Querido amigo y amiga:

Estamos llegando a un tiempo en el que nos va a ser necesaria una sabiduría como la que tuvo Salomón. Afrontamos perplejidades considerables: ¿Seguiremos creyendo en Génesis 1 al 3, donde se afirma que Dios creó la tierra en seis días literales, o caeremos en la incredulidad de los cientistas, que proponen la evolución como única alternativa, y ridiculizan la creencia en el primer gran milagro que expone la Biblia? ¿Deberían las mujeres ser ordenadas al ministerio? ¿Es la salvación solamente por fe, o por fe y por obras? ¿Tienen las profecías de tiempo de Daniel y Apocalipsis su aplicación en nuestros días según el principio día-año, o bien son oscuros y crípticos enigmas agotados en el pasado? ¿Existe hoy una manifestación del "espíritu de profecía" tan categóricamente inspirada como la de los profetas en lo antiguo? ¿Cómo podemos distinguir entre la verdad y el error en sus sutiles y multiformes disfraces?

Dos mujeres confrontaron al rey Salomón: cada una de ellas pretendía ser la legítima madre de cierto bebé. La primera ejercía una presión sonora e intensa. La otra era más sosegada. El rey no podía encargar una prueba de ADN. Parecía imposible saber quién estaba diciendo la verdad. A Salomón se le ocurrió una idea magistral: emplearía la prueba del amor. "Lo siento, señoras, no puedo saber cuál de las dos tiene razón, pero voy a dar satisfacción a ambas: Que me traigan un cuchillo. Partiré al niño y daré una mitad a cada una". La primera se cruzó de brazos esperando impasible la catástrofe que ella misma había provocado. La otra se horrorizó hasta el punto de hacerse oír en el templo: "¡No, majestad! Dé el bebé a la otra. Prefiero ese mal que la tragedia de ver a mi hijo partido en dos". El amor había dado a conocer a la verdadera madre.

En cada uno de los dilemas teológicos a los que te enfrentas, aunque te parezca ver evidencias a favor de una y otra de las posiciones en conflicto, no necesitas desesperar, ni decidir contemplar las cosas desde detrás de la barrera. No podrás hacerlo indefinidamente. Antes o después tendrás que decidirte de forma franca y categórica entre estar a favor de la "marca de la bestia", o del "sello de Dios" (Apoc. 13:16 y 17; 7:1 al 4). Observa en qué lado está el verdadero AMOR que presenta la Biblia. No te dejes engañar por un tipo de amor sentimental y superficial que es falsificación del verdadero. Guardar los mandamientos de Dios será la prueba final en el gran conflicto entre Cristo y Satanás; pero recuerda que sólo "el amor es el cumplimiento de la ley" (Rom. 13:10). La conformidad exterior con la letra de los diez mandamientos puede enmascarar un corazón amargamente carente de amor. "Así, el que piensa estar firme, mire que no caiga" (1 Cor. 10:12).

R.J.W.