Querido amigo y amiga:

¿Quién es la virgen María? ¿Dónde está? Muchos aseguran haberla visto aquí y allá. El cristianismo popular cree encontrar en la propia Biblia evidencias de que está viva, justificando con ello sus pretendidas apariciones. En Lucas 1:28 se presenta al ángel Gabriel diciéndole: "¡Alégrate, muy favorecida! El Señor está contigo". Y en los versículos 42 y 43, la anciana Elisabet exclama: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu seno!... la madre de mi Señor". La argumentación eclesiástica tradicional asevera que esos dos textos significan que la virgen María tenía una naturaleza impecable, y que es "Madre de Dios". Se dice que no ha de ser adorada, sino "venerada". La distinción, no obstante, es falaz. Está basada en una distinción artificial entre dos términos griegos equivalentes, que a su vez derivan de una voz hebrea común.

Gabriel dijo a María que había recibido gracia. Pero sólo alguien con naturaleza pecaminosa puede recibir gracia. Bien dijo Elisabet, "Feliz la que creyó" (vers. 45). María era descendiente, genéticamente hablando, de la Eva caída, según la línea de Abraham y de David. Por lo tanto, esa simiente (ADN), esa naturaleza era la misma naturaleza pecaminosa que todos compartimos (Rom. 1:3; Heb. 2:16). Lo que la hace bendita es que CREYÓ la palabra de Dios. Y María pasó su naturaleza humana (caída, pecaminosa) al Salvador encarnado. Leemos que "todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios". No dice: 'todos pecaron, excepto María'. Como madre fiel y ejemplar, enseñó a su Hijo a creer. La gloria del evangelio consiste en que Jesús tomó sobre sí la plenitud de la herencia genética que le proporcionó su madre terrenal (Gál. 4:4), la misma que poseemos nosotros, y en esa naturaleza humana degradada, vivió una vida de perfecta justicia, condenando "el pecado en la carne" a fin de que la justicia de la ley "se cumpla EN nosotros" (Rom. 8: 3 y 4). Estamos agradecidos a la virgen María por haber sido una buena madre de aquel Niño que atravesó el valle de sombra y de muerte hasta la cruz, a una edad en la que nosotros solemos comenzar a tener una vida cómoda y un hogar consolidado. Sería el pecado de los pecados alejar a Jesús de nosotros por considerarlo un Mediador deficiente (1 Tim. 2:5) y dudar de su amor y compasión (Heb. 4:15 y 16), hasta el punto de tener que pedir a María que interceda ante él en nuestro favor. ¿Podría alguien ser más justo, más fiel y estar más lleno de amor que Jesús mismo?

Por último, ¿dónde está María? La Biblia nada dice sobre que haya ascendido al cielo. Nada dice sobre un supuesto co-salvador de la raza humana. No existe nada parecido a eso en todo el universo. "En ningún otro hay salvación, porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hech. 4:12). Sólo él es "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29).

Cristo nos enseñó a dirigir nuestras plegarias al Padre celestial, en el nombre de Jesús ("porque no hay otro Nombre..."). Esperamos la aparición definitiva de María junto a la de todos los que resuciten de entre los que duermen, en la primera resurrección (Apoc. 20:6), con ocasión de la segunda venida de Jesús. Recibirá entonces la inmortalidad, que es posesión exclusiva de Dios (1 Tim. 6:16; Juan 5:26). Es el don que reciben todos los que creen. Es también tuyo en Cristo (Juan 6:40; 1 Tes. 4:16 y 17). Se trata nada menos que de la vida eterna, de la que hoy contemplamos sólo una migaja.

R.J.W.