El falso evangelio de
la autoestima
Revisión
del libro ‘Esperanza para la familia’
LB, 13 marzo 2019
Mi análisis no pretende ser exhaustivo. Animo a quien desee tener una visión global y justa, a que lea personalmente el libro en su totalidad. Hay mucho material bueno en el libro. Mi propósito al hacer esta revisión no es propiamente valorar el libro, sino evaluar si es un material adecuado para efectuar obra misionera; decidir si puedo dar mi recomendación o si por el contrario, debo desaconsejarlo. Mi abordaje crítico no se debe interpretar como una descalificación de todo el contenido del libro, y aun menos de su autor.
Es positivo que el libro defienda la indisolubilidad del matrimonio, que promueva la fidelidad matrimonial, que repudie —implícitamente— el “matrimonio” homosexual y que presente las razones válidas para el reposo del sábado. No obstante, la página 428 de El evangelismo llama la atención al hecho de que el error es siempre un parásito de la verdad. Teniendo eso en cuenta, la gran pregunta al valorar un material no es si contiene verdad, o cuánta verdad contiene. En mi opinión este libro contiene mucha verdad, pero es precisamente allí donde hay verdad, donde se puede encontrar el parásito del error. Una gran pregunta, por consiguiente, es si existe error junto con la verdad. En mis comentarios intento señalar la existencia de una ideología entretejida en toda la trama del libro, que me ha llevado a considerarlo totalmente inadecuado para la obra misionera o para cualquier otro fin, y de ahí mi recomendación rotundamente negativa.
1 “Un día de descanso semanal dedicado a la familia” (página 7):
LB: El descanso del sábado no tiene por centro a la familia, sino a Cristo, el Creador y Redentor. ¿En qué lugar de la Biblia se puede sustentar ese discurso de un día de descanso semanal dedicado a la familia? “Un día de descanso semanal dedicado a la familia” forma parte del argumentario humanista ecuménico al que recurre el Vaticano en su intento por reunir a las naciones bajo su cabeza, al mismo tiempo que las aleja del Creador y Redentor. Tal es el verdadero origen de ese concepto que permea la “nueva espiritualidad” en su empeño por apartar el foco de Dios y ponerlo en el ser humano, algo que está en marcado contraste con lo que hace el mensaje de los tres ángeles, que llama a adorar y honrar a Dios.
El mandamiento sobre el sábado no está en la segunda parte del decálogo —la que se refiere a relaciones entre semejantes—, sino en la primera parte —la que tiene que ver con nuestra relación con Dios—, aquella precisa parte de la ley que la iglesia romana ha intentado cambiar, modificar o anular (la modificación de la segunda parte de la ley consiste simplemente en dividir en dos un mandamiento, a fin de que se puedan seguir contando Diez Mandamientos, tras suprimir uno en la primera parte). Presentar el sábado como el día de la familia es tergiversar el orden divino, arrancando el mandamiento del sábado de la primera parte del decálogo, para llevarlo a la segunda parte.
Eso conviene a los fines de la iglesia papal, ya que así puede lograr que el “Sabat” no lleve a las personas a un sentido de adoración al Creador y Redentor, tal como indica el mensaje del primer ángel. Demostramos una gran ceguera al secundar esa tergiversación encaminada a desviar la atención del Creador y Redentor, llevándola hacia el hombre. El sábado no es el día de la familia. Es el día del Señor.
¿Significa lo anterior que no debamos dedicar tiempo sabático a las relaciones de familia? Ciertamente no significa eso; pero también se espera que dediquemos tiempo sabático a la contemplación de la naturaleza; por ejemplo, de los bosques y de los astros. ¿Es correcto entonces afirmar que el sábado es el día dedicado a los bosques, o el día dedicado a los astros? No: el sábado es el día dedicado al Creador de la familia, de los bosques y de los astros; pero por desgracia, cualquiera de esas tres cosas se puede convertir en un ídolo que oculte o suplante al Creador y Redentor.
2 “Al aplicar a nuestras relaciones familiares los conocimientos milenarios de la Palabra de Dios…” (página 10):
LB: Ojalá hagamos eso, pero ¿es lo mismo aplicar la enseñanza bíblica, que aplicar la psicología secular, añadiéndole algunas citas bíblicas con la intención de validarla como si fuera algo cristiano? Tal cosa es un intento de “cristianización” de la psicología mundana, que recuerda la “conversión” al cristianismo de Constantino el Grande y el Imperio romano.
3 “Empieza a creer que tu matrimonio vale la pena… cualquier matrimonio puede cambiar si la pareja cree en él” (página 13):
LB: Es artificial citar ahí Marcos 9:23. Creer en tu matrimonio es típicamente el consejo del psicólogo. La Biblia nos anima primariamente a creer en Dios, no en nosotros ni en nada nuestro.
4 “San Mateo” (página 14):
LB: Llamar “San” —especialmente con mayúsculas— a los apóstoles, es una mera concesión a la tradición católica de venerar a los hombres —los “santos”— en lugar de apreciar el mensaje traído por el Señor a través de ellos. ¿Diremos también ‘San Moisés’, ‘San Isaías’ o ‘San Daniel’? ¿Acaso estos fueron menos santos que Pedro, Pablo o Lucas? Quizá sea un error introducido por el traductor, pero es algo que en todo caso va a encontrar el lector. Esto no es lo que en mi opinión descalifica al libro, pero he querido aprovechar para llamar a la reflexión sobre esa costumbre carente de otra lógica que no sea seguir al catolicismo en uno de sus muchos desvaríos.
5 “RÍANSE MUCHO” (página 15):
LB: No es un apostillado casual, sino el título de una sección (de ahí las mayúsculas). Se cita Proverbios 17:22, pero para el cristiano, tener el corazón alegre no es lo mismo que reírse mucho. Reírse mucho no es una enseñanza derivada de Proverbios, sino el consejo habitual de psicólogos seculares, en su mayoría ateos. Risoterapia no es lo mismo que “estad siempre gozosos”; no es lo mismo que el gozo de entregarse y seguir a Cristo, que frecuentemente se expresa en lágrimas más bien que en risa. Mi comentario en nada menoscaba el efecto positivo del buen humor en toda relación.
6 “Se vuelven aún más imperfectos y egoístas una vez que se casan” (página 16):
LB: Extraña afirmación, especialmente al estar expresada en términos universales. ¡Se diría que Dios nos dio el matrimonio para empeorar nuestra situación! ¿Sucede eso mismo al ingresar en la iglesia? En ella también se expresa la naturaleza humana, y también se desarrollan relaciones potencialmente conflictivas.
7 “No estamos hablando del dolor del abuso. Si estás experimentando algún tipo de abuso físico o emocional en tu relación, busca ayuda con un terapeuta profesional o un pastor calificado” (página 17):
LB: En párrafos precedentes, el libro se ha referido al poder sanador de Dios: “Él nos escuchará, nos perdonará y sanará nuestras heridas (2 Crónicas 7:14)”. Muy cierto, pero ahora matiza lo dicho anteriormente, haciendo una excepción que lo deja a uno perplejo. Parece estar diciendo: ‘Para problemas menores, recurre a Dios, quien puede dar sanación; ahora bien, si se trata de algo serio, ve directamente a un terapeuta profesional o un pastor calificado’ (no un pastor ordinario). Uno se pregunta cuál pudiera ser esa calificación: ¿un pastor que haya estudiado psicología?
8 “Un niño que no solo será obediente sino también llegará a tener un carácter maduro y una autoestima saludable” (página 19):
LB: No hay un nivel saludable de autoestima. La autoestima es el ídolo, el dios ajeno de la psicología secular anticristiana o pseudocristiana (la misma, pero más engañosa por llevar un barniz de cristianismo):
El orgullo, la autoestima y la osadía son rasgos destacables de los niños de nuestros días, y son la maldición de nuestro tiempo… Tanto en casa como en la Escuela Sabática deben enseñarse a los niños las más sagradas lecciones de modestia y humildad (Child Guidance, 144.2)
[Pride, self-esteem, and boldness are marked characteristics of the children of this day; and they are the curse of the age.... The most sacred lessons of modesty and humility are to be taught to the children, both at home and in the Sabbath school].
Mientras que el evangelio santifica y ennoblece constantemente a quien lo recibe, jamás nos llevará a albergar ideas egoístas y exaltadas acerca de nuestra propia habilidad o mérito, puestos en contraste con los de otros. Jamás alimenta el orgullo o la autoestima. Toda alma que vea a Cristo tal como él es, humillará el yo. Exaltará al Salvador como al “señalado entre diez mil”, como a quien es “todo él deseable” (Christian Education, 201).
[While the gospel constantly sanctifies and ennobles the receiver, it will never lead us to cherish selfish and exalted ideas of our own ability or merit in contrast with that of others. It never nurtures pride and self-esteem. Every soul who sees Christ as he is, will abase self. He will exalt the Saviour as the “chiefest among ten thousand,” the One “altogether lovely].
9 “Los psicólogos han descubierto”…; “El Dr. John Gottman, un destacado psicólogo…”(página 21):
LB: No hay duda de cuál es la orientación del libro, y acerca de cuál es la autoridad que reconoce.
10 “Quien no se siente amado tiene muchas dificultades para amarse a sí mismo…” (párrafo destacado en página 23, que vuelve a repetirse en la 24):
LB: ‘Ámate a ti mismo’ es ese tercer mandamiento del que la Biblia no sabe nada (“de estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas”, Mateo 22:40). Ese tercer mandamiento tiene un origen distinto a la Ley y los Profetas:
En los últimos días vendrán tiempos peligrosos. Habrá hombres amadores de sí mismos, avaros… (3 Timoteo 3:1-2).
El que se ama a sí mismo es un transgresor de la ley (Palabras de vida del gran Maestro, 323).
11 “Recuerda: ser un ejemplo no significa ser perfecto; significa dejar que tus hijos vean tu compromiso con los ideales morales o con los ideales cristianos. Se trata de ejemplificar la manera en que reaccionan las personas morales cuando se equivocan. Es pedir perdón. Es hablar a tus hijos acerca de tus luchas por vivir de acuerdo con tus creencias” (página 23-24):
LB: La fórmula parece ser: imperfección + ideales elevados. Se diría que a fin de que algo pueda ser auténticamente cristiano, ha de ser imperfecto. ‘Te esfuerzas, pero nunca lo logras. No te preocupes: es todo cuanto se puede alcanzar’. Eso recuerda la experiencia de la continua derrota que describe Romanos 7. El problema es que Romanos 7 describe a Pablo sin Cristo; en realidad, a Saulo. ‘Al menos, lo intentas, y eso basta. Basta con tener ese sueño, ese ideal, y con procurarlo…’ Pero esa idea no es consistente con lo que expresa el propio libro en el párrafo siguiente:
12 “Si eres cristiano y crees en Cristo, es esencial que muestres a tus hijos cómo vivir como Cristo lo hizo cuando anduvo en esta Tierra” (página 24):
LB: ¡Bien dicho! Pero es preciso puntualizar que Cristo no nos dejó solamente el ejemplo de “sus luchas por vivir de acuerdo con sus creencias”: nos dejó también el ejemplo de su victoria en la lucha, y nos dice: “Al que venciere como yo he vencido” (Apocalipsis 3:21).
13 “Ayuda a nuestros hijos a desarrollar una autoestima positiva” (página 24):
LB: Es cansina esa insistencia en el oxímoron de la autoestima positiva, tan imposible como el orgullo positivo o el egoísmo positivo:
Cuando el corazón se descuida, crecen sin control las semillas venenosas del orgullo, la autoestima y la autosuficiencia (The Evangelism, 342).
[When the garden of the heart is neglected, poisonous weeds of pride, self-esteem, self-sufficiency, obtain a rank growth].
¿Se aferrará alguien a su propia justicia? ¿Dejará alguien de apreciar cuán precioso es Cristo? ¿Habrá alguien cuyo corazón no se rinda al amor de Jesús? ¿Conservará alguien una partícula de autoestima? (Faith and Works, 60).
[Will there be one who will cling to his self-righteousness? Will there be one who will not catch sight of the preciousness of Christ? Is there a heart here that will not be subdued by the love of Jesus? Will any retain one particle of self-esteem?].
14 “Este amor genuino y activo te vincula con tus hijos. Esta clase de amor enseña a los niños a amarse a sí mismos y a los demás” (página 24):
LB: Si ese “amor” enseña a tus hijos a amarse a sí mismos, entonces no se trata de un amor genuino, sino de la falsificación satánica del mismo. Amarse a sí mismo es la insignia del enemigo; es precisamente así como Lucifer introdujo el pecado y la muerte en el universo y en esta tierra: amándose a sí mismo. Cuando Pedro tentó a Jesús a que se amara a sí mismo (Mateo 16:22), Jesús le dijo: “Apártate de mí, Satanás”. Y a continuación proclamó:
Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo [no ‘ámese a sí mismo’], y tome su cruz, y sígame (vers. 24).
El amor a uno mismo es antagónico con la cruz de Cristo: es anti-cruz, y ser anti-cruz es ser anticristo.
15 “En última instancia, los niños necesitan, sobre todo, saber que no hay nada que puedan decir o hacer que los aleje del círculo de amor de sus padres” (página 25):
LB: Si no dijera “en última instancia” y “sobre todo”, no habría mayor problema, pero ¿dejar a Dios al margen, en una declaración que incluye expresiones como “última instancia” y “sobre todo”? Quizá eso delata el origen secular de la idea. Los niños necesitan en última instancia y sobre todo —mediante el ejemplo de sus padres— “saber que no hay nada que puedan decir o hacer que los aleje del círculo de amor” de su Padre celestial. Esa sí es una gran idea (Romanos 5:8 y 10; Colosenses 2:13; 1 Timoteo 1:15, etc).
16 “En San Mateo 7:24 al 27, Jesús…” (página 28):
LB: ¿Hay que venerar la persona de Mateo aplicándole el “San” del que se priva al propio Jesús? ¿Era Jesús menos santo que Mateo? Desde luego, ese no es un problema exclusivo de este libro.
17 “Para tener un matrimonio espléndido y una familia sensacional, es importante tener una excelente comunicación en las relaciones” (página 31):
LB: Está sobreentendido que se refiere a relaciones mutuas en el matrimonio. Aun siendo cierto, ¿no es ese el consejo típico que escucharás de cualquier psicólogo, cristiano o no? Para el cristiano, mantener una excelente comunicación con Cristo es la garantía de tener la mejor comunicación posible en la familia. Hablarse mucho, reír mucho y darse abrazos, es la típica solución de la cultura secular. La Palabra de Dios tiene remedios de orden infinitamente superior.
18 “La verdad sobre el matrimonio es que, independientemente de cuánto tiempo se hayan conocido dos personas antes de casarse o de cuán compatibles parezcan, dado que todos somos pecadores y egoístas por naturaleza, nuestra relación matrimonial conducirá naturalmente a un estado de alienación y separación” (página 43-44):
LB: Sería bueno hacer una distinción clave, lo que evitaría conclusiones innecesariamente fatalistas y confusión. No es lo mismo tener una naturaleza tendente al pecado y al egoísmo, que ceder a esas tendencias y desarrollar pecado y egoísmo. Confundir ambas cosas, confundir tentación con pecado, es el sello del falso evangelio que lleva a disculpar el pecado por considerarlo inerradicable al situarlo erróneamente en la naturaleza común heredada, y no en la decisión individual.
19 “Además de momentos especiales diarios de convivencia familiar, Dios reservó un día entero cada semana con el fin de que la familia interactúe y tenga comunión con él” (página 59):
LB: Es desafortunado que en medio de una bella exposición de la auténtica motivación para entrar en el reposo del sábado, se destaque precisamente ese párrafo, que no hace referencia alguna al sábado del séptimo día (centrado en la adoración a Dios Creador y Redentor), sino simplemente a un día de cada siete, y citando como finalidad las relaciones en la familia en primer lugar. Dedicar un día de cada semana a la familia, es el tipo de “Sabat” que promueve la iglesia de Roma y sus múltiples seguidoras. Esa inserción desmerece el discurso válido sobre el sábado presentado en una parte sustancial del capítulo.
20 “Se nos llama a edificarnos unos a otros; esto se llama empoderamiento” (página 68):
LB: “Edificarnos unos a otros” no es lo mismo que empoderamiento. Esa es una asociación extraña a la Escritura. Es desafortunado proyectar ese concepto secular de empoderamiento, sobre el concepto bíblico de edificación. La edificación bíblica es opuesta a lo que la sociedad entiende por empoderamiento. “Edificarnos unos a otros” se refiere a la cooperación fraternal que deriva de la morada del Espíritu Santo, de forma que se manifiesten sus dones y el cuerpo de Cristo pueda avanzar hasta la perfección (Efesios 4:12-13), haciendo así posible el cumplimiento de su misión.
Una búsqueda rápida de “empoderamiento” en Google, da como primer resultado:
Adquisición de poder e independencia por parte de un grupo social desfavorecido para mejorar su situación.
Esta es otra definición encontrada:
Empoderar, pues, significa desarrollar en una persona la confianza y la seguridad en sí misma, en sus capacidades, en su potencial y en la importancia de sus acciones y decisiones para afectar su vida positivamente.
Como se lee en Wikipedia:
Generalmente implica, en el beneficiario, el desarrollo de una confianza en sus propias capacidades y acciones.
Así, ese concepto va ligado a la confianza en uno mismo y a la autonomía o independencia, es decir: a la autosuficiencia. Eso es lo que el lector inevitablemente entenderá, si se le explica la genuina edificación en términos de empoderamiento. Así parecen haberlo entendido quienes han elaborado el vídeo promocional de este libro, donde aparece la frase: “UN PODER QUE COMIENZA CONTIGO”. El concepto de empoderamiento es contrario a la enseñanza del evangelio, que consiste en desconfiar de uno mismo y confiar enteramente en Cristo, dependiendo plena y continuamente de él. Cuando nos relacionamos con Cristo, él NO nos entrega un depósito de poder (empoderamiento), sino una conexión permanente con SU poder, del que dependeremos plena y continuamente si es que hemos de vencer.
21 “Estamos hablando de tener un matrimonio lleno de gracia. La gracia es algo que das a alguien aunque no lo merezca. Entonces, ofreces bondad, paciencia, dulzura y más... incluso cuando no tienes ganas” (página 73).
LB: Bien dicho, pero a continuación especifica la motivación para manifestar esa gracia: “¿Por qué?” (página 73):
LB: Para el cristiano hay una razón simple y suprema: es así como Dios nos ama; Él nos ama de forma incondicional; nos ama porque él es amor. Es un tipo de amor soberano, que no depende de la bondad o valor del que es objeto de su amor, sino del carácter de su Autor. Pero no es esa la razón propuesta en el libro, sino esta otra: “Porque en algún momento, incluso a diario, tu cónyuge tendrá que hacer lo mismo por ti”. Ese tipo de reciprocidad es la antítesis de la gracia. Si es por conveniencia, si es un pago en espera de recibir algo equivalente, ¡entonces ya no es gracia! Ese es un ejemplo de cómo, al mezclar ideas seculares, los grandes conceptos del evangelio resultan empequeñecidos, tergiversados, o simplemente desaparecidos, anulados. Es la inevitable maldición del patchwork espiritual.
22 “Como dador de gracia, puedes ofrecer amor” (página 73):
LB: Otra forma —sutil— de empequeñecer los grandes conceptos de la Palabra. Pasas de dar, a simplemente ofrecer. ¿Quizá derive de una forma errónea de comprender el don, la dádiva de Cristo, el amor incondicional de Dios, como si fuera meramente una oferta?
De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16).
Es evidente que no puedo recomendar el libro. Presenta conceptos bíblicos válidos, JUNTO a ideología secular postmoderna emergente, la promoción de la cual temo que sea el auténtico propósito del libro. Lo veo como una triste contribución más a ese intento de psicologizar la iglesia, desposeyéndola de su mensaje singular y sublime, mensaje que resulta comprometido o anulado al mezclarse con conceptos originados en la psicología, una “ciencia” reciente que apareció a fin de aliviar la angustia y el desorden emocional causado por el pecado y la culpa, mediante métodos que prescinden de Dios o de cualquier cosa que tenga que ver con él. Los padres de la psicología fueron, o bien ateos, o bien espiritistas: malos mimbres para hacer un buen cesto. ¿Es sensato pensar que la psicología pueda contribuir o complementar de alguna forma el evangelio de Cristo?
La ideología que promueve la autoestima, el amarse a uno mismo, el empoderamiento y las soluciones humanistas ante problemas para los que sólo Cristo —el verdadero Médico, Consejero y Psicólogo— tiene solución, es lo que está ofreciendo el neo-paganismo y el cristianismo apóstata que la Biblia describe como la caída Babilonia. El “evangelio” de la autoestima y de amarse a uno mismo no es el evangelio de Cristo, sino el eco de la cultura contemporánea, modelada por el ateísmo, por el romanismo medieval y por el misticismo oriental. Es en esencia ideología espiritista. De eso nos habla Apocalipsis 18:2. Ese tipo de “evangelio” tuvo su siniestro portavoz en el Edén, y ya tiene demasiados predicadores en este mundo. No nos necesita a nosotros ni debiéramos necesitarlo nosotros a él. Las preciosas almas que Cristo compró con su sangre, objeto de nuestro esfuerzo misionero, tienen derecho a escuchar la voz del Buen Pastor sin concurrencia de la voz del dragón; tienen derecho a escuchar una verdad no parasitada por el error. Dios demandará de nuestras manos la sangre de ellos, si no les proporcionamos el evangelio a partir de las fuentes puras de la Palabra de Dios. Con libros como este en nuestras campañas misioneras, corremos el riesgo de estar dando la vuelta al mundo para conseguir un prosélito, sólo para convertirlo en un hijo del infierno (Mateo 23:15). Que Dios nos dé discernimiento antes que sea demasiado tarde.
En la misma medida en que se acerca la venida del Señor, se acerca el cierre del tiempo de prueba, y tiene un valor especial la advertencia dada en esa recopilación de verdadera psicología cristiana que es Mente, carácter y personalidad (no en su traducción manipulada de 2007 —APIA—):
…las ciencias que conciernen a la mente. Mediante ellas se arrastra como serpiente, imperceptiblemente, para corromper la obra de Dios…
Mediante… la psicología y el mesmerismo [hipnotismo], llega más directamente a los miembros de esta generación, y trabaja con ese poder que caracterizará sus esfuerzos cerca del fin del tiempo de gracia (1 Mente, carácter y personalidad, 19).
En este otro documento aporto clarificaciones adicionales a conceptos que he mencionado en el presente escrito.