Comentario al material
devocional ‘Con espíritu y poder’
LB, 24 agosto 2023
En la lectura de los temas se encuentran maravillosos relatos de fe recogidos en la biografía del autor. No obstante, surgen serias dudas respecto a que en el desarrollo posterior de los temas esté adecuadamente representada nuestra misión como pueblo separado: la de preparar al mundo para el regreso de Cristo tal como resume el mensaje de los tres ángeles. ¿De qué nos serviría, y de qué serviría al Dios a quien servimos, un reavivamiento que no estuviera centrado en la misión que nos encomendó?
El que sigue es un resumen de los puntos del plan que desarrollaron, tanto el coautor de los artículos como un pastor colega suyo, junto a los propios miembros de su iglesia, después de orar mucho y coincidir en las impresiones que habían recibido todos ellos. Orar mucho es evidentemente el motivo básico de todo el documento:
· Desarrollar un ambiente basado en orar
· Predicar … centrados en la oración y el crecimiento espiritual
· Estar más centrados en construir relaciones con las personas … que en ... adoctrinar
· Desarrollar actividades sociales y solidarias para la comunidad … Limpiar parques, alimentar a las personas sin hogar y orar con la gente
· Construir relaciones de confianza
· Celebrar una campaña de evangelización … precedida y seguida de 40 días de oración
· Seguimiento de los nuevos miembros sobre la base de un discipulado estructurado
Lo anterior es un calco del ideario emergente. Rick Warren lo firmaría ipso facto. ¿Cuál fue el resultado de aplicar esos puntos? Aparentemente un gran éxito, al menos en términos empresariales: el “iglecrecimiento” (emergente) demostrado con estadísticas: la participación de los miembros pasó del 15% al 80%. La tasa de retención bautismal alcanzó el 80% o más… “Los visitantes por lo general decían que esta era la iglesia más amistosa y consagrada a la oración”. Llama la atención que no se mencionara a Cristo ni a la verdad tal como es en Cristo. ¿Quién fue realmente el protagonista? Cuesta imaginar a los conversos de uno de los viajes misioneros de Pablo centrándose en lo amistosa que era la congregación a la que asistían. “No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo el Señor” (2 Corintios 4:5). Lee los primeros capítulos de Romanos, Gálatas o Efesios, y verás si la enseñanza de una doctrina pura era importante para Pablo.
¿Está ese análisis de los resultados centrado en nuestro compromiso con la verdad tal cual es en Cristo?, ¿o es un análisis basado en nosotros y nuestra expansión numérica? ¿Cómo habría valorado el autor —según esa metodología— el éxito del ministerio de Noé o el del propio Cristo cuando reposaba en su tumba?
Ninguno de los puntos citados es objetable por sí mismo, pero TODOS coinciden con el ideario emergente, y fallan en representar específicamente nuestra misión, nuestra razón de ser como pueblo especial separado del falso cristianismo exprotestante y de la iglesia de Roma, ambos conocidos por su gran desempeño social y procura de buenas relaciones.
Al leer la lista de puntos parece evidente que cualquiera de las iglesias populares podría sumarse a ese plan, podría asociarse a nosotros para promover JUNTOS ese ideario. ¿Se podría deber, quizá, a que nosotros hemos copiado ese plan de ellas? Ignoro si en los muchos estudios bíblicos dados dirigieron a las personas a Cristo en su obra actual en el lugar santísimo del santuario celestial o no, pero nada indica explícitamente que sea así. Si se trata de espiritualidad percibida, SENTIDA, pero desprovista de la verdad para el último tiempo, entonces está bien alejada de nuestra misión, que no consiste en hacer crecer la iglesia en número, sino en vivir y predicar un mensaje específico y certero, aunque impopular.
En la era de 1888, Ellen White afirmó que se había dado el comienzo del fuerte pregón (escribiendo en 1892), lo que implica necesariamente el derramamiento previo / simultaneo del Espíritu Santo en la lluvia tardía. Y el comienzo de eso se produjo en estrecha relación con un mensaje concreto: el de la justicia de Cristo:
En su gran misericordia el Señor envió un preciosísimo mensaje a su pueblo mediante los pastores Waggoner y Jones. Este mensaje … invitaba a recibir la justicia de Cristo … presentaba la justificación por la fe en el Garante … Este es el mensaje que Dios ordenó que fuera dado al mundo. Es el mensaje del tercer ángel, que ha de ser proclamado en alta voz [fuerte pregón] y acompañado por el abundante derramamiento de su Espíritu (TM, 91-92).
¿Será posible que ese mensaje que el Señor nos envió, que sería acompañado por el abundante derramamiento de su Espíritu si se lo hubiera aceptado, no sea el fundamento para el derramamiento de la lluvia tardía hoy? ¿Va a ser posible que sigamos ignorando o rechazando hoy ese mensaje, y aun así recibamos la lluvia tardía y demos el fuerte pregón a base pensar poco en las doctrinas, y a base de orar mucho? ¿Acaso no ha venido orando mucho por la lluvia tardía nuestra iglesia año tras año desde su inicio hasta ahora? ¿Podemos esperar resultados diferentes si seguimos empleando los mismos métodos de siempre? ¿Será un sustituto válido para nuestra falta de arrepentimiento la nueva espiritualidad emergente?
Si la acción benéfica social fuera lo fundamental en el cristianismo, quizá los discípulos hubieran realizado un ministerio más fructífero sin abandonar sus redes de pesca o sus empleos, y quizá Cristo se debió quedar en la tierra para seguir alimentando a los hambrientos y sanando a los enfermos, en lugar de ascender para desarrollar su misión en el santuario celestial.
Además del continuo énfasis en la oración (casi en cada párrafo, por contraste con la recomendación de leer la Biblia, que sólo he visto mencionada en dos lugares en todo el escrito), al menos en tres declaraciones parece no darle mayor importancia al mensaje, a la verdad, a la enseñanza bíblica, a las doctrinas; especialmente a la doctrina central sobre Cristo y Cristo crucificado. Es significativo, dado que la iglesia emergente se basa justamente en una espiritualidad desprovista de verdad (adecuada para sus fines ecuménicos), y sabemos que su motor es el espiritismo.
En cierto punto el autor hace un diagnóstico de nuestro problema: no tenemos muchos resultados ni mucho poder, y eso evidencia nuestra carencia de una decidida intervención divina. Sugiere inmediatamente la que considera como causa última del problema, y por lo tanto su remedio: “¿Puede ser que no hayamos orado lo suficiente?”
La Palabra nos anima a orar sin cesar. No obstante, el Testigo fiel de Apocalipsis no coincide con el coautor en el diagnóstico ni en el remedio a nuestro problema. El coautor no se muestra especialmente interesado en los remedios divinos que cita Apocalipsis 3 como siendo adecuados al problema laodicense. Parece sugerir que ya somos ricos, estamos enriquecidos y no tenemos necesidad de nada en lo que respecta a doctrina, a conocimiento. Afirma: “Tenemos muchas teorías aceptables. Sólidas doctrinas en abundancia”. ¿Qué debe significar la declaración del Testigo fiel: “Y no conoces”?
¿Tenemos realmente doctrinas sólidas y aceptables en abundancia? Pienso en la “sólida” doctrina sobre el pecado inerradicable según Agustín de Hipona (según la cual seguiremos pecando porque nacimos pecadores), en la teoría “aceptable” de la exención o inmaculada concepción de Cristo nacido en naturaleza humana diferente a la nuestra, o en la “sólida” doctrina de que seguir pecando hasta que Cristo nos cambie en su venida es todo cuanto podemos hacer. También en la doctrina de la recompensa como la gran motivación. Todas ellas han ido apareciendo en literatura denominacional. Sólo he citado algunas. Hay muchas más doctrinas como esas entre nosotros. ¿Abundantes?, sí; ¿sólidas?, no. ¿Podemos esperar que el Señor bendiga con una abundante cosecha de almas a una iglesia que promueve la ideología (“ámate a ti mismo”) propia de esa Babilonia de la que debieran salir?
¿Será posible que en su mensaje contundente: “Sé, pues celoso y arrepiéntete”, el Testigo fiel quisiera decir en realidad: ‘Arrepiéntete por haber orado poco’?
En un lugar leo: “El cristianismo no tiene que ver con las teorías correctas ni con hacer cosas buenas. El cristianismo es acerca de Aquel con quienes estamos conectados”.
¿Por qué presentar eso como una disyuntiva? ¿Es albergar teorías correctas y hacer cosas buenas contrario a estar conectados con Cristo? Esa es, una vez más, una argumentación típicamente emergente (y demagógica). La Biblia presenta esos conceptos, no como antagónicos, sino como necesariamente asociados. También el Espíritu de profecía:
La vida de aquel en cuyo corazón habita Cristo revelará una piedad práctica. El carácter será purificado, elevado, ennoblecido y glorificado. Una doctrina pura [teorías correctas] acompañará a las obras de justicia; y los preceptos celestiales a las costumbres santas [hacer cosas buenas] { HAp 447.1 }
Si de algo no hay duda es de que hay un poder sobrenatural en las historias que relata el autor del escrito. Uno se emociona leyéndolas. Hay milagros y prodigios apareciendo en todo lugar, lo que resta pesadez a la lectura por más que el argumento principal sea simple y repetitivo.
Pero sabemos que los milagros y las manifestaciones sobrenaturales no son exclusivos de la obra divina. Y sabemos también que la genuina profesión de cristianismo en cierto momento de la vida no es garantía de rectitud ni de discernimiento espiritual vitalicios.
Ciertamente “antes que los juicios de Dios caigan finalmente sobre la tierra habrá entre el pueblo del Señor un avivamiento de la piedad primitiva cual no se ha visto nunca desde los tiempos apostólicos”.
Pero observa bien: en ese avivamiento, muchos “aceptarán gustosamente esas grandes verdades que Dios ha hecho proclamar en este tiempo a fin de preparar un pueblo para la segunda venida del Señor” { CS 458.1 } (capítulo 28, que en el original se titula “Reavivamientos modernos”).
Esas “grandes verdades” especiales para este tiempo previo a la segunda venida, deben ser más que simples conceptos etéreos como amabilidad, actividades sociales y solidarias con la comunidad, construir relaciones y confianza, orar mucho y seguir a los miembros sobre la base de un discipulado. Todo lo anterior puede ser verdad, pero NO es LA verdad para este tiempo, ya que fue la verdad en todo tiempo por lo bueno que hubiera en ello.
El párrafo sigue así: “El enemigo de las almas desea impedir esta obra, y antes que llegue el tiempo para que se produzca tal movimiento, tratará de evitarlo introduciendo una falsa imitación. Hará aparecer como que la bendición especial de Dios es derramada sobre las iglesias que pueda colocar bajo su poder seductor; allí se manifestará lo que se considerará como un gran interés por lo religioso. Multitudes se alegrarán de que Dios esté obrando maravillosamente en su favor, cuando, en realidad, la obra provendrá de otro espíritu. Bajo un disfraz religioso, Satanás tratará de extender su influencia sobre el mundo cristiano” (Id.).
Dios nos amonesta a no resultar engañados por el testimonio de nuestros sentidos, sino a que nos aferremos a un “Escrito está” a fin de discernir entre la verdad y el error. Orar mucho, y a continuación interpretar las impresiones recibidas como si fueran la respuesta divina nunca fue ni será un sustituto válido para la Palabra profética “más permanente” (2 Pedro 1:19).
Aunque no por encontrar proposiciones teológicas cuestionables, me resulta inevitable ver el documento con cierta aprensión, debido a su orientación tendente a la espiritualidad subjetiva, puesta en contraste con el Espíritu de verdad. Percibo la tesis central del escrito como una versión “adventista” de la ideología propia de la iglesia emergente. De hecho, sigue un patrón tristemente repetitivo en buena parte de nuestras publicaciones recientes orientadas al evangelismo: promoción de la ideología emergente (incluida su terminología: celebrar, discipulado, el talismán de los 40 días, etc.), a la que se añade alguna mención del sábado, de la segunda venida, y algunas citas del Espíritu de profecía para que parezca adventista.
No se debe entender que esté impugnando la acción misionera de la que informa esta serie de artículos. Ignoro cuál es realmente la enseñanza, la doctrina —si es que la hay— que se está dando a quienes son objeto de esa obra de evangelismo, pues el documento no presta importancia a ese aspecto. Aparentemente es un tema secundario para al autor. Es posible que se esté dando una instrucción correcta, pero el problema es: ¿qué impresión tendrá quien lea esta serie de artículos en la que se resta importancia a las creencias?
Tampoco pongo en duda que el autor fuera un sincero siervo de Dios que expuso su vida por el evangelio en el contexto de un régimen totalitario y opresor, pero eso no hace inmune a nadie ante la influencia del movimiento emergente que minimiza las doctrinas y exalta las buenas relaciones.
Menospreciar las doctrinas y exaltar las buenas relaciones no fue el espíritu de la Reforma en tiempos de los valdenses o de Lutero. Tampoco fue el espíritu del despertar adventista en tiempos de Miller (ambos dirigidos por Dios). Y sobre todo, no creo que sea esa la influencia del Espíritu de verdad (Juan 16:13; 14:17; 15:26; 1 Juan 4:6) en ningún tiempo, y especialmente en el último tiempo. En todo caso, para mí resulta sospechosa toda actividad evangelística en la que pudieran participar cómodamente las iglesias caídas, y el presente me parece uno de esos casos en los que en lugar de resonar el mensaje “Salid de ella” (iglesias caídas exprotestantes y católica, especialmente al estar dirigidas por espíritus de demonios) parecería razonable ‘alistaros con ellas’.
Es evidente que en conciencia no puedo recomendar ese material. Indefectiblemente, quien lo lea llegará a la conclusión de que no es muy importante lo uno crea, que lo importante es una vida de sentimiento intenso, de actividad misionera febril guiada por las impresiones, y de la necesidad de implicarse en la obra social sin dar mayor importancia a la instrucción, especialmente sin adoctrinar. El siguiente paso (equivocado) será medir e interpretar los resultados del crecimiento numérico en la membresía como evidencia de que se está produciendo el derramamiento del Espíritu Santo en la lluvia tardía. Naturalmente, eso tiene un problema: si el crecimiento numérico y el sentirse bien es la gran evidencia, entonces hemos de aceptar que muchas otras denominaciones tienen un derramamiento del Espíritu Santo incomparablemente mayor que el nuestro.
Esta fue la última instrucción de Cristo registrada en el evangelio según Mateo:
Id, y adoctrinad a todos los gentiles, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado.
La abundante cosecha de almas que deseamos no se puede producir sin que hayamos vivido la experiencia del aposento alto en preparación para el derramamiento del Espíritu Santo en la lluvia prometida. Y nuestro aposento alto es la experiencia del lugar santísimo del santuario celestial: el lugar en el que AHORA está ministrando Cristo. Ese es el asunto en el que ahora debemos estar concentrados. Dios dará la abundante cosecha de almas cuando vea que su iglesia está en la condición para recibirlas. Su mensaje a nosotros, en una sola palabra, es: “Arrepiéntete”. Sí, con mucha oración.
“Estando juntos, les mandó que no se fuesen de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre”. “Recibiréis la virtud del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta lo último de la tierra”.
En nuestros esfuerzos misioneros hemos de elegir si nos conformaremos con aspirar a ser otra más entre las muchísimas mega / giga-iglesias, o bien si queremos ser LA iglesia remanente, la iglesia de Cristo, “la casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna y apoyo de la verdad” (1 Timoteo 3:15).