Querido amigo y amiga:

¿Hasta qué punto cuida Dios personalmente de ti? ¿Eres importante para Él? El mayor problema que enfrentan hoy los niños y los jóvenes es no saber muy bien quiénes son. Saben el nombre que sus padres les pusieron, desde luego, pero se les escapa su verdadera identidad. Su concepto del respeto a sí mismos, y de su valor como personas, están muy poco definidos. Eso contribuye a que sean fácil presa de todo tipo de maldad. La falta de identidad deriva siempre en 'Nada importante por hacer, ninguna parte a donde ir', que es la causa que subyace en muchos crímenes y degradación, incluyendo la promiscuidad de los adolescentes y los embarazos subsecuentes, que a su vez contribuirán a repetir el trágico ciclo una generación tras otra.

Cuando naciste, tu madre contó sin duda todo lo que se podía contar en ti: tenías los dos ojos, las dos orejas, dos manos, dos pies... Sí; muy probablemente hasta debió contar los dedos que tenías en cada mano y pie, para estar segura de que eras un bebé "normal". Se preocupó de ti. Eras muy importante para ella. Pero a medida que creciste, comenzaste a comprender que no podía seguirte toda la vida, no podía seguir contándote los dedos. Tenías que vivir por ti solo.

Ahí es donde comenzaste a tener problemas, a menos que de alguna forma aprendieses a creer que tenías un Padre celestial que cuida de ti infinitamente más de lo que jamás podrían hacer tus padres en esta tierra. Hay algo en ti que tu madre nunca contó: los cabellos que tenías en la cabeza. Te cuidó mucho, pero no hasta ese punto. Sin embargo, Jesús hace una sorprendente afirmación, que nunca debes despreciar como si fuese una simple exageración. En Mateo 10:29 y 30, dice que tu Padre celestial ¡tiene contados los cabellos de tu cabeza! Y has de creerlo, pues es Jesús quien lo asegura.

Lo importante no es la suma aritmética de tus cabellos (y poco bien te haría el conocerla), sino la forma en la que Jesús expone lo que ya enunciara David en el Salmo 139:17 y 18: "Oh Dios, qué profundos me son tus pensamientos; ¡infinito es el conjunto de ellos! Si yo quisiera contarlos, serían más que la arena". ¿Qué vas a hacer con esa Escritura? ¿La creerás? Esa elección decide tu felicidad presente, y quizá también la eterna.

R.J.W.