proclamando la incertidumbre, fomentando la burla, negando el
estudio, proponiendo el recalibrado (que implica la idea de disfunción).
Especialmente difamatoria fue la descripción que hizo De Oliveira de la Iglesia
remanente en términos de “religión rígida carente de vida”, menoscabando el
respeto y animando al desdén.
No esperaba llegar a esta conclusión en un evento adventista anunciado como “verdad presente”.
Aunque tuve la ocasión de saludar a algunos viejos amigos y de conocer a unos pocos nuevos más, sinceros y bondadosos todos ellos, salí chasqueada y triste por mucho de lo que ví y oí, y no querría volver jamás aunque me ofreciesen entradas gratuitas.
PD: ¿De dónde vinieron aquellas dos entradas? Una familia compuesta por cuatro miembros, desconocida para mí, había pagado más de 750 dólares en entradas no reembolsables a One Project. Cuando faltaba una semana para el encuentro, esa familia recibió el email de un amigo instándoles a investigar la teología de Leonard Sweet, el orador invitado no adventista. Así lo hicieron, y en consecuencia decidieron no acudir, citando Isaías 8:20 “...no les ha amanecido”. Dos de las entradas que regalaron a mi amigo sirvieron finalmente para que hubiera un “testimonio” de dos asistentes al evento.