Querido amigo y amiga:

¿Quiénes son los ángeles de la guarda? ¿Tenemos uno asignado? ¿Por qué parece que protejan a algunos, pero no a todos? Es bueno el que nos hagamos preguntas. Necesitamos saber del ministerio de tales ángeles, la forma en la que nuestro Padre amante cuida de nosotros. Se trata de agentes mucho más eficientes que la guardia personal del mayor dirigente que este mundo pueda imaginar. Recuerda:

(1) Vivimos en terreno controlado por el enemigo. Su majestad el diablo, es "el príncipe de este mundo" (Juan 14:30).

(2) No sólo eso, cada vez está adquiriendo mayor dominio sobre sus habitantes, quienes han transgredido las leyes de Dios, despreciado la justicia y quebrantado el pacto eterno. La tierra se está contaminando cada vez más, no sólo en sentido físico, sino también moral (Isa. 24:5). "Los príncipes de este mundo" expulsaron a Cristo del mundo mediante la crucifixión (1 Cor. 2:8), eligiendo en su lugar a un criminal (Hech. 3:14 y 15). Jesús sigue siendo persona non grata en este mundo de maldad (1 Juan 5:19).

(3) Pero a pesar de hallarse exilado de esta tierra, Jesús ha enviado a su representante, el Espíritu Santo, para que permanezca con los que creen en él (Juan 14:16 y 17; 16:7 al 13). Su presencia junto al pueblo de Dios equivale a la presencia personal de Cristo mismo (14:18). Durante siglos, el Espíritu Santo ha venido siendo, no sólo el "consolador" de los creyentes leales a Cristo, sino que ha sido un freno eficaz contra el poder del mal en este mundo (Apoc. 7:1 al 4). De no ser por su continua influencia, estaríamos todos a merced de monstruos morales descontrolados.

(4) Se presenta a los ángeles como a "espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que van a heredar la salvación", verdaderos agentes secretos enviados por el cielo para proteger el "linaje escogido, real sacerdocio... pueblo de Dios" del que formas parte gracias a "las virtudes del que [te] llamó de las tinieblas a su luz admirable" (Heb. 1:14; 1 Ped. 2:9).

(5) Es fácil ver que las personas objeto de tal protección deben constituir especialmente los dedicados a los 'negocios del Rey', a Jesús.

(6) No se trata de suponer nada con respecto a algún otro, en el sentido de que goce o no (aparentemente) de tal protección. Pero el sentido común nos dice que cuando oramos pidiendo protección "en nombre de Jesús", debemos vivir sinceramente para él.

(7) Podemos tener la seguridad de que Dios nos ha asignado un ángel cuidador (Mat. 18:10). Así pues, podemos "orar sin cesar", y dejar de temer. Podemos confiar en que "el ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende" (Sal. 34:7).

Si has podido escuchar este mensaje es porque estás gozando de su protección hasta aquí. ¿Mejores nuevas?

R.J.W.