Profecía e iglesia emergente

LB, 3/3/2016

 

Sam Leonor afirma en un vídeo que el Espíritu de profecía no murió con Ellen White, debido a que cada vez que predicamos, adoramos, etc., estamos “empleando”, “activando” ese mismo don. Alex Bryan, uno de sus compañeros en One Project, se refirió en una de sus predicaciones a Ellen White como siendo “una mística del siglo XIX”. Lo confirma en la página 22 de su libro The Green Cord Dream: “En 1842, durante esa era de esperanza adventista, una Ellen White de 15 años tuvo una experiencia mística”.

El vídeo se puede ver en este enlace: https://youtu.be/FeTNIjwF4Yc (19:20 y al final).

Aparentemente One Project ve una continuidad entre los sueños y visiones proféticos que Dios dio a Ellen White, y el ministerio general de la predicación o la actividad ordinaria en la adoración. Eso se podría interpretar simplemente como un menosprecio al ministerio profético de Ellen White, pero posiblemente haya más que eso: su consideración de Ellen White como una mística hace inevitable preguntarse si su mensaje subliminal consiste en intentar convencernos de que la espiritualidad mística “contemplativa”, la lectio divina, la oración laberíntica, centrada o suspirada, etc., constituyen la expresión genuina del Espíritu de profecía. De ser así, quedaría respaldado el misticismo emergente mediante los sueños y visiones de Ellen White.

Algunos evocan Hechos 2:17 para darle un sentido universal a ese don profético que en los postreros días será derramado “sobre toda carne”. Según la iglesia emergente, eso incluye a católicos, protestantes, budistas, hinduistas, nueva era, judíos, islamistas, adventistas, comunidades de brujos y también ateos. En correspondencia con esa visión ecuménica, proponen la “conversación” o “diálogo” con todas las religiones, ilustrando ese intercambio mediante la figura de una corriente de agua que fluye en ambas direcciones.

Pero el siguiente versículo (Hechos 2:18) especifica quiénes reciben ese don: “Mis siervos y mis siervas”. ¿Quiénes son los siervos de Jesús?

¿No sabéis que a quien os prestáis vosotros mismos por siervos para obedecerle, sois siervos de aquel a quien obedecéis, o del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia? Empero gracias a Dios, que aunque fuisteis siervos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual sois entregados; y libertados del pecado, sois hechos siervos de la justicia” (Romanos 6:16-18).

La oración, tal como se promociona en la formación espiritual, tiene una carencia llamativa. En Proverbios 28:9 leemos:

El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable

Internet está plagado de largas explicaciones acerca de cómo practicar las diversas formas de oración meditativa, pero en ningún caso he visto la menor insinuación de que una vida en conformidad con “la ley” de Dios forme parte de la preparación para esa práctica. Eso demuestra la falsedad de su pretendida relación con la oración que describe la Biblia, en la que pedir “conforme a su voluntad” (1 Juan 5:14) es un imperativo para obtener respuesta de parte de Dios. Se diría que el “dios” que responde y se hace presente en esas oraciones contemplativas es significativamente menos exigente en cuanto a normas morales, que el Dios de la Biblia. La meditación bíblica tiene que ver con la ley de Dios (Josué 1:8; Salmo 1:2; 119:15 y 48). Los que tienen su mente puesta en el lugar santísimo del santuario celestial y siguen a Jesús —el Sumo Sacerdote—, en su labor en el Día de la expiación, tienen un objeto especial en su meditación:

Necesitamos humillarnos ante el Señor, ayunar, orar y meditar mucho en su Palabra, especialmente acerca de las escenas del juicio” (CS, 586; granate, 659).

Otro indicador de su alejamiento de la verdad bíblica es la relevancia que tiene en la formación espiritual la figura del “mentor”, cuya función es muy próxima a la del confesor en la religión católica. Es lógico que el mentor sea imprescindible, dado que esas prácticas místicas no se pueden aprender a partir de la Biblia. Ignacio de Loyola no las aprendió allí.

Esas técnicas místicas están inspiradas en gran medida en la iglesia medieval, y constituyen el núcleo central de la llamada formación espiritual promovida en la Universidad teológica George Fox donde Sam Leonor y Alex Bryan han hecho su doctorado (Doctor of Ministry in Leadership and the Emerging Culture, Semiotics and Future Studies / Leadership and Spiritual Formation Doctor of Ministry; Lead mentor: Dr. Leonard Sweet).

¿Con quién se comunicaban los místicos de la Edad Media en sus prácticas meditativas? ¿Era con Dios?

Thomas Merton y Thomas Keating son dos de las grandes figuras contemporáneas que han popularizado esas técnicas meditativas y el ingreso en el “silencio”. Ambos son monjes trapenses. La orden trapense es una ramificación de la cisterciense, y se basa como ella en la regla de San Benito. Este es el famoso lema benedictino: Ora et labora.

El movimiento emergente opera de forma similar: (1) El motor es la experiencia electrizante del encuentro con lo sobrenatural mediante prácticas meditativas (ora), y (2) el resultado es el activismo social (labora) al margen de una verdad y misión concreta y particular, una acción social que sacrifica la verdad en el altar de la unidad ecuménica, y que se centra en el aquí y ahora; no en la esperanza y preparación para la venida del Cristo.

Así lo ilustra el testimonio de una sobrina que recientemente me ha escrito:

“En mi iglesia de Ohio había unos cuantos que querían quitar el cartel ‘IGLESIA ADVENTISTA’ para ‘poder atraer a las numerosas personas que tienen una mala imagen de nuestra iglesia’. Querían ‘hacer cambios’ para enfocarse ‘sólo en Jesús’. Criticaban la ‘rigidez’ de la iglesia ‘conservadora’ y distribuían libros de otras denominaciones a los pobres que venían al banco de alimentos”.

En eso consiste el movimiento emergente dentro del adventismo, y ese es su “mérito”: avergonzarse del nombre que el Señor nos dio, avergonzarse de 1844, y preparar a un pueblo para que reciba la marca de la bestia, en el tiempo mismo en que debiera estar preparándose para recibir el sello de Dios, y preparando al mundo para que cada uno tome la decisión correcta, honre al Señor y salve su alma.

Recibí una revelación acerca de la adopción de un nombre para el pueblo remanente de Dios…    
Ningún nombre que pudiéramos adoptar sería adecuado, excepto el que armoniza con nuestra profesión, expresa nuestra fe y nos señala como pueblo peculiar. El nombre adventista del séptimo día es una reprensión constante para el mundo protestante. En él se halla la línea de demarcación entre los que adoran a Dios y los que adoran la bestia y reciben su marca… El nombre adventista del séptimo día presenta los verdaderos rasgos de nuestra fe
” (1 T, 233-234; ver también 2 MS, 442-443).

¿Dónde radica la energía que inspira a los promotores de la formación espiritual? —En la experiencia sensorial y “sublime” (autohipnótica) de la meditación. Quienes la practican han entrado en contacto con el ser supremo e indefinido que está en todo —incluso en ellos mismos—, haciendo que se sientan Uno con todo y con todos. De ahí su lema: ‘Uno: Todo’, o bien, ‘“Jesús”: Todo’. Evidentemente, emplear el nombre de Jesús no puede santificar una idea tenebrosa. Según ellos, el ser que se adora está en —o es— todo. En consecuencia, quienes han resultado iluminados por él se deben abrir a todo y a todos, dando y recibiendo por igual hasta llegar a reconocer su unidad con todos (y con todo). De ahí su Proyecto Uno y su devoción por el Uno, que no es el que recorrió las calles de Jerusalén hace dos mil años, ni el que está purificando el santuario en el lugar santísimo desde 1844.

En el esquema propuesto, la verdad —las claras enseñanzas bíblicas— representa un obstáculo, lo que explica la antipatía de los emergentes hacia ella. Sin embargo, la verdad es el don más valioso para la iglesia de Dios al estar identificada con Cristo, quien es la Verdad. El ideal es que la iglesia esté unida en el Espíritu, pero es preferible que esté dividida por la verdad, que unida en el error, tal como ellos quisieran.

Así, se trata de ora (meditación mística) et labora (acción social al margen de una misión y verdad). ¿Qué le falta a ‘Ora et labora’? ¿Cuál es su gran carencia? —Le falta esto: “Escrito está”. Le falta la Biblia. No hay preocupación por su estudio. No se la considera como un absoluto, como derivada del único Dios absoluto. Al contrario, se la debe reinterpretar según la cultura contemporánea, y la iglesia se debe “recalibrar” en consecuencia.

La religión de los místicos de la Edad Media no se basaba en la verdad absoluta de la Palabra de Dios. La verdad de la Escritura había quedado sustituida por ese encuentro místico con “dios”, que según ellos era una mejor “fuente” de revelación. La percepción de su “luz” interior hacía que se sintieran en posesión de un conocimiento (gnosis) superior al común. Habían sustituido el estudio de la Biblia por la perversión mística de ella: la lectio divina, que según la regla de San Benito era una práctica dominical obligada. El 11 de octubre del año 2012, desde la plaza de San Pedro, el papa Benedicto anunció al mundo la lectio divina como siendo la herramienta evangelística definitiva para conseguir que los hermanos separados retornaran a la iglesia madre.

En este vídeo https://youtu.be/2adkvoiAgu4  (04:00) se puede apreciar la defensa que hace Sam Leonor de la lectio divina, a la que llama “antigua disciplina cristiana”.

¿Qué hacían con la Biblia —con la verdad— aquellos “cristianos” de la Edad Media que practicaban la lectio divina? —La quemaban. Pero no sólo eso: quemaban también a todo el que quisiera entrar en el verdadero conocimiento de Dios mediante la posesión y lectura de la Biblia. Mantenían así oculto el conocimiento de Dios, y esclavizaban al pueblo mediante la ignorancia y la opresión. Recurrían a la amenaza y el martirio para sofocar la disidencia. Y eso durante 1.260 años de oscurantismo (Daniel 7:25; Apocalipsis 12:14 y 6; 13:5-7). Tenían espíritu de unidad, pero no “la unidad en el Espíritu” de verdad (Efesios 4:3; Juan 16:13; Juan 17:17). En su idea de unidad e inclusividad cabía todo, menos la verdad y sus seguidores.

Haciendo así, ¿eran siervos de Dios, o de Satanás? En aquella experiencia de supuesto encuentro místico con Dios, ¿era el Dios verdadero quien se comunicaba con ellos? ¿Es creíble que entraran en comunión con Dios, a quien estaban blasfemando y persiguiendo durante siglos? —No. Se comunicaban con el mismo “dios” con quien se comunican hoy los defensores de la formación espiritual, que está inspirada en la misma espiritualidad mística medieval —enriquecida por el misticismo oriental—, y que profesa idéntica enemistad hacia la verdad.

¿Qué enseña la Biblia sobre la comunicación entre Dios y nosotros?

Dios ha elegido (1) comunicarse con nosotros, y (2) ha elegido cómo hacerlo: no directamente con cada uno de forma sobrenatural, sino mediante siervos que él escoge para que den a los demás su mensaje: los “profetas”. Amós 3:7 nos dice ambas cosas:

No hará nada Jehová, el Señor, sin revelar su secreto a sus siervos los profetas

Ningún profeta se eligió a sí mismo para ser profeta. Y ningún profeta eligió el momento en que tendría una revelación de Dios, un encuentro sobrenatural con él. En la revelación profética, es Dios quien elige a la persona (al profeta) y es Dios quien elige el momento para darle el sueño o la visión:

Nunca la profecía fue traída por voluntad humana” (2 Pedro 1:21).

Por contraste, en la práctica mística es el hombre quien se elige a sí mismo para tener esa comunicación directa, y es él mismo quien elige el momento en que se va a producir el encuentro místico. Es la voluntad humana la que decide, y es “dios” quien obedece. Es un caso parecido al del sacrificio de la misa.

La revelación profética es un acto divino; su falsificación mística es un acto humano (esta es una declaración benevolente, ver Mateo 16:23). Quien se autoproclama profeta —en el sentido en el que Ellen White fue profeta— sin haber sido elegido por Dios, es un falso profeta.

En la revelación profética, Dios “llama”, y el profeta responde: “Habla, Jehová, que tu siervo oye” (1 Samuel 3:10). En la falsificación mística que es propia de la formación espiritual, la persona que quiere, en el momento que quiere, y sin especial preocupación por ser siervo de Dios ni por andar en su ley, dice: ‘Ser supremo, ven aquí’ (mediante una de las técnicas místicas basadas en la repetición de mantras o contemplación de imágenes). Alcanza así un estado de consciencia alterada, un “silencio” en el que se siente Uno con el ser supremo y con todo. Cree que es Dios quien ha acudido a recompensar ese encuentro programado según iniciativa suya, y ese trato íntimo con lo sobrenatural lo interpreta en términos de avanzar hacia la “madurez” cristiana.

Pero lo anterior no es orar a nuestro Padre que está en los cielos, ni es hacerlo en nombre de Jesús, o de la forma que enseñó Jesús; en consecuencia, no puede ser asistido por el Espíritu Santo (Romanos 8:26) sino por otro espíritu que lo aparta invariablemente de la verdad presente, del ministerio de Jesús en el lugar santísimo y del mensaje de los tres ángeles, y que lo une con Babilonia, con la habitación de demonios, guarida de todo espíritu inmundo y albergue de todas aves sucias y aborrecibles que la acompañan.

No hay base para defender que Ellen White o los profetas fueran místicos, y aun menos para pretender que la formación espiritual signifique, mediante sus prácticas místicas, la continuidad del don profético. El misticismo de la formación espiritual no es la continuidad, sino la perversión satánica del don profético.

https://youtu.be/6byCpoQKQm8

En el enlace precedente (03:17 hasta el final) se puede ver a Alex Bryan (cofundador de One Project) ilustrando su concepto de la verdad mediante la figura de una olla que contiene mil piezas de un puzle. Cada una de ellas representa una porción de la verdad. Según él, los adventistas somos sólo una de esas piezas, estando en necesidad de incorporarnos al conjunto y ser integrados en él, el Uno y Único que es la verdad. Desde luego, esta vez no cabe acusarle de ambigüedad.

A continuación reproduzco algunas declaraciones que coinciden con la filosofía de la iglesia emergente (en azul el original, a continuación, mi traducción):

·       It is the “ONE and Only” eternal Reality.

Es el UNO y Única Realidad eterna.

·       Souls are many but spirit is ONE.

Las almas son muchas, pero el espíritu es UNO.

·       All religions are the same in their esoteric essence. There is one esoteric Teaching, a universal philosophy, a Secret Doctrine, which underlies all the world’s religions. It actually predates and transcends all religions. It is THE TRUTH itself. All religions contain some portion of the Truth, some to a greater degree than others.           

Todas las religiones son lo mismo en su esencia esotérica. Hay una Enseñanza esotérica, una filosofía universal, una Doctrina Secreta que subyace en todas las religiones del mundo. Precede y trasciende a todas las religiones. Es LA VERDAD misma. Todas las religiones contienen cierta porción de la Verdad, algunas en mayor grado que otras.     

·       Teaches the vital importance of altruism, unselfishness, compassion, and living to help and serve others. It maintains that Universal Brotherhood is not merely a noble and lofty ideal but is eternally a fact in Nature. All is one because the ONE is All.  
           
Enseña la importancia vital del altruismo, de ser desinteresado, compasivo, y de ayudar y servir a otros. Sostiene que la Hermandad Universal no es meramente un ideal noble y elevado, sino eternamente un hecho en la Naturaleza. Todo es uno porque el UNO es Todo.

Los puntos anteriores expresan una teología extrañamente coincidente con la de la iglesia emergente, pero NO he encontrado esos fragmentos en ningún sitio web de una iglesia emergente, sino aquí:

http://blavatskytheosophy.com/what-is-theosophy

 

Blavatsky fue una médium espiritista que fundó la sociedad de teosofía moderna. “The Secret Doctrine”, la obra en la que presentó su doctrina germinal, se publicó en dos tomos en una fecha significativa: 1888. Esa obra representa la “Biblia” de la teosofía hasta el día de hoy.

En imagen siguiente se puede ver el encabezado del artículo donde se encuentran los extractos precedentes, que son fragmentos de una breve exposición en doce partes de sus principios básicos:

 

The Teachings of Theosophy

 

El siguiente esquema ayuda a comprender esa afirmación según la cual todas las religiones son confluentes en su vertiente esotérica, y forman parte de la ‘gran verdad’:

Hay una capa exterior (zona exotérica), que consiste en la parte visible de las grandes religiones mundiales: lo que forma parte del conocimiento común religioso, que puede ser muy distinto en su apariencia (doctrinas divergentes).

Pero luego hay una capa interna (zona esotérica), que es el conocimiento interior, elevado, privado, místico, al alcance sólo de los iniciados: es ahí donde todas las religiones confluyen en una verdad Única. La siguiente imagen amplía la explicación:

Según esa gnosis, cerca del centro están: “Logos” (el Verbo), “Alá”, “Tao”, etc, pero estos a su vez confluyen en el auténtico centro. Ese centro se considera la Verdad absoluta. Blavatsky se refiere repetidamente a ella en sus dos volúmenes como el Uno. Hacia el final del segundo volumen identifica quién es ese Uno, el objeto de su adoración: Lucifer. El movimiento emergente es extrañamente coincidente: es de carácter ecuménico porque tiene alma panteísta, en sintonía con la teología del ángel caído que es su auténtica inspiración.

Vi salir de la boca del dragón, de la boca de la bestia y de la boca del falso profeta, a tres espíritus inmundos semejantes a ranas; pues son espíritus de demonios que hacen señales, los cuales van a los reyes de todo el mundo, a reunirlos para la batalla del gran día del Dios Todopoderoso” (Apocalipsis 16:13-14, LBLA).

El testimonio que sigue fue dado el año 1902, el mismo año en que se incendió el sanatorio adventista de Battle Creek, y el año en el que se fraguó la crisis panteísta de Kellogg (poco después se quemaría también Review and Herald, justo la noche en que se disponía a imprimir The Living Temple):

Hay otra clase de impresos más peligrosos que la lepra, más mortíferos que las plagas de Egipto, contra los cuales deben precaverse constantemente nuestras casas editoriales…          
No se dé nunca lugar en nuestras instituciones a obras que expongan las perniciosas teorías del hipnotismo, espiritismo, romanismo y otros misterios de iniquidad.
No se coloque en las manos de nuestros empleados nada que pueda sembrar una sola semilla de duda sobre la autoridad o pureza de las Escrituras. En ningún caso pongáis escritos de incrédulos al alcance de los jóvenes cuya mentalidad tiene avidez por lo nuevo…        
Permitir que cosas semejantes pasen por nuestras instituciones es colocar en manos de nuestros empleados, y presentar al mundo el fruto prohibido del árbol del conocimiento. Es invitar a Satanás a entrar con su ciencia seductora; es insinuar sus principios en las mismas instituciones establecidas para el avance de la santa causa de Dios
” (7 T, 166-167).

La Palabra nos advierte así: ‘El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios(1 Tim 4:1, LBLA). Repetimos ahora: ‘Padres, mantened a vuestros hijos alejados de Battle Creek’. Algunos de nuestros obreros médico-misioneros están siendo leudados con la infidelidad. La herejía seductora ha tomado el control de las mentes, y sus hebras se han entretejido en la trama del patrón. ¿Quién es responsable por haber dado a los jóvenes y las jóvenes una educación que ha demostrado tener una influencia seductora en sus mentes? Uno de los padres que envió sus dos hijos a Battle Creek ha escrito diciendo que uno de ellos es ahora un infiel, y el otro ha abandonado la verdad.   
Hemos estado recibiendo cartas parecidas a la precedente de parte de otros. Se me ha dado esta advertencia para que la dé a los padres: ‘Si vuestros hijos están en Battle Creek, sacadlos sin dilación de allí’. Satanás ha descendido con gran poder para obrar con toda la seducción de la injusticia
” (Ms 20, 1905; MR, 760 26.4-27.1).

Dios permitió que en un breve período de tiempo fueran destruidas por el fuego nuestra principal institución educadora y nuestra principal casa publicadora, coincidiendo con la infiltración de ambas instituciones por el espiritismo refinado de los conceptos místicos panteístas contenidos en el libro de Kellogg. A eso, Ellen White lo llamó “la apostasía alfa”, anunciando que no tardaría en llegar “la omega” de esa misma apostasía. Especificó que tendría una naturaleza asombrosísima. ¿Qué significa “asombrosísima”? Mi recomendación es que cada uno lo estudie por sí mismo en 1 MS, 226-243.

En torno al año 1903 la apostasía se podía cuantificar en términos de muchos dirigentes contaminados, pero un solo libro publicado / recomendado.

¿Cuántos libros se están recomendando, citando y promocionando hoy en nuestras instituciones educativas, que contienen esas mismas nociones místicas y panteístas presentes en el libro de Kellogg?

¿Cuántos de esos líderes evangélicos y católicos que promocionan el “hipnotismo, el espiritismo, el romanismo y otros misterios de iniquidad” están siendo oradores invitados habituales en encuentros adventistas, especialmente en seminarios y en encuentros dirigidos a adolescentes y jóvenes?

Nuestra literatura está comenzando a resultar “leudada” por ideas y citas de autores que defienden esa formación espiritual mística, como Thomas Merton, Thomas Keating, Henry Nouwen, Brennan Manning, Basil Pennington, Dallas Willard, etc, entre los católicos, y a tantos otros supuestamente evangélicos que son sus promotores incondicionales: Richard Foster, Leonard Sweet, Bryan McLaren, Bill Hybels, Rick Warren, George Barna, John y Joel Osteen, Robert Schuller, Tony Jones, Tony Campolo, Doug Pagitt, Shane Claiborne, Max Lucado y tantos otros. Se están comenzando a escribir “libros de una nueva orientación”; se está promocionando “un sistema de filosofía intelectual” y se está “procurando introducir” “una gran reforma entre los adventistas del séptimo día” consistente “en renunciar a las doctrinas que están en pie como las columnas de nuestra fe”. Se está comenzando “un proceso de reorganización” (2 MS, 239). Eso está en One Project, en iCOR, en iFollow y en seminarios adventistas.

Y es fuego extraño. Es espiritismo refinado, introducido mediante el gran pretexto de “adaptar” el mensaje a la cultura postmoderna. Hay que estar ciego para no verlo como el principio de la apostasía omega. Lo escribo con pena, constatando que la única lección que parecemos haber aprendido de nuestra historia, es que no aprendemos de nuestra historia. Esto afirma Ellen White en relación con teorías similares a las mencionadas:

En una visión nocturna se me mostró claramente que esas opiniones han sido consideradas por algunos como las grandes verdades que han de presentarse y hacerse resaltar en la actualidad” (2 MS, 238).

¿Cuántos de nuestros pastores se están formando en seminarios como George Fox, Fuller, o en mega-iglesias emergentes como Saddleback y Willow Creek, lugares afamados por enseñar la formación espiritual? Tras haber comido allí el fruto prohibido del árbol del conocimiento, regresan a nuestras instituciones para ofrecerlo a los estudiantes y jóvenes. Mientras tanto, los centinelas guardan silencio, desoyendo la advertencia de Isaías 56:10-11, quizá ante la desagradable perspectiva de enfrentarse a los muchos, o al menos a los influyentes. ¿Es ese un silencio prudente?

Si Dios aborrece un pecado más que otro, del cual su pueblo es culpable, es el de no hacer nada en caso de una emergencia. La indiferencia y la neutralidad en una crisis religiosa son consideradas por Dios como un grave delito, igual al peor tipo de hostilidad contra Dios” (2 T, 312).

Muy pocos conocen lo que nuestras iglesias han de experimentar. Vi que en la actualidad estamos bajo la clemencia divina, pero nadie sabe por cuánto tiempo más será así. Ninguno conoce cuán grande ha sido la misericordia de que hemos sido objeto. Muy pocos se dedican a Dios de corazón. Hay solamente unos pocos que cual estrellas en una noche tormentosa brillan aquí y allá entre nubes” (5 T, 75-76).

No participéis en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien, desenmascaradlas” (Efesios 5:11, LBLA)

 

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